Que la serie Juego de tronos es una de las más aclamadas por el público y la crítica, es un hecho. Ocho temporadas de las cuales, seis tienen diez episodios cada una con más de una hora de duración y las dos últimas con seis y siete capítulos respectivamente. Para los amantes de la serie, un auténtico placer. Son horas y horas de puro entretenimiento, pero mucho más: diálogos brillantes, actores y actrices con magníficas interpretaciones y un guion digno de múltiples alabanzas. Quien lo probó, lo sabe.
La mayoría del público sabe que, al menos al principio, la serie se inspiró en las novelas Canción de hielo y fuego, escritas por George R. R. Martin, cuyo argumento relata los constantes enfrentamientos de diversas casas nobiliarias en un continente ficticio por ostentar el control del Trono de Hierro. La serie continuó por senderos que nada tienen que ver con las novelas originales, principalmente, por el enorme éxito a nivel mundial que tuvo. Desde su estreno en 2011 hasta su final en 2019, tuvo a millones de personas enganchadas a la trama de las familias Stark, Lannister, Targaryen, Baratheon, Tyrell, Arryn y Greyjoy. Y no es de extrañar, habida cuenta del tono cinematográfico que desplegó.
El fenómeno fue tal que llegó a protagonizar las portadas de los periódicos nacionales. La legión de fans de la serie es millonaria y su fin generó una decepción enorme. En unos porque esperaban otro final, en otros porque simplemente llegó a su fin. Como con todas las grandes producciones cinematográficas, y esta lo es, se publicaron cientos de artículos explicando en qué estaba inspirada, bien la propia serie o algunos episodios míticos como el de la batalla de los bastardos (¡qué capitulón, por cierto!). Aunque todo es ficción -de hecho, el continente es pura invención- lo que sí es cierto es que la inspiración primigenia fue un suceso histórico: la Guerra de las Dos Rosas.
La Guerra de las Dos Rosas: dinastías enfrentadas por el poder
Dos familias, los Lancaster y los Tudor y un objetivo, el trono de Inglaterra. En la serie, los Lancaster serían los Lannister y los Tudor, los York. Y, como en la historia real, en la serie (atención, spoiler), el trono será para los Tudor. Los Tudor -conocidos sobre todo por su monarca más cruel, Enrique VIII– estuvieron realmente poco tiempo en el poder. Gobernaron Inglaterra desde 1485 hasta 1603. Para llegar a reinar tuvieron que enfrentarse en una cruenta guerra contra los Lancaster, la famosa Guerra de las Dos Rosas. Recibió ese nombre porque ambos linajes tenían esta flor en sus emblemas.
De todas maneras ese nombre se otorgó en el siglo XIX, en pleno auge del romanticismo que tenía una visión de la Edad Media un tanto distorsionada. Lo cierto es que si la serie muestra violencia no es por casualidad. La Edad Media (y la Moderna) fue especialmente violenta.
Los Lancaster y los York descendían ambos de la misma rama familiar, los Plantagenet, una casa de origen francés en el condado de Anjou, aunque en Inglaterra estuvieron presentes desde 1154 hasta 1399. La guerra duró la nada despreciable cifra de 42 años, dio comienzo en 1445 y finalizó en 1487. Las guerras siempre han sido el principal motivo de las ruinas económicas de las monarquías por su elevado coste. Y lo siguen siendo, no hay nada más que ver el jaleo que se está montando con el PIB que aportará España a la OTAN. Esta guerra no fue una excepción y, además de dejar las arcas vacías, logró la desaparición de la casa Plantagenet.
Los orígenes de la guerra
En el año 1455 reinaba Enrique VI de Lancaster, pero, debido a sus problemas de salud mental, gobernaba en su nombre, Ricardo, duque de York. Es decir, dos casas ejerciendo de facto el poder. El duque de York, viendo lo bien que se vivía ejerciendo el poder, movió fichas para quedarse de verdad con él. En otras palabras, quiso cargarse al monarca y quedarse él con el trono. Todo parecía ir bien, al menos en su cabeza. Sin embargo, no contó con una enorme rival, la esposa del rey, Margarita de Anjou. Esta, viendo sus intenciones, le puso de patitas en la calle. La reina consorte bien puede ser la inspiración de Cersei Lannister. Sus coetáneos la describieron como una mujer sobresaliente en su ingenio y su capacidad política, de «estómago y coraje».
