Se dice que el crimen nunca descansa. Superman, por tanto, tampoco. Como para no estar agotado de vez en cuando. Y más después de neutralizar un meteorito con restos de kryptonita. Hasta los superpoderes le piden reposo: tras el colosal esfuerzo, han quedado anulados temporalmente. Seis horas y 35 minutos, en concreto, según le comunica Batman por radio. Sentado en la cumbre de una montaña que no conoce, el hombre de acero pide entonces más detalles a su amigo.
Jorge Jiménez lleva al héroe a descubrir la Alhambra en el capítulo español de una antología con 15 historias ambientadas en países distintos, de la mano de artistas locales
Se dice que el crimen nunca descansa. Superman, por tanto, tampoco. Como para no estar agotado de vez en cuando. Y más después de neutralizar un meteorito con restos de kryptonita. Hasta los superpoderes le piden reposo: tras el colosal esfuerzo, han quedado anulados temporalmente. Seis horas y 35 minutos, en concreto, según le comunica Batman por radio. Sentado en la cumbre de una montaña que no conoce, el hombre de acero pide entonces más detalles a su amigo.
― ¿Me puedes decir dónde estoy exactamente?
― En el sur de España.
― Andalucía, ¿no?
― Granada, para ser exactos.
Siempre cabe envidiarle muchas cosas a Superman. El cómic de Jorge Jiménez le regala hasta un plan muy apetecible: aprovechar su parón obligado para callejear una de las ciudades más bellas del planeta. “Quería que fuera una carta de amor a mi tierra y a mi personaje favorito”, apunta al teléfono el autor, encargado del capítulo español de la antología Superman: el mundo (Panini), a la venta desde el 26 de junio. Una quincena de historias, en otros tantos países, de Argentina a México, de Japón a Camerún, de India a Italia, siempre de la mano de artistas locales. El hombre de acero descubrirá así el mate, los dioses aztecas o el Patio de los leones de la Alhambra. Justo antes de que, el 11 de julio, regrese al cine, en la esperada película de James Gunn.

Cuando la editorial DC le ofreció el encargo, Jiménez tuvo claras dos respuestas. Un sí inmediato. Y la localización. En 2021, la primera antología de este estilo, Batman: el mundo, llevó al murciélago a conocer Benidorm y un enemigo inesperado: el aburrimiento. Una historia “menos superheroica y más humana”, como la definía su responsable, Paco Roca. El año pasado, el periplo mundial le tocó a Joker. Y David Rubín, encargado de guion y dibujos, optó por llevárselo a Madrid y a la política. “Si siguiera una semana más aquí me elegirían alcalde”, decía el príncipe del crimen, asombrado por el descontrol en la capital española. Jiménez, ante la misma oportunidad, pidió “por favor” que le dejaran ambientarlo en Granada. Así fue. Y entonces se quedó “en shock”. “Empezó el reto. Igual dije que sí muy pronto. Y ahora qué cuento en 10 páginas…”, apunta.
El artista sabía que debía mostrar el encuentro entre dos monumentos: Superman y la Alhambra. Y, por supuesto, en el tebeo el héroe queda fascinado por los placeres y lugares más célebres de Granada. El dibujante trató de evitar, sin embargo, excesivos clichés. Y, pese a la entusiasta tormenta de ideas que se desató en su entorno más cercano, se fio de su instinto: “En 10 páginas no cabe toda la ciudad, o lo que yo siento por ella. Ni quería centrarme demasiado en la Alhambra, por obvio. Me dejé llevar por lo que suponen para mí Granada y Superman. Y pensé que tienen en común la luz. Quería transmitir buen rollo, sin pretensiones. Que su lectura saque una sonrisilla, la gente de Andalucía se sienta identificada, y sirva como un pequeño suvenir, con algo de corazón, que te puedas llevar de regalo”.

