‘Los banquetes del gran rey’: las aventuras de un corsario español en la corte de los Ming

Este miércoles, el Círculo de Bellas Artes de Madrid ha acogido la presentación de Los banquetes del gran rey, el nuevo libro del catedrático y experto en Relaciones Internacionales José María Beneyto. El acto tuvo lugar en uno de los salones de la tercera planta del edificio, un espacio íntimo que reunió a lectores, académicos y periodistas en torno a una mesa central. Una conversación entre Beneyto y Paula Quinteros, CEO de THE OBJECTIVE, marcó el eje del evento.

La novela –la cuarta firmada por Beneyto–, publicada por Ático de los Libros, está ambientada en la China imperial del siglo XVI y sigue los pasos de Juan Orozco, un aventurero español que, tras años de exploración, llega a la corte del Emperador. Allí se verá envuelto en intrigas palaciegas, traiciones y una historia de amor con Flor de Peonía, una concubina de orígenes humildes pero con grandes ambiciones. Lejos de limitarse a una narración de aventuras, Los banquetes del gran rey se erige como una meditación literaria sobre el poder, la ambición y el deseo, al tiempo que reconstruye con rigor documental una civilización tan fascinante como hermética.

Durante el coloquio, Paula Quinteros destacó la triple dimensión de la novela: emocional, cultural y narrativa. En su opinión, la historia no solo se sostiene por la fuerza de sus personajes, sino también por la tensión simbólica que articula el encuentro entre Oriente y Occidente. Beneyto, por su parte, confesó que llevaba décadas fascinado por China, y que el germen de la obra surgió en plena pandemia, cuando comenzó a gestarse una ficción que entrelaza memoria, imaginación y crónica histórica. El trasfondo de esta fascinación, explicó, está íntimamente relacionado con la lucha global por la hegemonía entre China y Occidente, un conflicto que analiza en profundidad en su ensayo anterior ¿Guerra o paz?, donde estudia las raíces filosóficas, políticas y culturales de la rivalidad entre ambos modelos civilizatorios.

«La novela no responde a leyes mecánicas de la historia, sino a una intuición narrativa que permite captar la fragilidad del poder cuando pierde su sentido moral», explicó Beneyto. En este sentido, el personaje de Juan Orozco –narrado en primera persona con una voz que remite a la picaresca barroca– funciona como testigo y actor de un mundo en descomposición. El lenguaje, de hecho, se convierte en uno de los ejes fundamentales de la novela: Beneyto construye tres registros diferentes para reflejar los diversos niveles del relato, desde la crónica cultural hasta la acción más directa. «He querido recuperar el sentido heroico y glorioso del castellano del siglo XVI sin caer en el anacronismo ni en la erudición gratuita», afirmó.

El relato se sitúa en una etapa histórica de gran tensión para el imperio Ming: el inicio de su decadencia interna coincide con los primeros intentos de contacto y conquista por parte de los europeos, especialmente los gobernadores españoles de Filipinas. Beneyto entrelaza esta dimensión histórica con elementos de ficción clásica: el espía, el navegante, la cortesana, el sabio astrónomo. La figura de Flor de Peonía, en particular, mereció una atención especial durante la presentación: Quinteros preguntó si su personaje podía entenderse como una alegoría de algo mayor, una especie de Europa observando a China desde una posición de deseo y desorientación. «Es mucho más que una protagonista femenina: representa una fuerza intelectual y política que desborda el canon de la concubina tradicional», respondió Beneyto.

La obra también se adentra en los aspectos más especulativos de la historia de las ideas: el sincretismo religioso, la filosofía confuciana, la astronomía como vía de diálogo entre culturas. En este punto, el autor aludió a los jesuitas que llegaron a China en el siglo XVI y XVII, y al papel que jugaron como transmisores de saber científico y religiosos en un contexto de sospecha y fascinación mutua. Mateo Ricci, el misionero que logró infiltrarse en la corte imperial gracias a sus conocimientos matemáticos, aparece como una referencia simbólica dentro del libro, cuyo título, Los banquetes del gran rey, alude tanto a los festines imperiales como a las tensiones entre la apariencia y la esencia del poder.

«He querido hacer una novela histórica que no renuncie a la pasión ni a la belleza», dijo Beneyto casi al final del acto. Para Quinteros, uno de los grandes aciertos de la obra es precisamente esa capacidad para conjugar la erudición con el deleite, la crítica con la evocación sensual. La narrativa, coinciden ambos, puede ser una forma de pensamiento tan rigurosa como el ensayo, pero más capaz de alojar las contradicciones humanas. En un momento histórico en que China vuelve a desafiar el orden internacional, Los banquetes del gran rey se lee como una fábula sobre la distancia, la incomprensión y la voluntad de comprender.

«Quizá se acabe sabiendo más de China leyendo esta novela que muchos informes de actualidad», concluyó Beneyto con media sonrisa. La frase, lanzada al vuelo, resume bien el espíritu del libro: una exploración literaria del encuentro con el Otro, del cada vez más relevante trabajo de saber tender puentes entre dos culturas que tienen mucho que aprender la una de la otra.

