El periplo por el mundo de las otras obras del monasterio de Sijena

La historia de cómo unas monjas se deshicieron de una gran parte del patrimonio del Real Monasterio de Sijena, en Huesca, ha vuelto a convertirse en un encarnizado debate cultural, político y judicial entre el Gobierno de Aragón, el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), Patrimonio Nacional y la Generalitat. Una sentencia del Tribunal Supremo avaló el 28 de mayo que los murales que expone el MNAC vuelvan a su lugar de origen. Pero estas no son las únicas obras que se dispersaron del que fue un gran centro religioso y cultural desde el siglo XII. Otras piezas del monasterio emprendieron distintos periplos por España y por el mundo desde el siglo XIX hasta 2018, cuando el Museo Meadows de Dallas, en Estados Unidos, fue una de las últimas instituciones culturales en adquirir una pintura salida del edificio oscense.

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Tabla ‘La natividad’, del maestro Rodrigo de Sajonia, perteneciente al retablo del Monasterio de Sijena. Cortesía: Museo del Prado.Tabla ‘La adoración de los Reyes Magos’, perteneciente al retablo del Monaterio de Sijena. Crédito: Kevin Todora (Cortesía del Museo Meadows de Dallas, EE UU).Tabla ‘La ascensión del señor’, del maestro Rodrigo de Sajonia, perteneciente al retablo del Monasterio de Sijena. Cortesía del Museo de Santa Cruz de Toledo.Tabla ‘Jesús entre los doctores’, del maestro Rodrigo de Sajonia, perteneciente al retablo del Monasterio de Sijena.  Depósito del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) en el Museo de Lleida. Cortesía: Museo de Lleida.A la izquierda, el Trono prioral de Blanca de Aragón y Anjou, en madera policromada, y a la derecha, la figura ‘Marededéu’, del taller de Alemania meridional, en madera policromada. Cortesía: Museo de Lleida.

Formato:

Brenda Valverde Rubio

Diseño:

Ana Fernández

Desarrollo:

Carlos Muñoz

 El patrimonio de este centro cultural se dispersó por distintas ciudades. Seguimos el recorrido de algunas de las piezas hasta que volvieron a recalar en instituciones españolas  

La historia de cómo unas monjas se deshicieron de una gran parte del patrimonio del Real Monasterio de Sijena, en Huesca, ha vuelto a convertirse en un encarnizado debate cultural, político y judicial entre el Gobierno de Aragón, el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), Patrimonio Nacional y la Generalitat. Una sentencia del Tribunal Supremo avaló el 28 de mayo que los murales que expone el MNAC vuelvan a su lugar de origen. Pero estas no son las únicas obras que se dispersaron del que fue un gran centro religioso y cultural desde el siglo XII. Otras piezas del monasterio emprendieron distintos periplos por España y por el mundo desde el siglo XIX hasta 2018, cuando el Museo Meadows de Dallas, en Estados Unidos, fue una de las últimas instituciones culturales en adquirir una pintura salida del edificio oscense.

El conocido como tesoro de Sijena empezó a desmembrarse cuando el Barroco irrumpió en España. En ese momento el estilo renacentista pasó de moda y, en consecuencia, el retablo mayor del monasterio, diseñado por el conocido como maestro de Sijena, identificado por un documento notarial como Rodrigo de Sagonia, entre 1515 y 1520, se desmontó para actualizarlo según dictaba la nueva moda barroca. Las tablas de este importante espacio se descolgaron y se guardaron.

“Probablemente, salieron antes de 1923, momento en el que el monasterio es declarado como monumento nacional”, ha explicado en diversas entrevistas Joaquín Español, abogado que ha llevado el caso. “Muchas se adquirieron en terceras y cuartas compras, por lo que no es tan fácil reclamarlas”.

Este es el viaje que hicieron por el mundo las denominadas “otras obras” de Sijena que, por el momento, no están en disputa legal.

Museo del Prado

La Natividad

Tabla ‘La natividad’, del maestro Rodrigo de Sajonia, perteneciente al retablo del Monasterio de Sijena. Cortesía: Museo del Prado.

En 2003, el Museo del Prado ejerció su derecho de tanteo y adquirió en una subasta de la Sala Alcalá (Madrid) la tabla La Natividad por 90.000 euros, según un documento oficial que la pinacoteca compartió en su cuenta de Twitter en aquel momento.

La pieza procede del retablo mayor del Panteón Real del Monasterio de Sijena y fue vendida por las monjas sanjuanistas, lo que no se sabe con precisión es la fecha de su salida de este centro. En el siglo XVIII comenzó un periplo que llegó hasta 2003, cuando la pieza entró en el Prado.