Así que en las viñetas hay postales icónicas, como el paseo de los Tristes o la catedral; música y gastronomía locales seducen hasta al hombre de acero; pero, además, Jiménez ha salpicado las páginas de referencias autóctonas y personales. Como la camiseta que viste una niña. O la guasa escéptica que acoge al héroe por la calle, como si fuera “un zumbao disfrazado”. He aquí un homenaje a la también célebre “mala follá” lugareña. Todo bañado en tonalidades luminosas y puras, que Jiménez decidió con el colorista, el también granadino Alejando Sánchez.
“Superman tiene un mensaje muy claro y coherente, el de la esperanza. Y en este mundo de ahora es esencial. Quiere inspirar a nuevas generaciones a que sonrían cuando lo vean y sientan que pueden ser como él. Es lo que traté de reflejar, y que sea un cómic familiar, que pueda leer y disfrutar un niño, un adolescente o un adulto”, agrega Jiménez. El creador conoce Granada desde hace 39 años, cuando nació en el municipio de Cádiar, de la provincia. Casi igual de largo es su idilio con el personaje: dice que se enamoró con la película de Richard Donner, uno de sus primeros recuerdos, cuando tenía tres o cuatro años. Empezó a dibujarlo por su cuenta, “un millón de veces”. Pero resultó que él también tenía un superpoder. Y terminó encargado de los cómics oficiales de Superman, en los que lleva casi tres lustros. Tanto como para que en DC se fiaran ciegamente: dice que le dejaron libertad absoluta para Superman en Granada.
La tercera entrega de la antología da fe de que la idea de la gira global de grandes iconos funciona. Aunque, con tantas décadas a sus espaldas, no son ni muchos menos las primeras ocasiones en que los mitos de Marvel y DC se asoman por Europa y, en particular, España. Spiderman ha peleado en Londres y sobrevolado Notre Dame en París, igual que Catwoman sustituyó Gotham por Roma. Y uno de los primeros supervillanos de Los cuatro fantásticos era de Zaragoza. Se llama Diablo y es un brujo del siglo IX creado por Stan Lee y Jack Kirby que vendió su alma a Mefisto. Desde su presentación en 1964, Esteban Corazón de Ablo ha hecho más de 80 apariciones.

Le siguieron personajes secundarios como El Águila (al que se vio en la serie de televisión Hulka), los mutantes Gideón y Fabián Cortéz (con sangre real) y hasta el torero El Matador, enemigo de Daredevil. La España de DC vio nacer a la modelo y heroína Pulsión, o el villano Padre Valley de Batman, que planea desde un monasterio español. Y fue otro villano español, Vargas, quien empujó a la Patrulla X a Valencia, donde los mutantes se encontraron con la mismísima Guardia Civil. El dibujante valenciano Salvador Larroca se encargó de llevar a Bestia, Tormenta o Pícara a paisajes como las Torres de los Serranos.
De hecho, los cameos de ciudades españolas comenzaron a prodigarse en viñetas a raíz del éxito de tantos artistas nacionales en las dos grandes editoriales. Pepe Larraz se asomó a Madrid en su etapa con los X-men; David Aja llevó a Kingpin a la Costa da Morte en Daredevil; David Baldeón introdujo el Barri Gòtic de Barcelona y a los Mossos en Dominó, y en su Invencible Iron Man, Larroca no solo hacía explotar la Ciudad de las Artes y las Ciencias, sino que se colaba en la redacción de EL PAÍS. En Mazarrón (Murcia), los Seis siniestros derrotaron a Los Vengadores en Amazing Spider-Man 684, y, recientemente, el madrileño Xermanico dibujó una batería central de los Linternas Verde en el gallego Monte de Sante Trega. Como buen británico rubio, John Constantine se dejó ver por Ibiza o en el Santiago Bernabéu en Hellblazer. Y en El extranjero, Marcos Martín llevó a los zombis de The Walking Dead a Barcelona, adonde acudía Batman en El caballero del Dragón.

También la historia de la península Ibérica ha hecho mella en la vida de los superhéroes. Lobezno se quedó atrapado en el tiempo, en 1936, para luchar contra el fascismo en el Gernika de la Guerra Civil en Sangre, arena y garras: mucho folclore, toros y hasta un cameo de Ernest Hemingway y Ricky Blair. Y en 1602, la adaptación superheroica a los tiempos de la conquista de Neil Gaiman, los mutantes eran parte de la corona española con el profesor Carlos Javier al mando.
“Muchos genios han pasado por estos personajes, estamos subidos en hombros gigantes que te hacen más pequeño. Pero trato de pensar que si me han escogido a mí por algo será, e intento ser fiel a mi visión”, reflexiona Jiménez. El artista celebra el formato de antología global por la variedad de voces y estilos que refleja. Él tiene previsto presentar su obra en la propia Alhambra, y pasarse a firmar por todas las tiendas de tebeos de la ciudad: “Espero que también gente que no necesariamente lee cómics, aunque solo sea por la gracia de que viene Superman a España, se acerque a comprarlo”. Los granadinos podrán sentirse orgullosos. Y, por una vez, más afortunados incluso que el superhéroe: las maravillas que él descubre por casualidad, ellos las tienen todos los días.
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