Las postales de Julio Iglesias: seducción, bronceado y literatura según Ignacio Peyró

Leer El español que enamoró al mundo (Libros del Asteroide, 2024) de Ignacio Peyró (Madrid, 1980) es aceptar de entrada un juego de espejos donde la nostalgia, la historia reciente de España y el fenómeno global –y bronceado– llamado Julio Iglesias se funden en un relato tan personal como colectivo. 

A través de 336 páginas, Ignacio Peyró convierte a Julio Iglesias en mucho más que una figura pop y rosa: lo eleva a símbolo cultural, emblema generacional de un país que se transformaba a toda velocidad mientras él deslizaba baladas de amor –con la mano en el pecho– en catorce idiomas.

Desde las primeras páginas, el autor desmonta el prejuicio que pesa sobre el cantante, ese reflejo incómodo de la España kitsch, conservadora y aspiracional. Además, nos confirma en el prólogo, cómo los semiólogos y los críticos culturales le han dado más estudios a estrellas nuevas y sin largo recorrido como Rosalía o a C-Tangana, en vez de a un hombre que sin mucho talento, a mediados del siglo XX, se hizo conocido en medio mundo sin la ayuda de Internet o las redes sociales. Es a partir de ahí que Peyró tira del hilo para escribir esta crónica alejada de la prensa rosa.

Una estructura como postales de una España gris 

El libro se articula en capítulos breves, postales de una España que ya fue, que huyen de la cronología rígida. Peyró, en lugar de encadenar fechas y discos, opta por un montaje que promueve la lectura ágil, en el que episodios de la vida de Iglesias –el accidente de coche que truncó su carrera como futbolista, su victoria en el Festival de Benidorm de 1968, el desembarco en Miami, la boda con Isabel Preysler o la traumática separación– se alternan con reflexiones sobre el éxito, el carisma y la España de la época.

En las páginas de este libro se refleja un trabajo de documentación periodística al servicio de la narración. Peyró bebe de biografías previas, como las de Andrés López Martínez, Hans Laguna y Óscar García Blesa, y no escatima en referencias literarias y culturales: desde Francisco Umbral y Maruja Torres, que ya escribieron sobre el fenómeno Julio Iglesias. Esta red de referencias, lejos de ser un adorno, convierte el libro en un ensayo tan literario como periodístico, donde cada anécdota funciona como una pieza dentro de un mosaico mayor donde se refleja cómo la cultura popular nunca es inocente ni superficial.

Es a partir de lo popular que Peyró va tejiendo una estructura de viaje por la historia sentimental y política de España. Esta es una historia donde los elementos son cintas de casete de Julio Iglesias acompañan los viajes en el Seat 124, donde su voz es el hilo musical de bodas, bautizos y verbenas, y donde su figura es, al mismo tiempo, símbolo de una España que quiere tener éxito, así como un recordatorio incómodo de todo lo que preferimos olvidar: el machismo alegre, el exhibicionismo sin complejos, el bronceado de Benidorm todo el año o la idea de que el lujo es mejor cuando es un poco hortera.

Julio Iglesias
Julio Iglesias fotografiado en los años 80 por Harry Langdon en Los Ángeles, en 1983. | Getty Images

El retrato de un superviviente del siglo XX

A pesar de haber sido el pionero en romper con el fenómeno del cantautor revolucionario, una de las ideas más sugerentes del libro es cómo Iglesias ha conseguido, sin ser especialmente moderno, atravesar por épocas, estilos y modas sin intentar innovar demasiado o despeinarse. Como destaca Peyró, Julio Iglesias es un hombre que nunca ha perseguido la contemporaneidad, pero que ha sabido seducir cada década con una mezcla de trabajo incansable, seducción, carisma y una capacidad asombrosa para hablar el idioma de cada público. Un tipo que para ser dueño de su carrera debe «profesionalizarse» y con esto último vale recordar la anécdota contada por el autor de aquella profesora de pronunciación de inglés que necesitó Iglesias, una niña muy guapa por la que la CBS pagó lo que serían 1000 euros la hora en aquellos tiempos.

