El empuje de Muse levanta un accidentado inicio de Mad Cool

No empezó de forma óptima el festival musical madrileño Mad Cool en su edición de 2025. Dos de los conciertos más importantes de la primera jornada, celebrada ayer jueves, sufrieron un corte de electricidad y debieron acortar considerablemente su duración. Gracie Abrams realizó un recital de media hora cuando estaban previstos 50 minutos e Iggy Pop comprimió a toda velocidad en una hora el programa cuando el plan se marchaba a los 90 minutos. Como estos eventos funcionan con unos horarios estrictos, no se pudo recuperar el tiempo que los conciertos estuvieron parados. Además, el grave fallo técnico ocurrió cuando ambos artistas se encontraban en el escenario. La decepción de parte de las 49.000 personas que asistieron al recinto Iberdrola Music, en el sur de Madrid, fue considerable. Sobre todo las seguidoras de Abrams, muchas jóvenes que pisaban por primera vez la cita capitalina y que solo habían acudido para escuchar a la hija del creador cinematográfico J.J. Abrams (Perdidos, Star Trek, Star Wars…). Se marcharon enfadadas y con razón.

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 El poderoso directo del trío británico endereza la primera jornada del festival madrileño, que vivió cómo se quedaban sin sonido las actuaciones de Iggy Pop y Gracie Abrams  

No empezó de forma óptima el festival musical madrileño Mad Cool en su edición de 2025. Dos de los conciertos más importantes de la primera jornada, celebrada ayer jueves, sufrieron un corte de electricidad y debieron acortar considerablemente su duración. Gracie Abrams realizó un recital de media hora cuando estaban previstos 50 minutos e Iggy Pop comprimió a toda velocidad en una hora el programa cuando el plan se marchaba a los 90 minutos. Como estos eventos funcionan con unos horarios estrictos, no se pudo recuperar el tiempo que los conciertos estuvieron parados. Además, el grave fallo técnico ocurrió cuando ambos artistas se encontraban en el escenario. La decepción de parte de las 49.000 personas que asistieron al recinto Iberdrola Music, en el sur de Madrid, fue considerable. Sobre todo las seguidoras de Abrams, muchas jóvenes que pisaban por primera vez la cita capitalina y que solo habían acudido para escuchar a la hija del creador cinematográfico J.J. Abrams (Perdidos, Star Trek, Star Wars…). Se marcharon enfadadas y con razón.

Una hermosa luna llena acompañó toda la actuación de Muse, que salió con furia para enderezar la trabada jornada. Y lo consiguió. Le salió bien a Mad Cool la suspensión de Kings of Leon, el grupo que debía estar anoche en el festival y no Muse. Caleb Followill, cantante de los estadounidenses, “se rompió el pie bastante mal” jugando con sus hijos y suspendió su presencia en la cita madrileña. Entre que Muse tiene más tirón y que Kings Of Leon lleva un par de discos bastante mediocres, seguro que anoche estaban en el recinto bastantes más de los que sumaría el cartel original.

Iggy Pop haciendo un gesto de impotencia al público después de caerse el equipo eléctrico durante su concierto.

Muse ha ofrecido casi 40 conciertos en España desde que empezó su carrera, allá por mediados de los noventa. Quien no haya visto a los británicos es porque no ha querido. Y quizá esa fue la única pega a su brillante espectáculo: por mucha pegada que tengan suena a ya visto. Hubo algunas variaciones con respecto a anteriores citas. En el inicio, por ejemplo, donde aprovecharon para presentar su nueva canción, Unravelling. También en el atrezo, tan relevante en este grupo. Esta vez el concepto escénico no ofreció el apabullante despliegue de otras ocasiones. Y mejor, eh, porque con ellos pasa que los efectos especiales se comen muchas veces a la música. Anoche, el escenario consistía en un puñado de cajas móviles por todo el escenario que iban cambiando de color además de proyectar imágenes diferentes según la temática de las canciones. Tenía su punto, y sobre todo no resultaba tan invasivo como otros montajes de giras anteriores.

La segunda vez que Iggy Pop salió a intentar tocar, con el cartel al fondo anunciando los problemas técnicos. Tampoco esta vez pudo empezar.

Con su mezcla de Queen, Pink Floyd, Rage Against The Machine y hasta Mike Oldfield, el trío jugó sobre seguro e, impulsados por un sonido impecable, descargó sus archiconocidos clásicos: Hysteria, Plug In Baby, Supermassive Black Hole, Knights of Cydonia... El mensaje de las canciones del trío (anoche acompañado por un teclista), antaño adelantado unos minutos a su tiempo (el mundo distópico, la amenazante superioridad de la tecnología sobre los humanos, el control gubernamental hacía los ciudadanos, la mentira institucionalizada) ahora suena anticuado, porque la realidad les ha paso por encima: el mundo hoy es bastante más esquizofrénico y peligroso que el que apuntan las canciones de Muse. Quedan los estribillos, esos “eooooo” tan efectivos en concierto.