 Este miércoles, el Círculo de Bellas Artes de Madrid ha acogido la presentación de Los banquetes del gran rey, el nuevo libro del catedrático y experto  

Este miércoles, el Círculo de Bellas Artes de Madrid ha acogido la presentación de Los banquetes del gran rey, el nuevo libro del catedrático y experto en Relaciones Internacionales José María Beneyto. El acto tuvo lugar en uno de los salones de la tercera planta del edificio, un espacio íntimo que reunió a lectores, académicos y periodistas en torno a una mesa central. Una conversación entre Beneyto y Paula Quinteros, CEO de THE OBJECTIVE, marcó el eje del evento.

La novela –la cuarta firmada por Beneyto–, publicada por Ático de los Libros, está ambientada en la China imperial del siglo XVI y sigue los pasos de Juan Orozco, un aventurero español que, tras años de exploración, llega a la corte del Emperador. Allí se verá envuelto en intrigas palaciegas, traiciones y una historia de amor con Flor de Peonía, una concubina de orígenes humildes pero con grandes ambiciones. Lejos de limitarse a una narración de aventuras, Los banquetes del gran rey se erige como una meditación literaria sobre el poder, la ambición y el deseo, al tiempo que reconstruye con rigor documental una civilización tan fascinante como hermética.

Durante el coloquio, Paula Quinteros destacó la triple dimensión de la novela: emocional, cultural y narrativa. En su opinión, la historia no solo se sostiene por la fuerza de sus personajes, sino también por la tensión simbólica que articula el encuentro entre Oriente y Occidente. Beneyto, por su parte, confesó que llevaba décadas fascinado por China, y que el germen de la obra surgió en plena pandemia, cuando comenzó a gestarse una ficción que entrelaza memoria, imaginación y crónica histórica. El trasfondo de esta fascinación, explicó, está íntimamente relacionado con la lucha global por la hegemonía entre China y Occidente, un conflicto que analiza en profundidad en su ensayo anterior ¿Guerra o paz?, donde estudia las raíces filosóficas, políticas y culturales de la rivalidad entre ambos modelos civilizatorios.

«La novela no responde a leyes mecánicas de la historia, sino a una intuición narrativa que permite captar la fragilidad del poder cuando pierde su sentido moral», explicó Beneyto. En este sentido, el personaje de Juan Orozco –narrado en primera persona con una voz que remite a la picaresca barroca– funciona como testigo y actor de un mundo en descomposición. El lenguaje, de hecho, se convierte en uno de los ejes fundamentales de la novela: Beneyto construye tres registros diferentes para reflejar los diversos niveles del relato, desde la crónica cultural hasta la acción más directa. «He querido recuperar el sentido heroico y glorioso del castellano del siglo XVI sin caer en el anacronismo ni en la erudición gratuita», afirmó.

El relato se sitúa en una etapa histórica de gran tensión para el imperio Ming: el inicio de su decadencia interna coincide con los primeros intentos de contacto y conquista por parte de los europeos, especialmente los gobernadores españoles de Filipinas. Beneyto entrelaza esta dimensión histórica con elementos de ficción clásica: el espía, el navegante, la cortesana, el sabio astrónomo. La figura de Flor de Peonía, en particular, mereció una atención especial durante la presentación: Quinteros preguntó si su personaje podía entenderse como una alegoría de algo mayor, una especie de Europa observando a China desde una posición de deseo y desorientación. «Es mucho más que una protagonista femenina: representa una fuerza intelectual y política que desborda el canon de la concubina tradicional», respondió Beneyto.

La obra también se adentra en los aspectos más especulativos de la historia de las ideas: el sincretismo religioso, la filosofía confuciana, la astronomía como vía de diálogo entre culturas. En este punto, el autor aludió a los jesuitas que llegaron a China en el siglo XVI y XVII, y al papel que jugaron como transmisores de saber científico y religiosos en un contexto de sospecha y fascinación mutua. Mateo Ricci, el misionero que logró infiltrarse en la corte imperial gracias a sus conocimientos matemáticos, aparece como una referencia simbólica dentro del libro, cuyo título, Los banquetes del gran rey, alude tanto a los festines imperiales como a las tensiones entre la apariencia y la esencia del poder.

«He querido hacer una novela histórica que no renuncie a la pasión ni a la belleza», dijo Beneyto casi al final del acto. Para Quinteros, uno de los grandes aciertos de la obra es precisamente esa capacidad para conjugar la erudición con el deleite, la crítica con la evocación sensual. La narrativa, coinciden ambos, puede ser una forma de pensamiento tan rigurosa como el ensayo, pero más capaz de alojar las contradicciones humanas. En un momento histórico en que China vuelve a desafiar el orden internacional, Los banquetes del gran rey se lee como una fábula sobre la distancia, la incomprensión y la voluntad de comprender.

«Quizá se acabe sabiendo más de China leyendo esta novela que muchos informes de actualidad», concluyó Beneyto con media sonrisa. La frase, lanzada al vuelo, resume bien el espíritu del libro: una exploración literaria del encuentro con el Otro, del cada vez más relevante trabajo de saber tender puentes entre dos culturas que tienen mucho que aprender la una de la otra.

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