En 1926, el historiador de arte August Mayer publicó un artículo en el que asegura que la obra la compró el anticuario A. L. Nicholson, que fue quien la puso en venta en Londres. La siguiente pista aparece en1944.Ese año, el coleccionista Arnold Seligmann la incluye en la Gran Exposición de Cuadros de fama Mundial en los Salones de Galerías Ordáz, enCiudad de México. Después de aquella venta, apareció en Madrid.

La pieza del Prado, que muestra a la Sagrada Familia con el niño tumbado en el suelo, se atribuye al maestro de Sijena, quien residía en el monasterio en las fechas en que se realizó esta pintura, según un documento notarial. La tabla se exhibe actualmente. “Se inscribe dentro de un discurso que pretende ilustrar los movimientos artísticos en la Península del siglo XV y principios del siglo XVI”, explica Joan Molina, jefe de Colección de Pintura Europea hasta 1500. “Es un periodo marcado por una gran heterogeneidad de modelos y de propuestas estéticas que venían de Italia y Francia, y en el caso de Sijena de diversas áreas del Imperio Germánico”.

“El maestro de Sijena es una figura muy interesante porque es gótico e incorpora muchos elementos de la renovación italiana”, apunta Molina para incidir en la importancia de lo que denomina “un estilo híbrido” de esta etapa de la Historia del Arte en España. “Como colección nos permiten explicar cómo las fronteras de la Historia del Arte eran débiles, casi no existían, aunque a veces nos empeñemos en hacer categorías y modelos que acaban siendo falsos”.

Museo Meadows en Dallas

La adoración de los Reyes Magos

Tabla ‘La adoración de los Reyes Magos’, perteneciente al retablo del Monaterio de Sijena. Crédito: Kevin Todora (Cortesía del Museo Meadows de Dallas, EE UU).

En 2018, el Museo Meadows de Dallas compró a la galería Caylus, especializada en arte antiguo, la tabla La adoración de los Reyes Magos que pertenecía al retablo mayor del monasterio. Ni en aquel momento ni ahora, a preguntas de EL PAÍS, la institución y Enrique Gutiérrez de Calderón, director del anticuario, han querido confirmar el precio de la operación, que varias informaciones publicadas el año de la venta sitúan en torno al medio millón de euros.

La tabla salió del monasterio antes de 1908, o por lo menos esta es la versión que sus distintos dueños han ido dando a lo largo de los años. La fecha se aleja de 1923, año clave porque fue cuando este lugar se declaró patrimonio y sus obras fueron protegidas.

La pieza cruzó las fronteras españolas en 1917. Caylus la adquirió en 2017 en una subasta en Ginebra, proveniente de una colección suiza. En aquella venta, la tabla estaba catalogada como de “la escuela italiana del XVI”, sin otro detalle que en ese momento pudiera llamar la atención de instituciones como las aragonesas y catalanas. La galería madrileña pagó más de 100.000 euros por la obra, según varias informaciones publicadas en la época, y se encargó del proceso de restauración. Gracias a los permisos obtenidos de la Junta de Calificación del Ministerio de Cultura, La adoración se pudo ver en la Frieze Art Fair de Londres, y en Tefaf en Nueva York.

“La compramos porque representa un aspecto de la producción artística en España que no teníamos en el museo”, explica Amanda Dotseth, directora del Museo Meadows de Dallas, “no contamos con tanta obra hecha antes del siglo XVI”. La responsable destaca además que esta pieza tiene un detalle importante en su iconografía: “El posible ‘retrato idealizado’ de Carlos V”.

La obra se exhibe en una sala amplia dedicada a los siglos XV y XVI, donde hay piezas de la colección permanente del Meadows y préstamos a largo plazo del Museo de Bellas Artes de Boston. En este espacio, la tabla de Sijena dialoga con trabajos de Martín de Soria, Juan de Borgoña, Yánez de la Almedina, Francisco Gallego y Domingo Ram.

Museo de Huesca

Las cuatro tablas de la colección de Valentín Carderera

Abrazo en la Puerta Dorada, El nacimiento de la Virgen, La Anunciación y La Visitación son las cuatro tablas que el coleccionista y pintor Valentín Carderera adquirió a las monjas del monasterio de Sijena después de que se desmontara el retablo renacentista. Las piezas llegaron a Huesca en 1873 y fueron el germen, con otras obras de la colección del artista, del Museo de la ciudad.

“Las obras se exhiben de manera permanente en la capilla del museo porque esta institución es la sede de la Antigua Casa Real y de la antigua Universidad”, cuenta Fernando Sarria, responsable del servicio de Archivos, Museos y Bibliotecas de la Dirección General de Cultura de Aragón. “Con estas piezas podemos ilustrar el primer Renacimiento en Aragón”, explica el también exdirector del Museo de Huesca. “Es un periodo que por los cambios estilísticos de la época se dispersó como las tablas del Monasterio”.

Museo de la Santa Cruz de Toledo

La Presentación de la Virgen en el templo y La Ascensión

Tabla ‘La ascensión del señor’, del maestro Rodrigo de Sajonia, perteneciente al retablo del Monasterio de Sijena. Cortesía del Museo de Santa Cruz de Toledo.