Este carisma y seducción universal se tradujo también en política. Julio Iglesias, ese hombre pijo madrileño, fue íntimo de presidentes, embajadores y ministros, y supo moverse con soltura en las esferas diplomáticas. Peyró recupera su estrecha relación con nombres de la Transición, los refuerzos a la popularidad de José María Aznar, así como el episodio más oscuro de su biografía familiar: el secuestro de su padre, Julio Iglesias Puga, por un comando de ETA en 1981. Es interesante que este suceso, que marcaría al cantante, cuenta la historia reciente de España a modo de thriller cinematográfico.

Pero el libro no es solo un retrato de Iglesias es una meditación sobre el éxito. ¿Qué es lo que hace que un tipo sin una gran voz, sin carisma arrollador, sin ideología reconocible, se convierta en el español más famoso del mundo? Estas dudas generan en el autor una mezcla de fascinación y desconcierto que hacen que se explique la vida de Julio Iglesias como una suma de trabajo incansable, un olfato para la autopromoción y, sobre todo, esa cualidad indefinible llamada encanto, porque como bien se afirma en El español que enamoró al mundo: Julio encantaba, no cantaba.

Ignacio Peyró - El español que enamoró al mundo. Julio Iglesias
El escritor y periodista Ignacio Peyró, autor de ‘El español que enamoró al mundo’. | Foto: Olivia Torbado

Julio Iglesias al estilo Peyró

La clave de esta biografía –porque, aunque se esfuerce en no parecerlo, es una biografía– es su tono. Ignacio Peyró es consciente de que escribir sobre Iglesias es transitar por una cuerda floja. Por un lado, está el riesgo de crear en la caricatura amable, esa imagen de crooner con piel bronceada y sonrisa eterna atrapado en una estética de postal setentera, que hoy ha sido convertida en meme. Mientras, que por otro lado, está el peligro de la condescendencia cultural de aquellos que ven en Julio Iglesias solo un símbolo rancio de caspa y machismo. El gran acierto de Peyró es que se resiste a estas trampas. Como el equilibrio de un buen vino –recordemos su dietario Comimos y bebimos–, Peyró retrata a un Iglesias como lo que es: un tipo lleno de contradicciones, humano al fin, que ha sabido habitar la frontera entre el éxito y el ridículo, entre el lujo y la vulgaridad, entre la eternidad y la leche amarga.

Vale afirmar que este libro tiene un mérito poco común en las biografías musicales: es divertido. A pesar de que tiene poco de música, quizás por la misma naturaleza del cantante, El español que enamoró al mundo es un texto lleno de guiños y observaciones irónicas, propias de este autor en casi todos sus libros, lo que hacen de la lectura un placer que puede sacar las risas a cualquier lector. El escritor madrileño tiene ese don tan británico de tomarse el tema en serio sin perder el sentido del humor ni caer lo literal, una habilidad poco común dentro del ensayismo español. Es así como él puede narrar el ascenso de Julio Iglesias al mercado norteamericano con el mismo tono sencillo y perspicaz con el que comenta su habilidad para hacer una «gira genital» antes de casarse con la Preysler o cómo lograr que su voz arrastre las sílabas como si estuviera ligando con el micrófono mientras posa su mano en el abdomen, esas señas de identidad tan conocidas del cantante.

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El español que enamoró al mundo
Ignacio Peyró

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Es así como Ignacio Peyró logra, desde una prosa exquisita, que el lector sienta que Julio Iglesias es una persona de carne y hueso, sin haber tenido la necesidad de pasar como entrevistado en Sálvame. Nos guste o no,  El español que enamoró al mundo desvela cómo el crooner ha acompañado el inconsciente colectivo de todos los hispanoamericanos y, así como las peinetas, la paella, los toros -o el latineo de guayaberas en Miami-, es parte de esa postal de viaje de la mal llamada Marca España, esa que no sabemos si admirar o avergonzarnos o, quizás, entender que puede ser ambas cosas a la vez.

