Hay una generación de directores, como James L. Brooks, Sydney Pollack y el ahora fallecido Rob Reiner, que han sabido navegar entre géneros y formato, ponerse delante y detrás de las cámaras, producir y dirigir filmes y series para el gran público sin perder un ápice de calidad, incluso de cierta autoría, en un Hollywood por el que les costó navegar. Reiner, asesinado junto a su esposa ayer domingo en su casa en Brentwood, es uno de esos grandes del que es complicado escoger 10 títulos. Porque a Reiner le movieron distintas pasiones como narrador: en los últimos años se había centrado en comedias románticas (amante de la vida, hasta le gustaba componer y cantar) y en cine político histórico (como eco de sus profundas convicciones demócratas). Y había vuelto a sus orígenes con las filmaciones a la falsa banda de rock Spinal Tap, película con la que, por desgracia y abruptamente, se cierra su carrera.
El cineasta, hijo de dos leyendas de la comedia y él mismo actor en distintas etapas, ha sido un pilar fundamental en la comedia romántica en Hollywood
Hay una generación de directores, como James L. Brooks, Sydney Pollack y el ahora fallecido Rob Reiner, que han sabido navegar entre géneros y formato, ponerse delante y detrás de las cámaras, producir y dirigir filmes y series para el gran público sin perder un ápice de calidad, incluso de cierta autoría, en un Hollywood por el que les costó navegar. Reiner, asesinado junto a su esposa ayer domingo en su casa en Brentwood, es uno de esos grandes del que es complicado escoger 10 títulos. Porque a Reiner le movieron distintas pasiones como narrador: en los últimos años se había centrado en comedias románticas (amante de la vida, hasta le gustaba componer y cantar) y en cine político histórico (como eco de sus profundas convicciones demócratas). Y había vuelto a sus orígenes con las filmaciones a la falsa banda de rock Spinal Tap, película con la que, por desgracia y abruptamente, se cierra su carrera.
This Is Spinal Tap (1984). Su primera película fue el falso documental This Is Spinal Tap. El filme, que abrió un nuevo género en Hollywood, sigue las desventuras de la ficticia banda británica de rock metalero Spinal Tap (a la que brillantemente encarnan Christopher Guest, Michael McKean y Harry Shearer) en una lamentable gira por Estados Unidos para promocionar su nuevo álbum, Smell the Glove. Reiner, encima, interpreta al director Marty Di Bergi, que entrevista a la banda mientras las cosas se tuercen. Este pasado septiembre, porque el filme se convirtió en un título de culto y sus creadores nunca ganaron dinero con él, se estrenó la segunda parte, Spinal Tap II: El final continúa, que reúne a la banda décadas más tarde.
Cuenta conmigo (1986). Primer acercamiento de Reiner al mundo de Stephen King, a través de la historia de cuatro chicos de Maine que en 1959 deciden buscar el cadáver de un niño desaparecido. Lo cuenta uno de ellos, décadas más tarde, devenido en escritor de éxito, que así rememora su infancia. Candidatura de Reiner al Oscar a mejor guion adaptado, otro de sus filmes que se convirtió en clásico instantáneo.
La princesa prometida (1987). La leyenda. El filme en el que la nostalgia y la historia confluyen en estado de gracia. El origen fue el libro del guionista William Goldman, que él mismo adaptó a la pantalla. Todo es perfecto, desde el tono de cuento que un abuelo le cuenta a su nieto, a la belleza de la princesa Buttercup, el ñoñerío del amor de Westley y su “Como desees”, el genio siciliano, el brujo al que encarna Billy Crystal, Manty Patinkin con su “Soy Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate morir”… La cúspide de la comedia de aventuras.
Cuando Harry encontró a Sally (1989). Los pasos de Reiner se cruzaron con los de otra fuerza de la naturaleza creativa, la guionista Nora Ephron, de quien llevó a la pantalla un libreto perfecto para su amigo Billy Crystal. La historia de amistad entre un hombre y una mujer, que se cuentan sus intimidades durante años mientras se van enamorando. Meg Ryan nunca estuvo mejor que con su falso orgasmo en una mesa de Katz’s.
Misery (1990). Reiner vuelve a Stephen King, aquí en versión terror duro. Una fan fatale secuestra, al principio sin que él se percate, a su escritor favorito. Kathy Bates ganó el Oscar a la mejor actriz, y a King le gustó tanto su trabajo que le escribió más personajes para ella.
Algunos hombres buenos (1992). Esta obra de teatro de Aaron Sorkin supuso un gran giro en la carrera de Reiner, que entró así de refilón en la política. Sorkin se basó en un incidente ocurrido en la base de Guantánamo que le había contado su hermana. En el cine, Tom Cruise encarnó a ese militar abogado abocado a un juicio imposible, y Jack Nicholson, al coronel responsable de un código rojo contra un soldado. Una curiosidad: un ejecutivo del estudio apuntó que si los personajes de Cruise y Demi Moore no se acostaban, por qué contrataban a la actriz, a lo que Sorkin respondió que las mujeres tienen más propósitos vitales que acostarse con Cruise. Reiner apretó a Nicholson, y este siempre lo recordó agradecido (repitieron en Ahora o nunca).
Un muchacho llamado Norte (1994). El entonces actor infantil Elijah Wood encarna a un niño que, harto de la negligencia de sus padres, se lanza a buscar unos nuevos por todo el mundo. Reiner afina un tono entre paródico y melancólico.
El presidente y miss Wade (1995). Sorkin y Reiner se reencuentran en esta comedia romántica sobre un presidente de EE UU viudo. Escrita y estrenada durante la presidencia Clinton, que apoyó el rodaje, a Sorkin le picó el gusanillo: años después estrenaría la serie El ala Oeste de la Casa Blanca, rodando en los mismos decorados y recuperando a Martin Sheen, que aquí encarna al jefe de gabinete de Michael Douglas, y que luego daría vida al presidente Bartlett.
Dicen por ahí (2005). Puede que la premisa sea mejor que el resultado, aunque como siempre en Reiner, la comedia romántica marcha a toda máquina. La premisa: ¿Y si El graduado —novela y filme— se basara en hechos reales y una chica (Jennifer Aniston) descubriera que su familia es el origen de aquel escándalo? Su madre murió, pero la señora Robinson sigue viva (la encarna Shirley MacLaine), y el amante juvenil ya es talludito y le interpreta Kevin Costner. Y hay química entre ese galán maduro y la que podría ser su hija. Hubo un momento en que los actores originales (Dustin Hoffman y Anne Bancroft) iban a repetir sus roles, pero Bancroft murió y Hoffman adujo que sin ella no tenía sentido. Reiner entró en la dirección a 12 días de empezar el rodaje: hizo lo que pudo.
Being Charlie (2015). No es su mejor película, pero en Being Charlie contó el drama de su hijo pequeño, Nick, adicto a las drogas durante muchos años. El mismo Nick, sospechoso ahora de haber acuchillado y asesinado a sus padres, participó en el guion. Y como padre desesperado, en este caso un aspirante a gobernador, eligió como actor a Cary Elwes, en claro guiño a La princesa prometida.
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