El año de la pandemia trajo otras primeras experiencias. Por primera vez en la historia del cine, la película más taquillera del año no salía de Hollywood. Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba – The Movie: Mugen Train (en España, Guardianes de la noche: Tren infinito) es una película japonesa basada en el manga de la autora Koyoharu Gotōge que superó los 500 millones de dólares en la taquilla mundial (443 millones de euros) pese a las trabas que la pandemia supuso para la distribución y exhibición de películas, convirtiéndose así en la más taquillera del mundo.
La técnica japonesa se expande en el festival francés de cine impulsada por quienes crecieron viendo series como ‘Sailor Moon’ o ‘Dragon Ball’
El año de la pandemia trajo otras primeras experiencias. Por primera vez en la historia del cine, la película más taquillera del año no salía de Hollywood. Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba – The Movie: Mugen Train(en España, Guardianes de la noche: Tren infinito) es una película japonesa basada en el manga de la autora Koyoharu Gotōge que superó los 500 millones de dólares en la taquilla mundial (443 millones de euros) pese a las trabas que la pandemia supuso para la distribución y exhibición de películas, convirtiéndose así en la más taquillera del mundo.
Ese dominio dejó clara también la fuerza de una técnica de animación hasta entonces minoritaria, conocida como anime. “Es un modo de contar historias profundamente enraizado en la cultura japonesa”, explica Mitchel Berger, vicepresidente ejecutivo y al frente del comercio global de Crunchyroll, plataforma y principal sello de distribución de anime fuera de Japón. “Una expresión artística mayormente realizada a mano, llena de acción y de emociones, con historias complejas y un ritmo muy peculiar, sin cinismo, que se ha convertido en un fenómeno global, con una presencia cada vez mayor en la cultura popular”, que se expande a su paso por el festival de Annecy, la principal muestra de la animación mundial, que se celebra hasta este sábado.
Durante una semana, la pequeña localidad francesa escondida en medio de las montañas, casi en la frontera con Suiza, se convierte en la capital mundial de todo lo animado. Cortos, largos, documentales, videojuegos, producciones dibujadas a mano, por ordenador, stop-motion, experimentales, de industria o hechas con granos de café y dos euros, dirigidas a un público familiar o a una audiencia que aprecia contenidos más adultos. Todo aquello que hace de la animación una técnica cinematográfica y no un género, como muchos quieren encasillarla, se da cita en Annecy. Un foro al que este año se ha sumado el anime con toda su fuerza, buscando el mejor de los escaparates y un poco de respeto de su propia comunidad. Porque hasta el aplastante éxito de Guardianes de la noche: Tren infinito, este estilo era valorado solo por unos pocos, considerado de frikiso mejor dicho de otakus (el mismo término, pero en japonés) y algo menospreciado por los eruditos de la animación y, por supuesto, por premios como los Oscar.
Pero las cosas han cambiado. Aquellos que crecieron merendando series japonesas como Sailor Moono Dragon Balldurante la pandemia prefirieron refugiarse en el anime de su infancia en lugar de amasar pan. “Es increíble lo mucho que esta forma artística se ha quedado con ellos. Especialmente, aunque no solo, con aquellos de la generación Z”, dice Berger, en el corazón de esta explosión, dada la importancia de Crunchyroll a la hora de proporcionarles unos contenidos que antes solo encontraban pirateando por la red.
En la actualidad la plataforma cuenta con 17 millones de suscriptores en unos 200 países a los que ofrece un fondo de más de 2.000 títulos con unas 200 series de anime y más de 25.000 horas de contenido, que incluyen éxitos internacionales como Solo Leveling, cuya tercera temporada es “inevitable”, en opinión de sus seguidores, un sentimiento que provoca una sonrisa en este ejecutivo con más pinta de vikingo salido de Como entrenar a tu dragón que de un héroe de manga.
En España, el interés también se ha disparado, y el que podríamos llamar el Netflix del anime ha duplicado en los dos últimos años su número de suscriptores. Pero Berger quiere más de un pastel que atrae a mil millones de aficionados en el mundo. Un estilo con el que conecta religiosamente un 42% de la generación Z y la alpha en Estados Unidos, que ve anime semanalmente en un porcentaje superior al que sigue retransmisiones deportivas como las de fútbol americano.
La popularidad del anime está a la par con las de figuras de la cultura popular como Beyoncé, LeBron James o Taylor Swift, según un sondeo difundido por la compañía, y Berger ve un gran potencial de expansión en mercados como Oriente Próximo, Iberoamérica y Europa. “Para ello estamos adquiriendo e invirtiendo en unas 40 o 50 series y preparando de seis a diez películas anuales”, confirma en nombre de la compañía encargada de la distribución en Estados Unidos de 10 de los 20 títulos más taquilleros de anime en 2024. Entre sus apuestas está la nueva entrega de Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba Infinity Castle, “un épico”con el que en septiembre de este año espera repetir y superar el triunfo de Guardianes de la noche: Tren infinito.

