Si lo vieran por la calle, pensarían que un rockero de principios de milenio le ha robado la chupa a Silvio Dante, el consigliere de Los Soprano. Con un puntito de Lou Reed taciturno colgado de sus gafas wayfarer, declara introspección en los gestos. Las manos ancladas a los bolsillos, las zapatillas como pegadas con super glue. Da la impresión de ser uno de esos hijos ilegítimos de Calamaro que te pesca la oreja en una fiesta y, mirando al vacío, te dice cosas como: «che, ¿te fijaste? No puedes cambiar en una noche, pero una noche puede cambiarlo todo».
Ahora, una vez llevadas a cabo las presentaciones, Lucas Colman (Madrid, 1993) es un joven discreto, tranquilo, de respuesta reflexiva pero no vehemente. El canalleo queda reservado para sus colgantes lóbulos con aros, y ese pelo que tanto trajo de cabeza a las nenas en la era bum del britpop. Ya no está domesticado por la más pubescente juventud, y eso se nota en su cuarto disco, llamado «Romperlo todo» (2025). Un álbum en el que Colman parece haber aterrizado en su voz ideal, manteniendo ese estilo del rock de los años 2000 español, que capitanearon Pereza o La Fuga. Un sonido que, irónicamente, hoy suena fresco. Quizás por nostalgia. Tal vez por melancolía. Pero que, sea como fuere, es de agradabilísima digestión.
PREGUNTA.- ¿Cómo empezaste en la música?
RESPUESTA.- Comencé a hacer canciones a los 14 o 15 años en el colegio, formando bandas con mis amigos. Ahí me di cuenta de que quería dedicarme a la música y escribir mis propias canciones. Aunque al principio no lo veía como una carrera, la música me permitió expresar mi personalidad. Escapar de mi introversión.
P.- ¿Qué referencias musicales tienes que también te llevan a componer?
R.- Mis amigos me influenciaron con bandas como Extremoduro y Antonio Vega, y también la música argentina, como Los Rodríguez, Calamaro o Charly García.
P.- ¿De dónde proviene tu conexión con el rock argentino?
R. Es que mi familia es argentina, mi padre es uruguayo, mi madre es argentina, pero mi padre vivía siempre en Argentina y mis tíos, que son argentinos, me enseñaban toda esta música. Ellos son los culpables de que me llegara tanto rock… en especial mi tío Cristian que tenía pilas de discos y es fan del rock argentino, bueno y del rock de todo tipo. Yo tenía 15 años y me enseñaba a los Doors y a los Rolling Stones, y ya lo flipaba.

P.- ¿Cómo ha sido tu evolución a nivel discográfico?
R.- Mi evolución fue orgánica. Después de mi primer disco con Warner, Charly Dro me dio la oportunidad de expandir mi público. Luego, seguí con él en Universal. Pero ahora, tras años con grandes discográficas, mi último disco lo he lanzado de manera independiente, buscando mayor libertad pero también asumiendo más responsabilidades.
P. ¿Cómo manejas la relación con las discográficas?
R.- Las discográficas son clave al principio, pero a veces hay choques entre tu visión artística y sus expectativas comerciales. He tenido que ser firme para mantener mi autenticidad. Por eso, en este nuevo disco decidí hacerlo de forma independiente, para tener más control.
P.- ¿Cuáles dirían que han sido los momentos más afortunados en tu carrera?
R.- Formar una banda con mis amigos en el colegio fue clave. También encontrar un productor que me ayudó con mi primer disco, y el apoyo de Charly Dro. Telonear a artistas como Rulo y Rubén Pozo también me permitió conectar con un público mucho más grande. Tocar, de pronto, frente a decenas de miles de personas es muy épico.
P.- ¿Qué ha sido clave para tu desarrollo como artista?
R.- Tocar en bares y salas pequeñas me enseñó el oficio de conectar con el público. También trabajar con productores como José Nortes, quien me dio la confianza para tocar la guitarra eléctrica y arriesgarme más, lo que cambió mi forma de componer.
P.- ¿Cómo describirías el sonido de tu último disco? Muy 2000, ¿no?