Por supuesto, el denostado duque buscó venganza y reunió tropas para enfrentarse a la reina consorte. Hecho que sucedió en la batalla de San Albano que ganó recuperando así la regencia. Pero poco le duró la alegría y un año más tarde el rey lo expulsó a Irlanda, donde sus tropas fueron derrotadas tres años después. El duque de York tuvo que exiliarse a Calais (actual Francia, pero territorio inglés durante siglos). Se firmó entonces el acta de acuerdo que modificaba la ley sucesoria, de manera que el rey Enrique VI disfrutaría de su posición hasta la muerte y una vez sucedida esta, el trono lo heredaría el duque de York, Ricardo y, a partir de este, sus descendientes.
Lógicamente, esto no gustó un pelo a Margarita de Anjou. Rápidamente, comandó sus tropas, que mataron a Ricardo en la batalla de Wakefield en 1460. Pero no terminó ahí el problema. Muy al contrario, se acrecentó en la figura de Eduardo, hijo del asesinado, quien reclutó un ejército y logró ser proclamado rey como Eduardo IV. El reinado duraría tan solo nueve años, de 1461 a 1470, durante los cuales estuvieron constantemente en guerras. Margarita de Anjou se alió con el conde de Warwick y lograron derrotar al rey que huyó a Borgoña para evitar ser ejecutado.
Los Lancaster en el trono y, finalmente, los Tudor
Volvía entonces al trono la casa Lancaster con Enrique VI a la cabeza pero bajo el dominio en la sombra del conde de Warwick, que se cobraba así los favores dados en el campo de batalla. La alegría duró un año: tras perder las batallas de Barnet y Tewkesburyfue ejecutado. Margarita, por su parte, fue recluida en la Torre de Londres.
Era el año 1471 y Eduardo IV pudo gobernar en paz hasta su muerte en 1483. Le sucedió de manera natural y sin contratiempos su hijo Eduardo V. Pero había un problema, el nuevo rey tenía solo 12 años por lo que se nombra al duque de Gloucester que, por supuesto, tenía otros planes: ser rey. Lo logró tras encarcelar al pobre niño de 12 años y a su hermano. Ascendió al trono como Ricardo III de York y que duraría tan solo dos años (1483-85) en el trono.
Misteriosamente, desaparecieron de la Torre de Londres el anterior rey y su hermano, así que la familia Lancaster se alió con los Tudor para acabar con el rey que finalmente murió en la batalla. Volvía otra vez al poder la casa Lancaster que puso en el trono a Enrique VI, el que sería el padre del famoso Enrique VII. Enrique VI se casó con Isabel de York para unir así las dos casas y dar carpetazo, por fin a una guerra que los había dejado secos.
Que la serie Juego de tronos es una de las más aclamadas por el público y la crítica, es un hecho. Ocho temporadas de las cuales,
Que la serie Juego de tronos es una de las más aclamadas por el público y la crítica, es un hecho. Ocho temporadas de las cuales, seis tienen diez episodios cada una con más de una hora de duración y las dos últimas con seis y siete capítulos respectivamente. Para los amantes de la serie, un auténtico placer. Son horas y horas de puro entretenimiento, pero mucho más: diálogos brillantes, actores y actrices con magníficas interpretaciones y un guion digno de múltiples alabanzas. Quien lo probó, lo sabe.
La mayoría del público sabe que, al menos al principio, la serie se inspiró en las novelas Canción de hielo y fuego, escritas por George R. R. Martin, cuyo argumento relata los constantes enfrentamientos de diversas casas nobiliarias en un continente ficticio por ostentar el control del Trono de Hierro. La serie continuó por senderos que nada tienen que ver con las novelas originales, principalmente, por el enorme éxito a nivel mundial que tuvo. Desde su estreno en 2011 hasta su final en 2019, tuvo a millones de personas enganchadas a la trama de las familias Stark, Lannister, Targaryen, Baratheon, Tyrell, Arryn y Greyjoy. Y no es de extrañar, habida cuenta del tono cinematográfico que desplegó.
El fenómeno fue tal que llegó a protagonizar las portadas de los periódicos nacionales. La legión de fans de la serie es millonaria y su fin generó una decepción enorme. En unos porque esperaban otro final, en otros porque simplemente llegó a su fin. Como con todas las grandes producciones cinematográficas, y esta lo es, se publicaron cientos de artículos explicando en qué estaba inspirada, bien la propia serie o algunos episodios míticos como el de la batalla de los bastardos (¡qué capitulón, por cierto!). Aunque todo es ficción -de hecho, el continente es pura invención- lo que sí es cierto es que la inspiración primigenia fue un suceso histórico: la Guerra de las Dos Rosas.
