Hija de una danesa y de un padre célebre arqueólogo, del que heredaría su pasión por la Historia y la investigación, la escritora noruega y Premio Nobel de Literatura de 1928 Sigrid Undset nació en Kalundborg, Dinamarca, en 1882, aunque se trasladaría con sólo dos años con su familia a vivir a Oslo. Fallecida en 1949, en Lillehammer, Noruega, compartiría en el siglo XX el galardón otorgado por la Academia sueca con sus compatriotas Björnstjerne Björnson (1903) y con Knut Hamsun (1920), del que siempre le separó la naturaleza huraña y misántropa de su pensamiento. En realidad, desde su entrada en la escena literaria, Sigrid Undset lucharía con pasión contra el individualismo feroz y naturalista de Knut Hamsun, su gran oponente literario y de pensamiento. El pensamiento de Hamsun, que encarnaba una especie de embriaguez instintiva e irracional o, si se prefiere, un radicalismo interior poseído tan solo por las pulsiones del placer o el sufrimiento, le parecía a una escritora como Undset, de aliento espiritual y de fe en el amor, en la solidaridad y en lo colectivo, como algo que tan solo extraviaba al ser humano de lo que tenía que ser la búsqueda de la lucidez, la claridad y la comprensión.
Undset se haría famosa en su día por la exacta y minuciosa reconstrucción de la Noruega medieval, a la que dedicó grandes y ambiciosos ciclos novelescos como el que está considerado su obra maestra, la trilogía Cristina, hija de Lavrans (publicada entre 1920 y 1922), ahora recién aparecida en la editorial Encuentro, con una traducción de Rosa de Naveira. A lo largo de su vida, esta autora desarrolló intensamente su fascinación por la historia medieval, por las sagas, baladas y mitología en general de Escandinavia. Algo que fue alternando con temas contemporáneos y de lo que podría denominarse una «épica doméstica».
Abordando un análisis psicológico en profundidad de los problemas con los que se encontraban las heroínas de comienzos de siglo, visibles, sobre todo, en sus primeras obras (por ejemplo en La señora Marta Ulia, de 1907, que sería la representación de la mujer moderna y trabajadora de los suburbios grises y mustios de Oslo, o bien en la escandalosa Jenny, de 1911, que narraba las peripecias y el trágico fin de una joven pintora noruega, estudiante en Roma y frecuentadora de la bohemia local, que se queda embarazada) y sin ser una feminista en el sentido convencional, Undset, quizá a causa de su propia biografía de madre de tres hijos, uno de ellos discapacitado, inmersa en un matrimonio desgraciado, nunca dejó de tener una gran lucidez acerca del duro camino que tenían que afrontar muchas mujeres de su tiempo. Ya en 1907, Sigrid Undset había publicado una novela corta realista cuyas primeras palabras conmocionaron al público de la época: «Le he sido infiel a mi marido».
Mujeres divididas sin cesar entre la defensa del hogar, la maternidad, sus más profundas aspiraciones y la conciencia de esa faz cruel y destructora que en ocasiones puede adquirir el amor. «Una vida erótica y unos problemas comunes a los dos sexos –como dijo el presidente de la Academia sueca, en el momento de la concesión del Nobel– que se encuentran también, casi sin variación alguna, en sus novelas históricas». Convertida al catolicismo desde 1924, religión minoritaria en un país de mayoría protestante, este hecho, de una u otra forma, estaría muy presente en su obra.
Tras esta conversión, el matrimonio de Undset fue disuelto por la iglesia, ya que su marido se había casado anteriormente con una mujer que aún vivía. Sigrid Undset había conocido a su marido, el pintor noruego Anders Castus Svarstad, en Roma. Se casaron en 1912 en Bélgica, y se establecieron durante seis meses en Londres. El primer hijo de la pareja nacería en Roma en 1913. Pronto, Sigrid tiene que administrar una casa donde también viven los tres hijos de Svarstad de su primer matrimonio, mientras continúa escribiendo y a la vez se involucra en el debate público sobre la emancipación de la mujer. En 1919, mientras esperaba su tercer hijo, se mudó a Lillehammer, ya por su cuenta, sin depender de su marido.