R.- Sí, tengo un sonido influenciado por el rock de los 2000, con riffs potentes y melodías pegadizas de Pereza o La Fuga, pero con una producción moderna. Intento rendir homenaje a esas influencias sin perder mi propia voz, trayendo de vuelta ese tipo de música con un enfoque personal. Aunque yo creo que en los dos primeros discos había más de ese sonido 2000. Ahora me pasa que empiezo a tirar más al rock como alternativo, a música así como noventera o los Strokes, que también es una referencia muy fuerte que tengo.
P.- ¿Qué temas predominan en tus canciones más recientes?
R.- Este disco es como más introspectivo, también tengo muchas canciones con mi relación con la música y con la búsqueda constante de quién eres también… Son canciones de amor, de desamor y de, cómo decirlo, existencialistas de alguna manera. Pensamientos que me vienen a la cabeza que intento poner en palabras.
P.- ¿Cuál es tu estado de ánimo preferido para componer?
R.- A ver, el desamor es que da unas canciones… claro, llegarás a un lugar en el que las personas se identifican mucho con ese sentimiento, porque es algo que todos vivimos. Pero bueno, a mí me pasa que yo prefiero estar bien, y estar estable, porque además para estar mal siempre hay tiempo. Rebuscar en la mierda interior, se puede rebuscar y la encuentras. Si te pones a pensar en alguien que te hizo daño, al sentimiento llegas, porque lo puedes identificar y rebuscar. Pero la serenidad es lo primero.

P.- Llevas ya casi 8 años en el candelero. ¿Te da la sensación de que el reggaetón y la música urbana se están disolviendo un poco en favor de otros géneros?
R.- Yo creo que convive todo y que hay públicos para todo. Ahora, con las redes sociales, cada persona sigue lo que le interesa. Si decides conectar con la gente que le gusta lo tuyo, tendrás tu lugar. Pero no podemos luchar contra lo que más le interesa a todo el mundo, que es el urbano ahora mismo. Está perfecto, pero no es mi caso.
P.- Te escucho hablar mucho de la música de los bares, la noche, la calle, y cómo eso influye en lo personal. ¿Cómo encaja eso con tu nueva perspectiva más serena sobre ti mismo y la música?
R.- Son mundos muy antagónicos, sí. Pero es la contradicción que vivo en mi vida. Yo me dedico a la música viviendo el día a día. Lo que más me apasiona de todo esto es la música. Todo lo demás, los viajes largos, trasnochar, la vida desordenada, todo vale la pena porque luego terminas una canción y dices: «Esto es lo que quería expresar» Es por eso por lo que hago todo.
P.- En tu carrera has vivido momentos de excesos, pero te has apartado de ellos. ¿Crees que la verdadera razón por la que la gente sigue en la música es por amor a la música y no por la fama, la atención, etc.?
R.- Crear algo de la nada genera una felicidad y un subidón de energía que es muy parecido a las drogas. Yo no bebo, y he dejado de fumar, pero estar sobre un escenario es mejor que todo eso. Estás en un estado de concentración total, como si desaparecieras del mundo. Es una sensación buenísima, y eso lo busco todo el tiempo, creando canciones, dejando que el tiempo pase mientras estás en tu mundo, con un instrumento, creando.
P.- Hablando sobre la digitalización de la música y plataformas como Spotify, ¿crees que han traído más cosas positivas o negativas a la industria?
R.- Yo no viví la época en que los discos se vendían y te generaban dinero. Ahora la única manera de vivir de la música es en directo. Por eso apuesto por los conciertos, por hacer directos que la gente disfrute y que les deje una experiencia única. Las plataformas son buenas para llegar a todo el mundo, pero requieren muchísimo tiempo. El equilibrio entre crear canciones, grabar discos, usar redes y hacer conciertos es la clave.
P.- Finalmente, ¿cuál es tu sueño o deseo tanto para este disco como para tu carrera en general?
R.- Mi sueño es seguir disfrutando de lo que hago, hacer discos y tocarlos en directo, siempre conectando con más gente. Quiero que mis discos sean una radiografía de lo que soy en el momento. Este disco «Romperlo Todo» es un reflejo de mí mismo a los 31 años, después de todo lo vivido. No me arrepiento de nada, porque creo que todo lo que pasa te lleva a un lugar, y lo que sucede conviene. No se puede cambiar lo que ya pasó.