 Leer El español que enamoró al mundo (Libros del Asteroide, 2024) de Ignacio Peyró (Madrid, 1980) es aceptar de entrada un juego de espejos donde la  

Leer El español que enamoró al mundo (Libros del Asteroide, 2024) de Ignacio Peyró (Madrid, 1980) es aceptar de entrada un juego de espejos donde la nostalgia, la historia reciente de España y el fenómeno global –y bronceado– llamado Julio Iglesias se funden en un relato tan personal como colectivo. 

A través de 336 páginas, Ignacio Peyró convierte a Julio Iglesias en mucho más que una figura pop y rosa: lo eleva a símbolo cultural, emblema generacional de un país que se transformaba a toda velocidad mientras él deslizaba baladas de amor –con la mano en el pecho– en catorce idiomas.

Desde las primeras páginas, el autor desmonta el prejuicio que pesa sobre el cantante, ese reflejo incómodo de la España kitsch, conservadora y aspiracional. Además, nos confirma en el prólogo, cómo los semiólogos y los críticos culturales le han dado más estudios a estrellas nuevas y sin largo recorrido como Rosalía o a C-Tangana, en vez de a un hombre que sin mucho talento, a mediados del siglo XX, se hizo conocido en medio mundo sin la ayuda de Internet o las redes sociales. Es a partir de ahí que Peyró tira del hilo para escribir esta crónica alejada de la prensa rosa.

El libro se articula en capítulos breves, postales de una España que ya fue, que huyen de la cronología rígida. Peyró, en lugar de encadenar fechas y discos, opta por un montaje que promueve la lectura ágil, en el que episodios de la vida de Iglesias –el accidente de coche que truncó su carrera como futbolista, su victoria en el Festival de Benidorm de 1968, el desembarco en Miami, la boda con Isabel Preysler o la traumática separación– se alternan con reflexiones sobre el éxito, el carisma y la España de la época.

En las páginas de este libro se refleja un trabajo de documentación periodística al servicio de la narración. Peyró bebe de biografías previas, como las de Andrés López Martínez, Hans Laguna y Óscar García Blesa, y no escatima en referencias literarias y culturales: desde Francisco Umbral y Maruja Torres, que ya escribieron sobre el fenómeno Julio Iglesias. Esta red de referencias, lejos de ser un adorno, convierte el libro en un ensayo tan literario como periodístico, donde cada anécdota funciona como una pieza dentro de un mosaico mayor donde se refleja cómo la cultura popular nunca es inocente ni superficial.

Es a partir de lo popular que Peyró va tejiendo una estructura de viaje por la historia sentimental y política de España. Esta es una historia donde los elementos son cintas de casete de Julio Iglesias acompañan los viajes en el Seat 124, donde su voz es el hilo musical de bodas, bautizos y verbenas, y donde su figura es, al mismo tiempo, símbolo de una España que quiere tener éxito, así como un recordatorio incómodo de todo lo que preferimos olvidar: el machismo alegre, el exhibicionismo sin complejos, el bronceado de Benidorm todo el año o la idea de que el lujo es mejor cuando es un poco hortera.

Julio Iglesias
Julio Iglesias fotografiado en los años 80 por Harry Langdon en Los Ángeles, en 1983. | Getty Images

A pesar de haber sido el pionero en romper con el fenómeno del cantautor revolucionario, una de las ideas más sugerentes del libro es cómo Iglesias ha conseguido, sin ser especialmente moderno, atravesar por épocas, estilos y modas sin intentar innovar demasiado o despeinarse. Como destaca Peyró, Julio Iglesias es un hombre que nunca ha perseguido la contemporaneidad, pero que ha sabido seducir cada década con una mezcla de trabajo incansable, seducción, carisma y una capacidad asombrosa para hablar el idioma de cada público. Un tipo que para ser dueño de su carrera debe «profesionalizarse» y con esto último vale recordar la anécdota contada por el autor de aquella profesora de pronunciación de inglés que necesitó Iglesias, una niña muy guapa por la que la CBS pagó lo que serían 1000 euros la hora en aquellos tiempos.