Habla además de estrenos globales. Berger no se conforma con la labor de Crunchyroll como plataforma. En un momento en el que la distribución en salas se considera moribunda, tan solo en manos de unas pocas estrellas como Tom Cruise o franquicias tipo Marvel, Berger habla de ofrecer a los aficionados “experiencias”, devolviéndolos a los cines para que disfruten de manera comunal con este estilo de animación, cuyos tentáculos también se dejan notar en la música, en conciertos, convenciones o merchandising.
“Demon Slayer nos demostró que podemos devolver a los fans a las salas de cine. Quiero asegurarme de que las generaciones venideras que realmente aman el anime no pierdan el hábito de ir al cine”, afirma alguien que se crio viajando desde su cine de barrio a lejanas galaxias como un gran fan del universo Star Warsy que descubrió el anime con series como Starblazers o G Force.
Para poner en marcha este plan de dominación mundial, Crunchyroll está yendo “donde los fans están”. Y qué mejor sitio que Annecy, ciudad que ha congregado a más de 17.000 profesionales y aficionados procedentes de 200 países. El anime cuenta, además, con la ventaja que le ofrece un cambio en las tendencias animadas. “Se está dando un claro giro en los gustos, en los contenidos, hacia una temática más adulta”, confirmó a su llegada a Annecy el animador turco Aziz Kocanaogullari, de los estudios ILM, conocidos como los pioneros en el campo de los efectos especiales, pero que ahora buscan mejorar su posición en el mundo de las series animadas para adultos.
La animación con un contenido adulto es un campo al alza como demuestran series como LOVE DEATH + ROBOTS o Scavengers Reigns (Planeta de recolectores). Ambas son parte de la filmografía como director del español Diego Porral, candidato por esta última al Annie, el Oscar de la animación, y también en Annecy estos días. “Tengo la fortuna de trabajar en proyectos que me gustaría ver como espectador”, admite este realizador a caballo entre los mileniales y la generación Z. “Con la entrada de las plataformas, los estudios están arriesgando en contenidos que hace años podrían parecer un nicho, para frikis. Se han dado cuenta de que, si la historia es buena, al público le gusta. Y por eso apuestan por algo más y no solo van a franquicias que ya existen”, se explaya.
Otros eventos en Annecy, como la exposición dedicada a la exitosa serie de Netflix Arcane, en la frontera de lo que se considera anime, apoyan o se nutren de la expansión de esta técnica animada que, como subraya Porral, está entrando de lleno en la industria. ¿Siempre procedente de Japón? Berger no se pronuncia sobre la posibilidad de un anime que se produzca fuera de Japón, quizá por la asociación de Crunchyroll con estudios japoneses además de la compañía Sony o porque, en su opinión, en el ADN de este modo de hacer animación hay algo fundamentalmente japonés. Sin embargo, los ejemplos híbridos que se acercan al anime desde otros países son cada vez más frecuentes. “La división de anime de Netflix en Tokio nos felicitó por el trabajo que habíamos hecho porque no se creían que era español”, recuerda la realizadora Maite Ruiz de Austri sobre la serie Memorias de Idhún, basada en la popular saga literaria de Laura Gallego y trasladada a televisión como un Netflix original anime en 2020.

Incluso proyectos presentes en esta edición del festival de Annecy, como el filme The Violinist, primera coproducción entre España y Singapur, han adoptado un estilo gráfico anime para contar una historia de amor en tiempos de guerra. “En el anime hay algo para todos», insiste Berger. “Así de amplia es la gama de historias contadas en anime, para hombres, para mujeres, LGTBQ+… ¿Sabías que un 44% de los fans son mujeres?”.
Los pronósticos de expansión de Crunchyroll quizás no estén del todo respaldados todavía en Europa, o al menos en Annecy, donde la presentación de Berger no contó con el mismo baño de masas ni la misma energía a la que esta compañía acostumbra en sus eventos en Japón. Lo mismo afirma Ruiz de Austri sobre la expansión de la animación de contenido adulto. “La conversación existe y se ve en las plataformas, pero en las taquillas a nivel España realmente aún queda mucho por mejorar”, se lamenta la realizadora. “Con el anime no ocurre tanto eso. Estamos viviendo una edad dorada, pero principalmente en series. Queda mucho desarrollo por delante en su hibridación en cine”, añade. Crunchyroll espera demostrar lo contrario con el estreno el próximo 18 de julio en Japón (y 12 de septiembre en España) de su gran nueva apuesta, Infinity Castle.
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