El germen de lo que es hoy la Galería de las Colecciones Reales en Madrid era un proyecto museístico ideado por el Gobierno de Manuel Azaña durante la Segunda República. Se trataba de un pabellón dedicado a la exposición de tapices y que incluía también la colección de carruajes reales. El proyecto quedó en eso y nunca se materializó. Ya en junio de 2023, cuando la nueva galería abrió sus puertas —20 años y tres gobiernos después de iniciarse su construcción— lo hizo con la primera de sus exposiciones temporales dedicada a los carruajes reales y con medio centenar de vehículos pertenecientes a Patrimonio Nacional. Este martes, como otro guiño a su embrión, la institución madrileña inauguró la exposición Iconografía del mal. Tapices de los pecados capitales, la primera que Patrimonio dedica a su colección de tapices —de unas 3.200 piezas en total—, “la más importante del mundo por su tamaño y calidad”, según Víctor Cageao, director del museo, y que estará abierta hasta el 28 de septiembre.
La joven pinacoteca madrileña, que este mes celebra su segundo aniversario, presenta ‘Iconografía del mal’, una pequeña muestra de la enorme colección de paños que posee
El germen de lo que es hoy la Galería de las Colecciones Reales en Madrid era un proyecto museístico ideado por el Gobierno de Manuel Azaña durante la Segunda República. Se trataba de un pabellón dedicado a la exposición de tapices y que incluía también la colección de carruajes reales. El proyecto quedó en eso y nunca se materializó. Ya en junio de 2023, cuando la nueva galería abrió sus puertas —20 años y tres gobiernos después de iniciarse su construcción— lo hizo con la primera de sus exposiciones temporales dedicada a los carruajes reales y con medio centenar de vehículos pertenecientes a Patrimonio Nacional. Este martes, como otro guiño a su embrión, la institución madrileña inauguró la exposición Iconografía del mal. Tapices de los pecados capitales, la primera que Patrimonio dedica a su colección de tapices —de unas 3.200 piezas en total—, “la más importante del mundo por su tamaño y calidad”, según Víctor Cageao, director del museo, y que estará abierta hasta el 28 de septiembre.
Para presumir esa enorme colección y “demostrar también el poderío que tiene Patrimonio Nacional y su capacidad para contar historias”, como explicó Cageao en la presentación, la galería ha decidido exponer 10 enormes tapices del siglo XVI —de entre 7 y 8 metros de largo y otros 4 de alto— de seda y algodón y con bordados de hilo de plata y oro. Cada uno representa a uno de los pecados capitales. Son obras, explicó el director, “de gran relevancia que nunca habían sido expuestas juntas con voluntad científica”. Provienen de dos series distintas, aunque las dos diseñadas por el pintor belga Pieter Coecke van Aelst: una de la colección de María de Hungría —de la que se conservan 4 — y otra de la colección del conde Egmont —de la que se conservan 6—. “Esto implica, además, una oportunidad única para comparar las dos series entre sí”, contó Cageao.

Como Patrimonio Nacional, la realeza española utilizaba los tapices, siglos antes, para evidenciar su poderío. “Hay que recordar que no solo eran objetos temporales, sino emblemas de poder para mostrar la riqueza de la monarquía. La gente quedaba maravillada con estas estructuras tan grandes y realizadas con materiales tan nobles”, contó el conservador y comisario de la muestra, Roberto Muñoz, al entrar a la sala.
Viendo las enormes obras colgando de sus paredes se hace evidente que han conservado inalterable su capacidad para asombrar. El espacio, de 940 metros cuadrados, en el que este verano se refugiarán de las altas temperaturas, es amplísimo y permite alejarse o acercarse a ellas tanto como se plazca y sin ningún obstáculo visual. “Queríamos que tuvieran todo el protagonismo y que se pudieran ver muy bien, para recrearse y verlos tranquilos. Muchas veces se exponen tapices, pero suelen estar en segundo plano”, explica el comisario.
