<p>Corría el año 1997 y la economía de Corea del Sur parecía a punto de derrumbarse. La crisis financiera asiática de aquel verano había embestido contra el pequeño país haciendo añicos la milagrosa prosperidad alcanzada tras los desastres de la guerra del 50. Sólo <a href=»https://www.elmundo.es/elmundo/1997/diciembre/26/economia/coreasur.html»>el mayor préstamo jamás concedido</a> por el FMI hasta entonces de 50.000 millones de dólares pudo sostener el país a costa del habitual programa draconiano de privatización de servicios públicos. Fue entonces cuando, para evadirse del pesimismo que envenenaba la sociedad surcoreana, un veinteañero que acababa de licenciarse del ejército empezó a escribir una historia fantástica por entregas en el entonces naciente internet que pronto logró un éxito descomunal. Se llamaba <strong>Lee Young-Do</strong>.</p>
‘El corazón del naga’, la primera parte de la tetralogía ‘El pájaro que bebe lágrimas’, aterriza en España y otros 12 países
Corría el año 1997 y la economía de Corea del Sur parecía a punto de derrumbarse. La crisis financiera asiática de aquel verano había embestido contra el pequeño país haciendo añicos la milagrosa prosperidad alcanzada tras los desastres de la guerra del 50. Sólo el mayor préstamo jamás concedido por el FMI hasta entonces de 50.000 millones de dólares pudo sostener el país a costa del habitual programa draconiano de privatización de servicios públicos. Fue entonces cuando, para evadirse del pesimismo que envenenaba la sociedad surcoreana, un veinteañero que acababa de licenciarse del ejército empezó a escribir una historia fantástica por entregas en el entonces naciente internet que pronto logró un éxito descomunal. Se llamaba Lee Young-Do.
Corea del Sur emergió de aquella crisis con bríos renovados gracias a un sorprendente programa de cultura de masas exportable a todos los rincones del globo. Un reportaje reciente en este periódico daba cuenta de la apuesta surcoreana por rendir el mundo a los pies del K-pop, de series virales como El juego del calamar o de películas multipremiadas como Parásitos. El premio Nobel a la escritora Han Kang parecía haber redondeado una impresionante jugada que ha reportado toneladas de fama e ingresos al país. Pero faltaba una última pata: la fantasía.
Lee Young-Do es una figura enigmática de la literatura fantástica coreana. Utiliza el género más como herramienta que como un fin en sí mismo, revela en cada página una exploración profunda de la condición humana, a la búsqueda siempre de los motivos de la tradición nacional y evita, por tanto, nuestros plomizos elfos y dragones. Pero después de vender dos millones de libros en lenguas orientales a lo largo de más de dos décadas, Occidente desconocía la obra de Lee. Hasta ahora.
Estos días el sello Minotauro del grupo Planeta ha publicado en España traducido por Ulises Tindón Manzano El corazón del naga, la primera parte de la tetralogía titulada El pájaro que bebe lágrimas, al mismo tiempo que el libro aterriza también en EEUU, Reino Unido, Alemania, Polonia, Países Bajos y así hasta 12 países. Una operación editorial de centenares de miles de euros que supone un récord en la exportación internacional de la literatura surcoreana.
Aunque se le considera un pionero del género en su país, Lee Young-Do prefiere evitar etiquetas grandilocuentes como explicaba en una entrevista al medio surcoreano OhMyNews con motivo de la aparición en su país de El pájaro que bebe lágrimas. «Me siento más cómodo usando la palabra ‘otro’ que ‘artista'», afirmaba, rechazando el peso que conlleva ser llamado escritor. Para él, la escritura es un acto cotidiano, un «aporrear teclas» que no demanda reconocimiento ni veneración.
Su primera obra de gran alcance, Dragon Raja, marcó un antes y un después en la literatura fantástica coreana al vender más de un millón de copias desde su publicación en 1998. Según Lee, el éxito de aquella obra respondió a la capacidad del género para aceptar historias que no se ajustan a la vida cotidiana, un alivio en medio de la crisis económica que atenazaba su país. Nunca pensó en el éxito comercial ni en satisfacer las expectativas de los lectores: «Simplemente escribo lo que quiero».
Su más reciente novela y ariete en la conquista del lector occidental, El pájaro que bebe lágrimas, explora la construcción de un nuevo imperio en un vasto continente habitado por cuatro razas. La historia comienza cuando tres personajes de especies distintas emprenden una misión inesperada: proteger a un antiguo enemigo en un viaje lleno de peligros. El líder del grupo es Keigan Draka, un humano, acompañado por Bijiong, un dokebi, o duende de fuego, y Tinajan, un guerrero lekon de casi tres metros de altura. Su objetivo es encontrar a un naga y llevarlo hasta un templo. Sin embargo, los nagas, seres reptilianos cubiertos de escamas, han sido enemigos del resto de las razas durante siglos. Con el fin de evitar ser asesinados, llevan a cabo un ritual extremo: extraerse el corazón.
El autor logra fusionar los tropos tradicionales de la literatura fantástica occidental con una ambientación inspirada en la mitología coreana. Esta combinación es tan orgánica que solo un lector atento nota las referencias al folclore oriental en un mundo que, a simple vista, podría recordar a los clásicos de fantasía y ciencia ficción como El señor de los anillos o Dune. Aquí, en lugar de elfos o enanos, encontramos especies inéditas como los lekons, guerreros colosales con aspecto de gallo.
Entre las distintas especies, los nagas destacan por su profundidad cultural y su intrincado orden social. Los nagas, organizados en una sociedad matriarcal, añaden una rica dimensión al relato, mostrando detalles culturales únicos que contrastan con las otras razas.
Explica una lectora entusiasta en la popular página de recomendaciones literarias Goodreads: «En el futuro, si pillo a alguien quejándose de que todo se repite en la fantasía y que no hay nada nuevo que encontrar, recomendaré el inicio de la serie El pájaro que bebe lágrimas a partir de ahora. El coreano Lee Young-do, ha escrito una novela de fantasía increíblemente creativa. Pocas veces he leído una historia tan innovadora, con tantos elementos de fantasía que nunca antes me había encontrado. Lee ha incorporado mitos coreanos, fábulas, cuentos populares, pero también aspectos culturales y sociales en su historia, entretejidos con entidades de otras leyendas asiáticas e ideas conocidas de la fantasía occidental».
A pesar de la amplitud y complejidad de sus historias, Lee mantiene una conexión simple y directa con su tema predilecto: el ser humano. «Si hay muchas herramientas para retratar a los seres humanos, yo elegí la fantasía. Ya sea literatura pura, ciencia ficción o fantasía, en realidad es solo una cuestión de herramientas».
El novelista es consciente de las limitaciones que puede imponer el mercado y rechaza la fórmula fácil de imitar los mitos célticos o nórdicos, una tentación en el género fantástico. Para Lee, la verdadera originalidad radica en escribir «la historia que quieres contar», sin caer en las expectativas repetitivas del público. Su negativa a involucrarse en adaptaciones secundarias de su obra, como juegos y mangas basados en Dragon Raja, refleja su independencia creativa y su desdén por cualquier interpretación que reduzca la esencia de sus relatos. Pero sí ha accedido a adaptar El pájaro que bebe lágrimas en formato de videojuego que se lanzará próximamente en todo el mundo.
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