En el 350 aniversario de su muerte, Johannes Vermeer, el maestro del Siglo de Oro, sigue desvelando secretos. Una investigación llevada a cabo por el Rijksmuseum, de Ámsterdam, ha descubierto que hizo algunos cambios en su obra titulada La callejuela (1658-1659). Es la vista de un edificio al borde de un canal en Delft, la ciudad natal del pintor, y se ha comprobado que la puerta de la casa estaba primero cerrada. Cuando decidió abrirla, la mujer ahora sentada en el umbral aparecía antes a la entrada del callejón contiguo. Exhibida por el propio museo, el estudio se llevó a cabo antes y durante la gran exposición dedicada al artista en 2023.
El artista del Siglo de Oro dejó abierta una puerta que en una primera versión estaba cerrada y cambió de sitio una figura femenina
En el 350 aniversario de su muerte, Johannes Vermeer, el maestro del Siglo de Oro, sigue desvelando secretos. Una investigación llevada a cabo por el Rijksmuseum, de Ámsterdam, ha descubierto que hizo algunos cambios en su obra titulada La callejuela (1658-1659). Es la vista de un edificio al borde de un canal en Delft, la ciudad natal del pintor, y se ha comprobado que la puerta de la casa estaba primero cerrada. Cuando decidió abrirla, la mujer ahora sentada en el umbral aparecía antes a la entrada del callejón contiguo. Exhibida por el propio museo, el estudio se llevó a cabo antes y durante la gran exposición dedicada al artista en 2023.
La callejuela cuelga al lado de otra pieza quizás más famosa, La lechera (1658-1660), y Vermeer trata en la primera un exterior como hacía con sus características e íntimas escenas interiores. Fechada diez años después del fin de la Guerra de los 80 años —la guerra de Flandes— que enfrentó a la España de Felipe II con las Provincias Unidas de lo que hoy son los Países Bajos, la Delft del artista está en calma. El sosiego se transmite al espectador, pero él hizo numerosos cambios mientras pintaba. Según los expertos del Rijksmuseum, dejó la puerta de la casa inicialmente cerrada y puso a dos mujeres dedicadas a tareas domésticas en el callejón de al lado. Una lava en un barreño y la otra cose. Debió parecerle que faltaba algo de profundidad pictórica, porque también se ha visto ahora que al abrir la puerta, situó a la mujer con la costura sentada en la puerta. “Esa figura femenina es una copia en espejo de la que había colocado a la entrada del callejón”, indica Annelies van Loon, investigadora del museo. “Como no podía cortar la primera y pegarla de alguna manera al otro lado, la volvió a pintar con la misma precisión”, explica, al teléfono.
vermee

Para que se vea bien el resultado de los cambios, los expertos han producido una animación del óleo, “y puede verse que la puerta abierta lo hace más vivo e involucra con mayor intensidad al espectador”, indica la experta. Vermeer era un observador muy cuidadoso, “y el cuadro es así más interesante”. Para llegar al corazón de La callejuela, en los talleres del Rijkmuseum se han utilizado, entre otras técnicas no invasivas, “fotografía de alta resolución, escáner de fluorescencia de rayos X y espectrómetro de imagen para mirar a través de las capas de pigmentos”, sigue diciendo Van Loon. De este modo, han podido “ver sus primeras ideas”. Pieter Roelofs, director de Bellas Artes del Rijksmuseum, asegura también que “al abrir literalmente la puerta, Vermeer hace que la escena sea accesible al espectador”, en el comunicado donde presentan el trabajo.

Al estudio han contribuido, analizando las obras de Vermeer presentes en sus colecciones, científicos y conservadores de la Galería Nacional de Arte de Washington, la Colección Frick, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, la Galería Nacional de Londres, la universidad de Amberes y la Galería Mauritshuis, de La Haya. La callejuela es, además, uno de los pocos cuadros conocidos del pintor, junto con La vista del Delft (1660-1661) donde puede verse el cielo. El paisaje está expuesto en la galería Mauritshuis.
Al principio del abordaje a fondo de la obra de Vermeer, se descubrió que en la primera versión de La lechera había una canasta para leña y un colgador para jarras en el cuarto donde la joven prepara un pastel de pan. La obra definitiva no tiene los accesorios, y la pared está lisa y vacía, dando un aspecto más sereno al conjunto. Los científicos también han observado que “30 de las 37 obras atribuidas al artista presentan cambios que van desde correcciones sutiles a alteraciones radicales en la composición y el significado”. El pintor tuvo un éxito moderado en vida y después cayó casi en el olvido. En el siglo XIX, el crítico francés de arte Théophile Thoré jugó un papel crucial en su redescubrimiento. Las investigaciones del Rijksmuseum se detallan en un libro titulado Closer to Vermeer: New Research on the Painter and His Art (“Más cerca de Vermeer: nuevas investigaciones sobre el pintor y su arte”), publicado este julio.
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