Como les comenté en la anterior entrega de Film Boutique, han coincidido en cartelera dos películas chinas que, vistas en paralelo o en sesión doble, podían dialogar entre sí. Dos caras de la misma moneda: la sociedad china contemporánea.
Tras Black Dog, paso a hablar de «Breve historia de una familia». La cinta está dirigida por un debutante, Juanjie Lin, y pasamos del drama social de Black Dog a un cine pegado a las claves del thriller perturbador.
Otro contraste con Black Dog es que, en «Breve historia de una familia», los decorados son capitalinos; estamos en la China de los que aspiran a participar del imparable cohete al liderazgo mundial.
Juanjie Lin plantea su película desde la sugerencia, construyendo poco a poco una atmósfera opresiva. Parece una buena elección tratándose del retrato de los valores sobre los que se sostiene la clase alta china: silente, contenida, veladamente autoritaria. Unos valores que, al menos en la cinta, se plantean como un sistema de auto-opresión.
La familia protagonista, de buena posición, adopta al compañero y amigo de clase de su hijo adolescente. Éste es un chico estudioso, aplicado, una buena influencia. En realidad, el comportamiento de este muchacho es más parecido a lo que sus padres desearían para su propio hijo, que no alcanza los resultados académicos esperados.
El progresivo protagonismo que adquiere en la vida familiar ajena este chico de clase baja, fascinado por la pulcritud y el diseño que rodea a sus acogedores, tiene algo de fantasmal. ¿En qué sentido?
En los diálogos de la película, regada de guiños a los que hay que estar atentos, se dejan caer varias píldoras que hacen referencia a la rígida política de natalidad china que se mantuvo en vigor durante décadas. Es decir, este chico de familia ajena, de alguna forma, es la proyección del hijo que no pudieron tener en su día y del que están seguros habría sido mejor que el que sí nació.
Todo muy velado… como en sottovoce, susurrado pero latiendo con fuerza bajo la piel.
Hay quien emparenta la cinta con la coreana “Parásitos”, una comparación un poco facilona: son protagonistas de ojos rasgados, hay un personaje de clase baja que asciende al paisaje de la alta, pero no se trata de un retrato sobre la guerra de clases.
Realmente, la familia de esta “breve historia” del título podría hacer referencia a la sociedad china en su conjunto, porque las pulsiones que mueven a unos y otros son horizontales: la obsesión por el éxito y un rigorismo férreo que puede conducir a la autodestrucción.
Como les comenté en la anterior entrega de Film Boutique, han coincidido en cartelera dos películas chinas que, vistas en paralelo o en sesión doble, podían
Como les comenté en la anterior entrega de Film Boutique, han coincidido en cartelera dos películas chinas que, vistas en paralelo o en sesión doble, podían dialogar entre sí. Dos caras de la misma moneda: la sociedad china contemporánea.
Tras Black Dog, paso a hablar de «Breve historia de una familia». La cinta está dirigida por un debutante, Juanjie Lin, y pasamos del drama social de Black Dog a un cine pegado a las claves del thriller perturbador.
Otro contraste con Black Dog es que, en «Breve historia de una familia», los decorados son capitalinos; estamos en la China de los que aspiran a participar del imparable cohete al liderazgo mundial.
Juanjie Lin plantea su película desde la sugerencia, construyendo poco a poco una atmósfera opresiva. Parece una buena elección tratándose del retrato de los valores sobre los que se sostiene la clase alta china: silente, contenida, veladamente autoritaria. Unos valores que, al menos en la cinta, se plantean como un sistema de auto-opresión.
La familia protagonista, de buena posición, adopta al compañero y amigo de clase de su hijo adolescente. Éste es un chico estudioso, aplicado, una buena influencia. En realidad, el comportamiento de este muchacho es más parecido a lo que sus padres desearían para su propio hijo, que no alcanza los resultados académicos esperados.
El progresivo protagonismo que adquiere en la vida familiar ajena este chico de clase baja, fascinado por la pulcritud y el diseño que rodea a sus acogedores, tiene algo de fantasmal. ¿En qué sentido?
En los diálogos de la película, regada de guiños a los que hay que estar atentos, se dejan caer varias píldoras que hacen referencia a la rígida política de natalidad china que se mantuvo en vigor durante décadas. Es decir, este chico de familia ajena, de alguna forma, es la proyección del hijo que no pudieron tener en su día y del que están seguros habría sido mejor que el que sí nació.
Todo muy velado… como en sottovoce, susurrado pero latiendo con fuerza bajo la piel.
Hay quien emparenta la cinta con la coreana “Parásitos”, una comparación un poco facilona: son protagonistas de ojos rasgados, hay un personaje de clase baja que asciende al paisaje de la alta, pero no se trata de un retrato sobre la guerra de clases.
Realmente, la familia de esta “breve historia” del título podría hacer referencia a la sociedad china en su conjunto, porque las pulsiones que mueven a unos y otros son horizontales: la obsesión por el éxito y un rigorismo férreo que puede conducir a la autodestrucción.
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