Las dos pinturas de este museo se compraron en mayo de 1959 a Lord Robert Crichton Stuart, en Londres, según una orden del entonces Ministerio de Educación Nacional, y ese mismo año llegaron a su actual destino. Estas tablas proceden también del retablo mayor, pero, según explica Antonio Francisco Davila, director de la institución toledana, “se desconoce su recorrido hasta su compra en Londres”.

Tampoco, afirma el gestor, “se puede determinar la fecha en la que salieron del monasterio. En artículos de prensa se indica que fue antes de 1923 y el anterior director del museo señala como momento más probable el siglo XIX. En el expediente del museo no hay documentos que aporten datos fehacientes al respecto”. Solo se sabe que antes de entrar a este centro las obras pasaron por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

“Estas tablas pertenecen al periodo artístico que discurre entre finales del siglo XV hasta mediados del XVII, sobre todo en su vertiente religiosa, el estilo mejor representado en el museo de Santa Cruz”, continúa Davila. “Se trata de dos obras representativas de la pintura centroeuropea renacentista, con rasgos que las ponen en relación con la escuela flamenca, tan en boga en Castilla en ese momento, estilo que influyó poderosamente en la pintura renacentista española en general y en la que se produjo en Toledo a lo largo del XVI en particular”.

En este momento, las dos piezas no están expuestas debido a unas obras que se están realizando en el Museo de Toledo. Pero en otros periodos, se han exhibido al lado de obras de Juan de Borgoña, Juan Correa de Vivar y Francisco de Comontes, y de pintores flamencos y de otras regiones europeas como Pieter Coecke Van Aelst y Nicolás Francés.

Museo de Lleida

Seis piezas

Tabla ‘Jesús entre los doctores’, del maestro Rodrigo de Sajonia, perteneciente al retablo del Monasterio de Sijena.  Depósito del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) en el Museo de Lleida. Cortesía: Museo de Lleida.

La madrugada del 11 de diciembre de 2017 quedó fijada en la memoria de los trabajadores del Museo de Lleida como la noche de frío y lluvia en la que 44 piezas procedentes del monasterio de Sijena salieron de esta institución camino de Huesca por decisión judicial. Pasadas las cuatro de la madrugada, un amplio dispositivo de mossos (más de un centenar de efectivos y casi una decenas de furgonetas) despejaron toda el área alrededor del museo del centenar de personas que estaban congregadas a esa hora. Los trabajos de inventariado y embalaje se realizaron en la zona de exposiciones temporales. Después, las obras que la Generalitat compró por 10 millones de pesetas a las monjas y depositó en este museo salieron hacia su nueva casa.

Este es relato de las crónicas de aquella noche, porque casi una década después es complicado que alguien quiera hablar de lo que sucedió.

Cuando parecía que toda la atención estaba centrada en el MNAC, a mediados del pasado junio, Alberto Velasco, responsable del Museo de Lleida, anunció su dimisión por lo que consideró una “posición indigna y reprobable de la Generalitat”, titular del recinto, en el caso de las pinturas de Sijena. El académico defiende la misma posición que la de los conservadores del MNAC y la suscrita por todos los patronos —entre ellos la Generalitat, el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento de Barcelona— del museo: desmontar la reconstrucción de los antiguos murales (apenas un 65% del total es original), transportarlos a Aragón y ubicarlos en una sala en la que se modifiquen las condiciones ambientales actuales no se puede hacer “sin ponerlas en riesgo”.

A la izquierda, el Trono prioral de Blanca de Aragón y Anjou, en madera policromada, y a la derecha, la figura ‘Marededéu’, del taller de Alemania meridional, en madera policromada. Cortesía: Museo de Lleida.

De los objetos que se depositaron en 1970 y que la Generalitat finalmente adquirió en 1983, quedan seis, según el inventario del Museo de Lleida al que ha tenido acceso EL PAÍS: trono prioral de Blanca de Aragón y Anjou; Marededéu (madera policromada); Santa Eulàlia y Santa Madrona / Santa Llúcia i Santa Àgueda (madera policromada); la tabla Jesús entre los doctores, de Rodrigo de Sajonia; Sant Pere / Sant Pau / Sant Ambròs / Sant Agustí, de Rodrigo de Sajonia (madera policromada); y el retablo de la Inmaculada con la predela.

Una de las tablas perteneció al empresario Matías Muntadas, cuya colección también vivió su particular periplo tras ser confiscada al comienzo de la Guerra Civil: viajó desde Barcelona a Olot, Darnius y Ginebra y después fue recuperada por sus familiares hasta finales de los años cincuenta.

Créditos

Formato: Brenda Valverde Rubio

Diseño: Ana Fernández

Desarrollo: Carlos Muñoz

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