Sería su espléndida novela La zarza ardiente, de 1930 (continuación de Gymnadenia, La orquídea blanca, de 1929) la que narraría de forma explícita la conversión de un joven, sellando así, literariamente hablando, el trascendental hecho de su vida que fue su conversión al catolicismo. Ambientada en la Primera Guerra Mundial, en esta novela se contaba la historia de Paul Selmer, un hombre de negocios que ha evitado entregarse al tráfico especulativo, como es frecuente que se dé en los períodos revueltos de guerra en Europa. Ya casado, Selmer reencuentra a un apasionado amor de su juventud, suceso que de forma involuntaria acabará en tragedia.
Algunos temas recurrentes en sus novelas serán los remordimientos y los reproches que la mujer moderna debe dirigirse a sí misma cuando las pruebas que atraviesa día a día no se ven superadas y la sombra del fracaso siempre está presente. Sin embargo, aun así, una y otra vez, sigue existiendo dentro de cada una de estas heroínas una formidable reserva de combatividad ante la adversidad que la autora retrató simbólicamente, se tratara de la época de la que se tratara, para describir con más intensidad el tiempo presente.
Por otro lado, algo sumamente interesante en la vida de esta autora sería la posición política y el firme compromiso con la libertad que adquiriría, sin dudarlo un momento, en la negra etapa de la Segunda Guerra Mundial. Poseedora desde hacía años del premio Nobel, su actitud y su propagandismo a favor de los Aliados, a través de aulas universitarias y salas de conferencias durante la guerra, y su exilio fuera de Noruega, haría que a su regreso a su patria fuera condecorada por el gran coraje demostrado durante la contienda con la Gran Cruz de San Olaf.
Opuesta a la ideología nacional-socialista desde 1931, antes ya de la fundación en 1933 del partido fascista Nasjonal Samling del primer ministro, el nazi y colaboracionista Vidkun Quisling (fusilado tras la guerra) Undset se unió a la Resistencia en cuanto Noruega fue ocupada por los alemanes. Su hijo mayor, Anders, murió en combate en Gausdal en 1940. Destacada opositora crítica con los nazis, sus libros fueron prohibidos en Alemania y las autoridades noruegas le aconsejaron huir del país si quería salvar su vida y la de los suyos. Los alemanes ocuparon su casa de Bjerkebaek, destrozando su escritorio y todo lo que encontraron a su paso. Fue entonces cuando emprendió la fuga, junto a toda su familia, para ponerse al servicio de la Resistencia noruega en el exterior y del rey exilado en Inglaterra. Pasando primero por Suecia y luego por Rusia y Japón, por fin llegó a los Estados Unidos, en 1941. Allí se instaló en un pequeño apartamento de Brooklyn y no cesó de participar en actividades, haciendo grandes amistades entre escritores, como es el caso de Willa Cather, gran admiradora de sus novelas. Muy agradecida con el público americano que la había acogido tan calurosamente, llegó a escribir directamente en inglés una de las obras de más éxito y más traducidas de su carrera, la excelente Happy Times in Norway (de 1942), que giraba en torno a los años anteriores a la guerra.
Otro libro escrito directamente en inglés, el mismo año, sería Return to Future, unas memorias que narrarían la odisea sufrida por ella y su familia al escapar de Noruega y, a través de Europa, llegar a América, así como el viaje de vuelta. Ironías de la vida (o de los gustos literarios de cada época) el noruego Knut Hamsun (1859-1952), que en su día fue un ferviente y muy lamentable defensor y colaborador de los nazis, después de décadas de ostracismo, sería más tarde reivindicado universalmente, cosa que, en cambio, no sucede lo mismo con la valerosa y muy comprometida Undset que, aunque magnífica escritora, nunca gozaría de una parecida difusión internacional.
La obra maestra de Sigrid Undset sería su trilogía titulada Cristina, la hija de Lavrans, por la que le sería concedido el Premio Nobel de Literatura en 1928. La narración del destino de esta valerosa mujer, a través de todas sus edades, se convierte en una de las novelas más bellas que se han escrito sobre la Edad Media. El lector sigue con fascinación la vida y las pruebas a las que es sometida Cristina, desde su matrimonio por amor en la Noruega medieval, al conocer al caballero Erlend, a su vida como madre impetuosa y creyente devota. Al rechazar al hombre que su padre había elegido para ella, Cristina cambiaría el curso de su vida. Pero la pasión dura poco tiempo y dará paso inevitablemente al desorden.