Este carisma y seducción universal se tradujo también en política. Julio Iglesias, ese hombre pijo madrileño, fue íntimo de presidentes, embajadores y ministros, y supo moverse con soltura en las esferas diplomáticas. Peyró recupera su estrecha relación con nombres de la Transición, los refuerzos a la popularidad de José María Aznar, así como el episodio más oscuro de su biografía familiar: el secuestro de su padre, Julio Iglesias Puga, por un comando de ETA en 1981. Es interesante que este suceso, que marcaría al cantante, cuenta la historia reciente de España a modo de thriller cinematográfico.

Pero el libro no es solo un retrato de Iglesias es una meditación sobre el éxito. ¿Qué es lo que hace que un tipo sin una gran voz, sin carisma arrollador, sin ideología reconocible, se convierta en el español más famoso del mundo? Estas dudas generan en el autor una mezcla de fascinación y desconcierto que hacen que se explique la vida de Julio Iglesias como una suma de trabajo incansable, un olfato para la autopromoción y, sobre todo, esa cualidad indefinible llamada encanto, porque como bien se afirma en El español que enamoró al mundo: Julio encantaba, no cantaba.

Ignacio Peyró - El español que enamoró al mundo. Julio Iglesias
El escritor y periodista Ignacio Peyró, autor de ‘El español que enamoró al mundo’. | Foto: Olivia Torbado

La clave de esta biografía –porque, aunque se esfuerce en no parecerlo, es una biografía– es su tono. Ignacio Peyró es consciente de que escribir sobre Iglesias es transitar por una cuerda floja. Por un lado, está el riesgo de crear en la caricatura amable, esa imagen de crooner con piel bronceada y sonrisa eterna atrapado en una estética de postal setentera, que hoy ha sido convertida en meme. Mientras, que por otro lado, está el peligro de la condescendencia cultural de aquellos que ven en Julio Iglesias solo un símbolo rancio de caspa y machismo. El gran acierto de Peyró es que se resiste a estas trampas. Como el equilibrio de un buen vino –recordemos su dietario Comimos y bebimos–, Peyró retrata a un Iglesias como lo que es: un tipo lleno de contradicciones, humano al fin, que ha sabido habitar la frontera entre el éxito y el ridículo, entre el lujo y la vulgaridad, entre la eternidad y la leche amarga.

Vale afirmar que este libro tiene un mérito poco común en las biografías musicales: es divertido. A pesar de que tiene poco de música, quizás por la misma naturaleza del cantante, El español que enamoró al mundo es un texto lleno de guiños y observaciones irónicas, propias de este autor en casi todos sus libros, lo que hacen de la lectura un placer que puede sacar las risas a cualquier lector. El escritor madrileño tiene ese don tan británico de tomarse el tema en serio sin perder el sentido del humor ni caer lo literal, una habilidad poco común dentro del ensayismo español. Es así como él puede narrar el ascenso de Julio Iglesias al mercado norteamericano con el mismo tono sencillo y perspicaz con el que comenta su habilidad para hacer una «gira genital» antes de casarse con la Preysler o cómo lograr que su voz arrastre las sílabas como si estuviera ligando con el micrófono mientras posa su mano en el abdomen, esas señas de identidad tan conocidas del cantante.

Es así como Ignacio Peyró logra, desde una prosa exquisita, que el lector sienta que Julio Iglesias es una persona de carne y hueso, sin haber tenido la necesidad de pasar como entrevistado en Sálvame. Nos guste o no,  El español que enamoró al mundo desvela cómo el crooner ha acompañado el inconsciente colectivo de todos los hispanoamericanos y, así como las peinetas, la paella, los toros -o el latineo de guayaberas en Miami-, es parte de esa postal de viaje de la mal llamada Marca España, esa que no sabemos si admirar o avergonzarnos o, quizás, entender que puede ser ambas cosas a la vez.

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