Imagen general del escenario durante el concierto de Muse.

Por muchas veces que se vea, siempre resulta admirable el derroche de Matt Bellamy, amo absoluto del escenario: mantiene un rango vocal exuberante durante todo el concierto, toca la guitarra como una bestia y agita a la gente. Bien por él. Terminaron con la ampulosa Starlight mientras los fuegos artificiales cruzaban la luna. Bonito final.

Antes del apagón, Gracie Abrams, californiana de 25 años, demostró que no pertenece al perfil avasallador de Taylor Swift, Olivia Rodrigo, Sabrina Carpenter y otras estrellas del pop contemporáneo. Aquí se prescinde de coreografías; ni siquiera baila la protagonista. O permanece en el centro del escenario con la guitarra eléctrica o da paseos sobrios por la tarima. Es, digamos, más cantautora pop que artista total. Esta circunstancia hace si cabe más importantes las canciones. Y de momento, Abrams, que exhibió unas buenas condiciones vocales, no atesora composiciones memorables. Su música es sencilla, agradable y previsible.

Cuando la electricidad decidió pifiarle el concierto, justo cuando interpretaba Mess It Up, la joven demostró valentía y permaneció los 20 minutos de ausencia de amplificación en la tarima. Primero hablando a gritos con las primeras filas y luego interpretando alguna canción con la guitarra. Solo la escucharon unas 100 personas de las 20.000 que asistían al espectáculo. El sonido llegó con el tiempo justo para interpretar su éxito Close to You. Había jóvenes que emprendieron el regreso a casa llorando por no haber disfrutado del concierto completo de su cantante favorita. Las madres y padres las consolaban.

Gracie Abrams, antes de que se cortase el sonido de su recital, en Mad Cool.

Lo de Iggy Pop fue casi más chocante. Salió la primera vez mientras su grupo imprimía suciedad al arranque de T.V. Eye y justo cuando abrió la boca se fue la corriente. Sin duda imaginando que aquello era cuestión de segundos, se quedó en el escenario aplaudiendo a la gente. Pero se desesperó y se fue. Salió de nuevo a los diez minutos cuando creía que aquello ya tiraba, pero otra vez el bajón. “Hombre, esto no se le hace a una leyenda”, señaló a gritos un aficionado. A la tercera, y después de 25 minutos de silencio, aquello empezó a parecer un concierto de verdad.

Iggy cada vez cojea más y su piel muestra más arrugas. Lo sabemos porque continúa actuando desnudo de cintura para arriba. Le da igual todo: con la tralla con la que ha martilleado a su cuerpo ha llegado a los 78 años con la energía suficiente para ofrecer conciertos corajudos como el de anoche. Ofrece una figura maravillosa, paseándose cojitranco, con la cadera desencajada, la piel cayendo a pellejos. Con su melena lacia, zarandeando su maltrecho cuerpo y berreando aquello de “quiero ser tu perro”. El punk no era esto, pero también compramos esta imagen desgastada y descacharrada de uno de sus creadores. El 80% del recital consistió en su etapa sesentera y setentera de los Stooges. Bien, podría rebajar un poco el porcentaje. Lo debería hacer, de hecho, ya que publicó un álbum dignísimo en 2023, Every Loser. Pero no nos pongamos escrupulosos: Iggy se ha ganado el derecho a funcionar como le dé la real gana. Una pena que por el incidente técnico nos quedásemos con la actuación amputada.

Iggy Pop durante su concierto en Mad Cool.

Hay que hablar de Leon Bridges, que fue de lo mejor de la jornada. Plantó cara a los 35 grados que caían a las siete de la tarde en el recinto y ofreció una exquisita sesión de música negra. Con una gorra en forma de maceta que le caía hasta la nariz, desplegó su fantástico falsete a lo Marvin Gaye y se zambulló en su mezcla de estilos (soul, country-soul, gospel, disco, ritmos africanos, rhythm & blues) tocados con clase y acompañado por una banda de siete músicos donde había órgano Hamnond, pedal steel o una guitarrista buenísima que además funcionó fantásticamente como corista. Música relajada, cálida, hermosa.

Una seguidora de Muse, emocionada, durante el recital del trío británico.

Weezer cerró la noche con un bombardeo de temazos de power-pop con el eternamente nerd Rivers Cuomo al frente. A ver quién no se pone a bailar, aunque sean las 2 de la madrugada (o quizá por eso) temones como My Name Is Jonas, Island in the Sun, Why Bother? o Buddy Holly.

Mad Cool 2025 continúa hoy viernes (Nine Inch Nails, Alanis Morissette, Benson Boone…), mañana sábado (Olivia Rodrigo, Arde Bogotá, Justice…) y finaliza el domingo con una sesión de electrónica con, entre otros, la DJ surcoreana Peggy Gou. Solo deseamos que no haya más incidentes.

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