En el primer tomo, La Corona, nos encontramos a comienzos del siglo XIV, en Noruega. A este volumen le seguiría el titulado La mujer y por fin un tercero, La Cruz. En esos tiempos, el Dios de los cristianos reina sin oposición sobre ciudades y pueblos. Pero en los bosques profundos, siguen habitando los antiguos dioses paganos y los pequeños genios del bosque que viven alrededor de los arroyos sinuosos, los claros soleados y los árboles venerables.
En un pueblo envuelto entre brumas, perdido en medio de una naturaleza esplendorosa, conoceremos a la rebelde y apasionada Cristina. Una joven que está marcada por el sello de la diferencia desde una edad temprana cuando se encontró con la Reina de los Elfos en las orillas cubiertas de musgo de un arroyo. Muy pronto conocerá las cargas sociales y los mandatos religiosos de un siglo en el que el individuo tiene muy poca importancia y en el que las mujeres carecen de derechos. Obligada a casarse a los quince años por su padre que, sin embargo, es un hombre afectuoso y tolerante, con un rico heredero, la indómita y orgullosa Cristina, rechaza el camino que otros le han trazado. Por amor al apuesto Erlend, optará resueltamente hacia una senda problemática, corriendo el riesgo de convertirse en una réproba. Sin embargo, asumirá todos los riesgos con una alegría feroz, porque a fin de cuentas es ella, mucho más que Erlend, la que lo pone todo en juego en esta loca historia de amor.
Enseguida, conforme avance esta trilogía, el lector se verá atrapado por el carisma subyugante de su protagonista y heroína a medida que se va liberando, no sin miedo, de la tiranía de las restricciones y tabús, entre hombres y mujeres continuamente divididos entre sus impulsos y las prohibiciones religiosas, y en medio de una naturaleza deslumbrante, majestuosamente descrita por Undset. El gran novelista americano William T. Vollman diría de esta trilogía de Sigrid Undset y de su inolvidable heroína: «Mi heroína favorita de la ficción es la tenaz, sensual, devastadora y, en definitiva, sólida Cristina Lavrans, de Sigrid Undset. Su trilogía merece muchas relecturas. De inmediato, uno se identifica de alguna manera con esta hija de la Noruega medieval; muy pronto uno la compadece en sus sufrimientos, en su fe y lealtad».
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Hija de una danesa y de un padre célebre arqueólogo, del que heredaría su pasión por la Historia y la investigación, la escritora noruega y Premio
Hija de una danesa y de un padre célebre arqueólogo, del que heredaría su pasión por la Historia y la investigación, la escritora noruega y Premio Nobel de Literatura de 1928 Sigrid Undset nació en Kalundborg, Dinamarca, en 1882, aunque se trasladaría con sólo dos años con su familia a vivir a Oslo. Fallecida en 1949, en Lillehammer, Noruega, compartiría en el siglo XX el galardón otorgado por la Academia sueca con sus compatriotas Björnstjerne Björnson (1903) y con Knut Hamsun (1920), del que siempre le separó la naturaleza huraña y misántropa de su pensamiento. En realidad, desde su entrada en la escena literaria, Sigrid Undset lucharía con pasión contra el individualismo feroz y naturalista de Knut Hamsun, su gran oponente literario y de pensamiento. El pensamiento de Hamsun, que encarnaba una especie de embriaguez instintiva e irracional o, si se prefiere, un radicalismo interior poseído tan solo por las pulsiones del placer o el sufrimiento, le parecía a una escritora como Undset, de aliento espiritual y de fe en el amor, en la solidaridad y en lo colectivo, como algo que tan solo extraviaba al ser humano de lo que tenía que ser la búsqueda de la lucidez, la claridad y la comprensión.
Undset se haría famosa en su día por la exacta y minuciosa reconstrucción de la Noruega medieval, a la que dedicó grandes y ambiciosos ciclos novelescos como el que está considerado su obra maestra, la trilogía Cristina, hija de Lavrans (publicada entre 1920 y 1922), ahora recién aparecida en la editorial Encuentro, con una traducción de Rosa de Naveira. A lo largo de su vida, esta autora desarrolló intensamente su fascinación por la historia medieval, por las sagas, baladas y mitología en general de Escandinavia. Algo que fue alternando con temas contemporáneos y de lo que podría denominarse una «épica doméstica».
