‘La acusación’: estupendo ‘thriller’ de instituto sobre la forja moral de la sociedad actual

“Si mientes, te mato. Y si miente él, lo mato a él”. La frase, lanzada por el hermano mayor de una adolescente hacia ella misma y hacia el profesor de Lengua y Literatura al que acusa de acoso sexual, funciona como un disparo seco en el arranque de La acusación, y a la vez como síntesis brutal de lo acontecido después. En ese callejón sin salida emocional y social, donde ni la duda ni la verdad encuentran refugio, se mueve esta película francesa dirigida por Teddy Lussi-Modeste y coescrita por Audrey Diwan (El acontecimiento), inspirada en hechos reales, y construida como un thriller policial de instituto.

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La acusación

Dirección: Teddy Lussi-Modeste.

Intérpretes: François Civil, Toscane Duquesne, Shain Boumedine, Mallory Wanecques.

Género: drama. Francia, 2024.

Duración: 92 minutos.

Estreno: 11 de julio.

 

 El profesor se convierte en figura trágica: ambicioso en sus ideales pedagógicos, pero torpe en sus gestos. Su deseo de educar desde la confianza resulta casi quijotesco  

Crítica de cine
Crítica

Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El profesor se convierte en figura trágica: ambicioso en sus ideales pedagógicos, pero torpe en sus gestos. Su deseo de educar desde la confianza resulta casi quijotesco

Tráiler de ‘La acusación’

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François Civil, en ‘La acusación’.
Javier Ocaña

“Si mientes, te mato. Y si miente él, lo mato a él”. La frase, lanzada por el hermano mayor de una adolescente hacia ella misma y hacia el profesor de Lengua y Literatura al que acusa de acoso sexual, funciona como un disparo seco en el arranque de La acusación, y a la vez como síntesis brutal de lo acontecido después. En ese callejón sin salida emocional y social, donde ni la duda ni la verdad encuentran refugio, se mueve esta película francesa dirigida por Teddy Lussi-Modeste y coescrita por Audrey Diwan (El acontecimiento), inspirada en hechos reales, y construida como un thriller policial de instituto.

La premisa, en apariencia sencilla, se enmaraña pronto: un profesor querido, entregado, que trata de motivar a sus alumnos con métodos poco ortodoxos —una salida a tomar un kebab con los mejores de clase, una interpretación entusiasta de un poema de Pierre de Ronsard sobre la seducción— es acusado por una alumna tímida, introvertida y aún en proceso de formación personal. Desde el primer trecho del relato, el espectador sabe algo crucial: el acusado es homosexual y vive con su pareja, pero se niega a utilizar esa información como estrategia de defensa. “No diré que soy gay solo para salvarme”, afirma, apelando a una autoestima que, en este entorno, puede ser un lujo o una trampa.

Y ahí aparece uno de los grandes temas de la película: la dignidad, no como gesto altivo sino como conflicto moral. ¿Hasta qué punto debe uno traicionar su intimidad para defenderse en un entorno que ya ha emitido su juicio? Porque la indefensión del docente es tan palpable como la torpeza con la que se gestiona el escándalo. La dirección del instituto y el claustro de profesores, que al principio lo apoyan, enseguida se repliegan; las autoridades educativas y policiales hacen del protocolo su escudo; y las alumnas más populares convierten el aula en un circo de insolencia donde el respeto es un concepto arqueológico. Como ocurría en La caza, de Thomas Vinterberg, o más recientemente en Sala de profesores, de İlker Çatak, La acusación no busca tanto resolver un caso como observar sus efectos colaterales.

François Civil, en 'La acusación'.

El profesor, interpretado con contención y carisma por François Civil, se convierte en figura trágica: ambicioso en sus ideales pedagógicos, pero torpe en sus gestos. Su deseo de ser diferente, de educar desde la confianza y no desde el miedo, resulta casi quijotesco. Y sí, comete errores. Y hasta pierde los papeles. Pero, ¿quién no los perdería ante la humillación pública, la sospecha perpetua, la adolescencia como turba?

Lussi-Modeste, que deja el juicio para el espectador, opta por una puesta en escena funcional, sin alardes, con cámara ágil y libre, casi documental en su acercamiento a la clase, consciente de que lo esencial no está en cómo se filma sino en la complejidad de las situaciones. El guion, con diálogos precisos y realistas, se apoya con inteligencia en la poesía de Pierre de Ronsard para hablar de la seducción, de la belleza, y también de la peligrosa frontera entre lo poético y lo impropio.

Pero si La acusación se instala en la memoria es por su mirada incómoda y valiente sobre un sistema que responde con más reflejos legales que humanos. Aquí no se trata de elegir entre víctima y verdugo, sino de comprender que a veces las estructuras están tan enfermas como los individuos que las habitan. Y en ese instituto —microcosmos feroz de la sociedad en que vivimos— todos fallan: los adultos, los adolescentes, los protocolos, la confianza. Más allá de culpables o inocentes, de juicios ganados o reputaciones hundidas, lo que se juega en La acusación es algo más profundo: qué tipo de sociedad estamos construyendo. Y sobre todo, qué clase de ciudadanos —ingenuos, crueles, o simplemente perdidos— estamos formando para habitarla.

La acusación

Dirección: Teddy Lussi-Modeste.

Intérpretes: François Civil, Toscane Duquesne, Shain Boumedine, Mallory Wanecques.

Género: drama. Francia, 2024.

Duración: 92 minutos.

Estreno: 11 de julio.

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Sobre la firma

Javier Ocaña

Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de ‘Hoy por hoy’, en la SER y de ‘Historia de nuestro cine’, en La2 de TVE. Autor de ‘De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos’. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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Mads Mikkelsen, en 'La caza'.
Eddie Peng, en 'Black Dog'.

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