Todos los de la muestra están construidos con la misma estructura. “Se abre el infierno en la parte superior y aparece un carro triunfal donde hay una mujer que representa alguno de los pecados capitales. Y luego vemos también personajes de la antigüedad clásica o del antiguo testamento relacionados con esos pecados, formando una comitiva que se dirige a una ciudad”, explicó el conservador y comisario. En la lujuria, por ejemplo, la ciudad es Roma — “por lo que sea”, bromeó Muñoz—, en la pereza Betulia y en la soberbia Babel. También cambian los personajes, como Hércules y Salomón en la representación de la soberbia o Cupido y Venus en la lujuria. “Esto nace de una tradición renacentista de colocar en friso las imágenes y ayuda a ver cómo se pasó de una temática en la tradición clásica greco romana de la lucha entre el bien y el mal, a una católica de la pelea entre pecados y virtudes”, dijo el comisario.
Aunque la falta de señalética clara impide que se cumpla orgánicamente uno de los objetivos de la muestra: la comparación entre las dos series. De los 10 tapices expuestos, tres parejas repiten pecado y muestran una imagen prácticamente igual, con diferencias sutiles. Las parejas no comparten pared, sino que se encuentran formando un triángulo, y hay que hacer un esfuerzo para leer las cartelas del par de obras —separadas por la extensión completa de los dos tapices— que, solo con la diferencia en los años de realización, evidencian alguna distinción. El comisario nos ayuda a encontrarlos: “Son poco perceptibles. Se nota sobre todo en el color y las cenefas, unas mucho más elaboradas que las otras. Solo hay unos diez años de diferencia entre unas y otras y el diseñador es el mismo”.
También, para “hacer una exposición entretenida y divertida”, contó Cageao, la galería ha decidido dividir la muestra en bloques temáticos. “Hemos dividido en cinco partes que desarrollan determinados aspectos que complementan la definición, el estudio o simplemente el examinar de estas piezas”, explicó el comisario. Lo hacen con la ayuda de pinturas, esculturas, libros y documentos, que ejemplifican el papel que tuvieron los tapices en la Corte y el camino artístico y social que transitaron para crearse. Aunque estos elementos no son, ni mucho menos, agentes principales de la muestra.

Como dijo el director de la galería, “es una exposición que rentabiliza las capacidades del edificio”. La espectacular construcción, un tanto escondida (construida hacia abajo y al lado de la catedral de la Almudena), supuso un gasto público de 172 millones de euros. La muestra que este martes se presentó es la gran apuesta veraniega de una pinacoteca que este junio celebra su segundo aniversario y que no ha tenido tan buenos resultados como esperaba. La baja asistencia en un martes de junio, con entrada gratuita, lo comprueba. Mientras cientos de turistas hacen cola bajo el sol de verano para entrar al Palacio Real, la entrada de la galería, rebosante de aire acondicionado fresco, apenas encuentra a un par de personas. El año pasado sus pasillos recibieron a 648.209 visitantes, unos 1.776 al día. Poco menos que los 1.867 que recibieron durante sus primeros seis meses de operación en la segunda mitad de 2023. Por ponerlo en contexto, un gigante como el Prado alcanzó el año pasado unos 9.471 visitantes al día, el Reina Sofía de Madrid unos 5.370, el Thyssen unos 2.307, o su vecino, el Palacio Real, también dependiente de Patrimonio Nacional, 4.284.
“Esta muestra se enmarca en uno de los objetivos que siempre hemos tenido: poner en valor las mejores joyas que custodiamos y que componen nuestras colecciones. Y con esto mantenemos la intensa actividad que nos propusimos al principio”, dijo Ana de la Cueva, presidenta de Patrimonio Nacional, al inicio de la presentación. La exposición de los tapices fue idea de Leticia Ruiz, la antigua directora de la Galería, que dejó el cargo poco más de un año después de poner en marcha el centro. El objetivo de su sucesor, lo avisó en su presentación como director en marzo y con esta nueva apuesta pretende dar pasos hacía él, es claro: hacer que el suyo sea el primer museo que visiten los turistas al llegar a Madrid.
Feed MRSS-S Noticias