Abordando un análisis psicológico en profundidad de los problemas con los que se encontraban las heroínas de comienzos de siglo, visibles, sobre todo, en sus primeras obras (por ejemplo en La señora Marta Ulia, de 1907, que sería la representación de la mujer moderna y trabajadora de los suburbios grises y mustios de Oslo, o bien en la escandalosa Jenny, de 1911, que narraba las peripecias y el trágico fin de una joven pintora noruega, estudiante en Roma y frecuentadora de la bohemia local, que se queda embarazada) y sin ser una feminista en el sentido convencional, Undset, quizá a causa de su propia biografía de madre de tres hijos, uno de ellos discapacitado, inmersa en un matrimonio desgraciado, nunca dejó de tener una gran lucidez acerca del duro camino que tenían que afrontar muchas mujeres de su tiempo. Ya en 1907, Sigrid Undset había publicado una novela corta realista cuyas primeras palabras conmocionaron al público de la época: «Le he sido infiel a mi marido».
Mujeres divididas sin cesar entre la defensa del hogar, la maternidad, sus más profundas aspiraciones y la conciencia de esa faz cruel y destructora que en ocasiones puede adquirir el amor. «Una vida erótica y unos problemas comunes a los dos sexos –como dijo el presidente de la Academia sueca, en el momento de la concesión del Nobel– que se encuentran también, casi sin variación alguna, en sus novelas históricas». Convertida al catolicismo desde 1924, religión minoritaria en un país de mayoría protestante, este hecho, de una u otra forma, estaría muy presente en su obra.
Tras esta conversión, el matrimonio de Undset fue disuelto por la iglesia, ya que su marido se había casado anteriormente con una mujer que aún vivía. Sigrid Undset había conocido a su marido, el pintor noruego Anders Castus Svarstad, en Roma. Se casaron en 1912 en Bélgica, y se establecieron durante seis meses en Londres. El primer hijo de la pareja nacería en Roma en 1913. Pronto, Sigrid tiene que administrar una casa donde también viven los tres hijos de Svarstad de su primer matrimonio, mientras continúa escribiendo y a la vez se involucra en el debate público sobre la emancipación de la mujer. En 1919, mientras esperaba su tercer hijo, se mudó a Lillehammer, ya por su cuenta, sin depender de su marido.
Sería su espléndida novela La zarza ardiente, de 1930 (continuación de Gymnadenia, La orquídea blanca, de 1929) la que narraría de forma explícita la conversión de un joven, sellando así, literariamente hablando, el trascendental hecho de su vida que fue su conversión al catolicismo. Ambientada en la Primera Guerra Mundial, en esta novela se contaba la historia de Paul Selmer, un hombre de negocios que ha evitado entregarse al tráfico especulativo, como es frecuente que se dé en los períodos revueltos de guerra en Europa. Ya casado, Selmer reencuentra a un apasionado amor de su juventud, suceso que de forma involuntaria acabará en tragedia.
Algunos temas recurrentes en sus novelas serán los remordimientos y los reproches que la mujer moderna debe dirigirse a sí misma cuando las pruebas que atraviesa día a día no se ven superadas y la sombra del fracaso siempre está presente. Sin embargo, aun así, una y otra vez, sigue existiendo dentro de cada una de estas heroínas una formidable reserva de combatividad ante la adversidad que la autora retrató simbólicamente, se tratara de la época de la que se tratara, para describir con más intensidad el tiempo presente.
Por otro lado, algo sumamente interesante en la vida de esta autora sería la posición política y el firme compromiso con la libertad que adquiriría, sin dudarlo un momento, en la negra etapa de la Segunda Guerra Mundial. Poseedora desde hacía años del premio Nobel, su actitud y su propagandismo a favor de los Aliados, a través de aulas universitarias y salas de conferencias durante la guerra, y su exilio fuera de Noruega, haría que a su regreso a su patria fuera condecorada por el gran coraje demostrado durante la contienda con la Gran Cruz de San Olaf.