Si lo vieran por la calle, pensarían que un rockero de principios de milenio le ha robado la chupa a Silvio Dante, el consigliere de Los
Si lo vieran por la calle, pensarían que un rockero de principios de milenio le ha robado la chupa a Silvio Dante, el consigliere de Los Soprano. Con un puntito de Lou Reed taciturno colgado de sus gafas wayfarer, declara introspección en los gestos. Las manos ancladas a los bolsillos, las zapatillas como pegadas con super glue. Da la impresión de ser uno de esos hijos ilegítimos de Calamaro que te pesca la oreja en una fiesta y, mirando al vacío, te dice cosas como: «che, ¿te fijaste? No puedes cambiar en una noche, pero una noche puede cambiarlo todo».
Ahora, una vez llevadas a cabo las presentaciones, Lucas Colman (Madrid, 1993) es un joven discreto, tranquilo, de respuesta reflexiva pero no vehemente. El canalleo queda reservado para sus colgantes lóbulos con aros, y ese pelo que tanto trajo de cabeza a las nenas en la era bum del britpop. Ya no está domesticado por la más pubescente juventud, y eso se nota en su cuarto disco, llamado «Romperlo todo» (2025). Un álbum en el que Colman parece haber aterrizado en su voz ideal, manteniendo ese estilo del rock de los años 2000 español, que capitanearon Pereza o La Fuga. Un sonido que, irónicamente, hoy suena fresco. Quizás por nostalgia. Tal vez por melancolía. Pero que, sea como fuere, es de agradabilísima digestión.
PREGUNTA.- ¿Cómo empezaste en la música?
RESPUESTA.- Comencé a hacer canciones a los 14 o 15 años en el colegio, formando bandas con mis amigos. Ahí me di cuenta de que quería dedicarme a la música y escribir mis propias canciones. Aunque al principio no lo veía como una carrera, la música me permitió expresar mi personalidad. Escapar de mi introversión.
P.- ¿Qué referencias musicales tienes que también te llevan a componer?
R.- Mis amigos me influenciaron con bandas como Extremoduro y Antonio Vega, y también la música argentina, como Los Rodríguez, Calamaro o Charly García.
P.- ¿De dónde proviene tu conexión con el rock argentino?
R. Es que mi familia es argentina, mi padre es uruguayo, mi madre es argentina, pero mi padre vivía siempre en Argentina y mis tíos, que son argentinos, me enseñaban toda esta música. Ellos son los culpables de que me llegara tanto rock… en especial mi tío Cristian que tenía pilas de discos y es fan del rock argentino, bueno y del rock de todo tipo. Yo tenía 15 años y me enseñaba a los Doors y a los Rolling Stones, y ya lo flipaba.

P.- ¿Cómo ha sido tu evolución a nivel discográfico?
R.- Mi evolución fue orgánica. Después de mi primer disco con Warner, Charly Dro me dio la oportunidad de expandir mi público. Luego, seguí con él en Universal. Pero ahora, tras años con grandes discográficas, mi último disco lo he lanzado de manera independiente, buscando mayor libertad pero también asumiendo más responsabilidades.
P. ¿Cómo manejas la relación con las discográficas?
R.- Las discográficas son clave al principio, pero a veces hay choques entre tu visión artística y sus expectativas comerciales. He tenido que ser firme para mantener mi autenticidad. Por eso, en este nuevo disco decidí hacerlo de forma independiente, para tener más control.
P.- ¿Cuáles dirían que han sido los momentos más afortunados en tu carrera?
R.- Formar una banda con mis amigos en el colegio fue clave. También encontrar un productor que me ayudó con mi primer disco, y el apoyo de Charly Dro. Telonear a artistas como Rulo y Rubén Pozo también me permitió conectar con un público mucho más grande. Tocar, de pronto, frente a decenas de miles de personas es muy épico.
P.- ¿Qué ha sido clave para tu desarrollo como artista?
R.- Tocar en bares y salas pequeñas me enseñó el oficio de conectar con el público. También trabajar con productores como José Nortes, quien me dio la confianza para tocar la guitarra eléctrica y arriesgarme más, lo que cambió mi forma de componer.
P.- ¿Cómo describirías el sonido de tu último disco? Muy 2000, ¿no?
