Pierre Hadot: ecos de un saber antiguo
Un día, hace muchos años, entré en una tienda de muebles antiguos de Bruselas buscando una alacena para la cocina. Sonaban las variaciones Goldberg, la primera versión de Glenn Gould. Había un mueble que podía servir. El dueño me explicó que venía de una casa de campo. Lo había reparado y pintado. Era mucho más bonito que los pseudomuebles que venden en esa empresa escandinava cuyo nombre o logotipo no puedo recordar sin sentir una ansiedad asesina. Cuando fui a pagar, me fijé en un librito que había al lado de la caja. Era de Pierre Hadot y se titulaba…