Dos familias, los Lancaster y los Tudor y un objetivo, el trono de Inglaterra. En la serie, los Lancaster serían los Lannister y los Tudor, los York. Y, como en la historia real, en la serie (atención, spoiler), el trono será para los Tudor. Los Tudor -conocidos sobre todo por su monarca más cruel, Enrique VIII– estuvieron realmente poco tiempo en el poder. Gobernaron Inglaterra desde 1485 hasta 1603. Para llegar a reinar tuvieron que enfrentarse en una cruenta guerra contra los Lancaster, la famosa Guerra de las Dos Rosas. Recibió ese nombre porque ambos linajes tenían esta flor en sus emblemas.
De todas maneras ese nombre se otorgó en el siglo XIX, en pleno auge del romanticismo que tenía una visión de la Edad Media un tanto distorsionada. Lo cierto es que si la serie muestra violencia no es por casualidad. La Edad Media (y la Moderna) fue especialmente violenta.
Los Lancaster y los York descendían ambos de la misma rama familiar, los Plantagenet, una casa de origen francés en el condado de Anjou, aunque en Inglaterra estuvieron presentes desde 1154 hasta 1399. La guerra duró la nada despreciable cifra de 42 años, dio comienzo en 1445 y finalizó en 1487. Las guerras siempre han sido el principal motivo de las ruinas económicas de las monarquías por su elevado coste. Y lo siguen siendo, no hay nada más que ver el jaleo que se está montando con el PIB que aportará España a la OTAN. Esta guerra no fue una excepción y, además de dejar las arcas vacías, logró la desaparición de la casa Plantagenet.
En el año 1455 reinaba Enrique VI de Lancaster, pero, debido a sus problemas de salud mental, gobernaba en su nombre, Ricardo, duque de York. Es decir, dos casas ejerciendo de facto el poder. El duque de York, viendo lo bien que se vivía ejerciendo el poder, movió fichas para quedarse de verdad con él. En otras palabras, quiso cargarse al monarca y quedarse él con el trono. Todo parecía ir bien, al menos en su cabeza. Sin embargo, no contó con una enorme rival, la esposa del rey, Margarita de Anjou. Esta, viendo sus intenciones, le puso de patitas en la calle. La reina consorte bien puede ser la inspiración de Cersei Lannister. Sus coetáneos la describieron como una mujer sobresaliente en su ingenio y su capacidad política, de «estómago y coraje».
Por supuesto, el denostado duque buscó venganza y reunió tropas para enfrentarse a la reina consorte. Hecho que sucedió en la batalla de San Albano que ganó recuperando así la regencia. Pero poco le duró la alegría y un año más tarde el rey lo expulsó a Irlanda, donde sus tropas fueron derrotadas tres años después. El duque de York tuvo que exiliarse a Calais (actual Francia, pero territorio inglés durante siglos). Se firmó entonces el acta de acuerdo que modificaba la ley sucesoria, de manera que el rey Enrique VI disfrutaría de su posición hasta la muerte y una vez sucedida esta, el trono lo heredaría el duque de York, Ricardo y, a partir de este, sus descendientes.
Lógicamente, esto no gustó un pelo a Margarita de Anjou. Rápidamente, comandó sus tropas, que mataron a Ricardo en la batalla de Wakefield en 1460. Pero no terminó ahí el problema. Muy al contrario, se acrecentó en la figura de Eduardo, hijo del asesinado, quien reclutó un ejército y logró ser proclamado rey como Eduardo IV. El reinado duraría tan solo nueve años, de 1461 a 1470, durante los cuales estuvieron constantemente en guerras. Margarita de Anjou se alió con el conde de Warwick y lograron derrotar al rey que huyó a Borgoña para evitar ser ejecutado.
Volvía entonces al trono la casa Lancaster con Enrique VI a la cabeza pero bajo el dominio en la sombra del conde de Warwick, que se cobraba así los favores dados en el campo de batalla. La alegría duró un año: tras perder las batallas de Barnet y Tewkesburyfue ejecutado. Margarita, por su parte, fue recluida en la Torre de Londres.
Era el año 1471 y Eduardo IV pudo gobernar en paz hasta su muerte en 1483. Le sucedió de manera natural y sin contratiempos su hijo Eduardo V. Pero había un problema, el nuevo rey tenía solo 12 años por lo que se nombra al duque de Gloucester que, por supuesto, tenía otros planes: ser rey. Lo logró tras encarcelar al pobre niño de 12 años y a su hermano. Ascendió al trono como Ricardo III de York y que duraría tan solo dos años (1483-85) en el trono.
Misteriosamente, desaparecieron de la Torre de Londres el anterior rey y su hermano, así que la familia Lancaster se alió con los Tudor para acabar con el rey que finalmente murió en la batalla. Volvía otra vez al poder la casa Lancaster que puso en el trono a Enrique VI, el que sería el padre del famoso Enrique VII. Enrique VI se casó con Isabel de York para unir así las dos casas y dar carpetazo, por fin a una guerra que los había dejado secos.
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