R.- Sí, tengo un sonido influenciado por el rock de los 2000, con riffs potentes y melodías pegadizas de Pereza o La Fuga, pero con una producción moderna. Intento rendir homenaje a esas influencias sin perder mi propia voz, trayendo de vuelta ese tipo de música con un enfoque personal. Aunque yo creo que en los dos primeros discos había más de ese sonido 2000. Ahora me pasa que empiezo a tirar más al rock como alternativo, a música así como noventera o los Strokes, que también es una referencia muy fuerte que tengo.
P.- ¿Qué temas predominan en tus canciones más recientes?
R.- Este disco es como más introspectivo, también tengo muchas canciones con mi relación con la música y con la búsqueda constante de quién eres también… Son canciones de amor, de desamor y de, cómo decirlo, existencialistas de alguna manera. Pensamientos que me vienen a la cabeza que intento poner en palabras.
P.- ¿Cuál es tu estado de ánimo preferido para componer?
R.- A ver, el desamor es que da unas canciones… claro, llegarás a un lugar en el que las personas se identifican mucho con ese sentimiento, porque es algo que todos vivimos. Pero bueno, a mí me pasa que yo prefiero estar bien, y estar estable, porque además para estar mal siempre hay tiempo. Rebuscar en la mierda interior, se puede rebuscar y la encuentras. Si te pones a pensar en alguien que te hizo daño, al sentimiento llegas, porque lo puedes identificar y rebuscar. Pero la serenidad es lo primero.

P.- Llevas ya casi 8 años en el candelero. ¿Te da la sensación de que el reggaetón y la música urbana se están disolviendo un poco en favor de otros géneros?
R.- Yo creo que convive todo y que hay públicos para todo. Ahora, con las redes sociales, cada persona sigue lo que le interesa. Si decides conectar con la gente que le gusta lo tuyo, tendrás tu lugar. Pero no podemos luchar contra lo que más le interesa a todo el mundo, que es el urbano ahora mismo. Está perfecto, pero no es mi caso.
P.- Te escucho hablar mucho de la música de los bares, la noche, la calle, y cómo eso influye en lo personal. ¿Cómo encaja eso con tu nueva perspectiva más serena sobre ti mismo y la música?
R.- Son mundos muy antagónicos, sí. Pero es la contradicción que vivo en mi vida. Yo me dedico a la música viviendo el día a día. Lo que más me apasiona de todo esto es la música. Todo lo demás, los viajes largos, trasnochar, la vida desordenada, todo vale la pena porque luego terminas una canción y dices: «Esto es lo que quería expresar» Es por eso por lo que hago todo.
P.- En tu carrera has vivido momentos de excesos, pero te has apartado de ellos. ¿Crees que la verdadera razón por la que la gente sigue en la música es por amor a la música y no por la fama, la atención, etc.?
R.- Crear algo de la nada genera una felicidad y un subidón de energía que es muy parecido a las drogas. Yo no bebo, y he dejado de fumar, pero estar sobre un escenario es mejor que todo eso. Estás en un estado de concentración total, como si desaparecieras del mundo. Es una sensación buenísima, y eso lo busco todo el tiempo, creando canciones, dejando que el tiempo pase mientras estás en tu mundo, con un instrumento, creando.
P.- Hablando sobre la digitalización de la música y plataformas como Spotify, ¿crees que han traído más cosas positivas o negativas a la industria?
R.- Yo no viví la época en que los discos se vendían y te generaban dinero. Ahora la única manera de vivir de la música es en directo. Por eso apuesto por los conciertos, por hacer directos que la gente disfrute y que les deje una experiencia única. Las plataformas son buenas para llegar a todo el mundo, pero requieren muchísimo tiempo. El equilibrio entre crear canciones, grabar discos, usar redes y hacer conciertos es la clave.
P.- Finalmente, ¿cuál es tu sueño o deseo tanto para este disco como para tu carrera en general?
R.- Mi sueño es seguir disfrutando de lo que hago, hacer discos y tocarlos en directo, siempre conectando con más gente. Quiero que mis discos sean una radiografía de lo que soy en el momento. Este disco «Romperlo Todo» es un reflejo de mí mismo a los 31 años, después de todo lo vivido. No me arrepiento de nada, porque creo que todo lo que pasa te lleva a un lugar, y lo que sucede conviene. No se puede cambiar lo que ya pasó.
Noticias de Cultura: Última hora de hoy en THE OBJECTIVE