Opuesta a la ideología nacional-socialista desde 1931, antes ya de la fundación en 1933 del partido fascista Nasjonal Samling del primer ministro, el nazi y colaboracionista Vidkun Quisling (fusilado tras la guerra) Undset se unió a la Resistencia en cuanto Noruega fue ocupada por los alemanes. Su hijo mayor, Anders, murió en combate en Gausdal en 1940. Destacada opositora crítica con los nazis, sus libros fueron prohibidos en Alemania y las autoridades noruegas le aconsejaron huir del país si quería salvar su vida y la de los suyos. Los alemanes ocuparon su casa de Bjerkebaek, destrozando su escritorio y todo lo que encontraron a su paso. Fue entonces cuando emprendió la fuga, junto a toda su familia, para ponerse al servicio de la Resistencia noruega en el exterior y del rey exilado en Inglaterra. Pasando primero por Suecia y luego por Rusia y Japón, por fin llegó a los Estados Unidos, en 1941. Allí se instaló en un pequeño apartamento de Brooklyn y no cesó de participar en actividades, haciendo grandes amistades entre escritores, como es el caso de Willa Cather, gran admiradora de sus novelas. Muy agradecida con el público americano que la había acogido tan calurosamente, llegó a escribir directamente en inglés una de las obras de más éxito y más traducidas de su carrera, la excelente Happy Times in Norway (de 1942), que giraba en torno a los años anteriores a la guerra.
Otro libro escrito directamente en inglés, el mismo año, sería Return to Future, unas memorias que narrarían la odisea sufrida por ella y su familia al escapar de Noruega y, a través de Europa, llegar a América, así como el viaje de vuelta. Ironías de la vida (o de los gustos literarios de cada época) el noruego Knut Hamsun (1859-1952), que en su día fue un ferviente y muy lamentable defensor y colaborador de los nazis, después de décadas de ostracismo, sería más tarde reivindicado universalmente, cosa que, en cambio, no sucede lo mismo con la valerosa y muy comprometida Undset que, aunque magnífica escritora, nunca gozaría de una parecida difusión internacional.
La obra maestra de Sigrid Undset sería su trilogía titulada Cristina, la hija de Lavrans, por la que le sería concedido el Premio Nobel de Literatura en 1928. La narración del destino de esta valerosa mujer, a través de todas sus edades, se convierte en una de las novelas más bellas que se han escrito sobre la Edad Media. El lector sigue con fascinación la vida y las pruebas a las que es sometida Cristina, desde su matrimonio por amor en la Noruega medieval, al conocer al caballero Erlend, a su vida como madre impetuosa y creyente devota. Al rechazar al hombre que su padre había elegido para ella, Cristina cambiaría el curso de su vida. Pero la pasión dura poco tiempo y dará paso inevitablemente al desorden.
En el primer tomo, La Corona, nos encontramos a comienzos del siglo XIV, en Noruega. A este volumen le seguiría el titulado La mujer y por fin un tercero, La Cruz. En esos tiempos, el Dios de los cristianos reina sin oposición sobre ciudades y pueblos. Pero en los bosques profundos, siguen habitando los antiguos dioses paganos y los pequeños genios del bosque que viven alrededor de los arroyos sinuosos, los claros soleados y los árboles venerables.
En un pueblo envuelto entre brumas, perdido en medio de una naturaleza esplendorosa, conoceremos a la rebelde y apasionada Cristina. Una joven que está marcada por el sello de la diferencia desde una edad temprana cuando se encontró con la Reina de los Elfos en las orillas cubiertas de musgo de un arroyo. Muy pronto conocerá las cargas sociales y los mandatos religiosos de un siglo en el que el individuo tiene muy poca importancia y en el que las mujeres carecen de derechos. Obligada a casarse a los quince años por su padre que, sin embargo, es un hombre afectuoso y tolerante, con un rico heredero, la indómita y orgullosa Cristina, rechaza el camino que otros le han trazado. Por amor al apuesto Erlend, optará resueltamente hacia una senda problemática, corriendo el riesgo de convertirse en una réproba. Sin embargo, asumirá todos los riesgos con una alegría feroz, porque a fin de cuentas es ella, mucho más que Erlend, la que lo pone todo en juego en esta loca historia de amor.
Enseguida, conforme avance esta trilogía, el lector se verá atrapado por el carisma subyugante de su protagonista y heroína a medida que se va liberando, no sin miedo, de la tiranía de las restricciones y tabús, entre hombres y mujeres continuamente divididos entre sus impulsos y las prohibiciones religiosas, y en medio de una naturaleza deslumbrante, majestuosamente descrita por Undset. El gran novelista americano William T. Vollman diría de esta trilogía de Sigrid Undset y de su inolvidable heroína: «Mi heroína favorita de la ficción es la tenaz, sensual, devastadora y, en definitiva, sólida Cristina Lavrans, de Sigrid Undset. Su trilogía merece muchas relecturas. De inmediato, uno se identifica de alguna manera con esta hija de la Noruega medieval; muy pronto uno la compadece en sus sufrimientos, en su fe y lealtad».
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