‘La red fantasma’ o cómo cazar criminales de guerra

Hace tan solo unas semanas, Naciones Unidas publicó un histórico informe sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por parte del régimen de Bashar al-Assad en Siria. Esto ha coincidido con el estreno en nuestro país de una película brillante, una particular cinta de espías cuya historia está íntimamente conectada con los hechos documentados en ese informe: La red fantasma. La película está basada en hechos reales, se estrena este viernes y no deberías perdértela. Te explico por qué.

Os decía que La red fantasma es una película de espías, y lo es. Probablemente una de las mejores de los últimos años, y también de las más singulares. Porque siendo de espionaje, su protagonista no es en realidad un espía profesional, ni el tono del metraje el de una película de acción en sentido literal, aunque nos eriza la piel con mayor intensidad que una de 007.

Hamid es un refugiado en Estrasburgo, un antiguo profesor de literatura que fue torturado en las prisiones de Siria y cuya mujer e hija fueron asesinadas durante el conflicto. Este hombre corriente que lleva dentro de sí una herida incurable pasa a formar parte de un grupo clandestino de civiles que se organiza para dar caza a criminales de guerra del régimen de al-Assad. Una tarea compleja porque, como sucedió con los nazis, estos cobardes saben cómo pasar desapercibidos en el corazón de Europa.

Hay pistas que le conducen al que podría ser su propio torturador. Nunca vio su rostro, pero tiene grabado su olor, movimientos, pose… Para el grupo, su intuición no basta. Debe encontrar pruebas contundentes y si no, darlo por inocente y abandonar el rastro. Convencido de que está en lo correcto, insiste en seguirle muy de cerca durante semanas. Debe seguirle día a día y no quitar ojo al que podría ser responsable de su muerte en vida, sin flashbacks ni recreaciones, con un estilo interpretativo poderosamente comedido. El espectador entiende la devastación interior del personaje, y por ende, la gravedad de los hechos que tuvieron lugar en Siria. Pero también, y precisamente por eso, la importancia de la reparación.

La película está primorosamente documentada y pegada a tierra, sin concesiones a la fantasía o el género. Esos grupos existen, operan en Europa; en la pantalla se despliega su metodología al detalle y Hamid es una metáfora de las personas que colaboran con la red. Además de hacer valer la justicia, este profesor de literatura debe resolver un interrogante: ¿Es posible seguir enseñando poesía después de haber conocido lo peor de la condición humana?

[¿Eres anunciante y quieres patrocinar este programa? Escríbenos a comercial@theobjective.com]

 Hace tan solo unas semanas, Naciones Unidas publicó un histórico informe sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por parte del régimen de Bashar al-Assad en  

Hace tan solo unas semanas, Naciones Unidas publicó un histórico informe sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por parte del régimen de Bashar al-Assad en Siria. Esto ha coincidido con el estreno en nuestro país de una película brillante, una particular cinta de espías cuya historia está íntimamente conectada con los hechos documentados en ese informe: La red fantasma. La película está basada en hechos reales, se estrena este viernes y no deberías perdértela. Te explico por qué.

Os decía que La red fantasma es una película de espías, y lo es. Probablemente una de las mejores de los últimos años, y también de las más singulares. Porque siendo de espionaje, su protagonista no es en realidad un espía profesional, ni el tono del metraje el de una película de acción en sentido literal, aunque nos eriza la piel con mayor intensidad que una de 007.

Hamid es un refugiado en Estrasburgo, un antiguo profesor de literatura que fue torturado en las prisiones de Siria y cuya mujer e hija fueron asesinadas durante el conflicto. Este hombre corriente que lleva dentro de sí una herida incurable pasa a formar parte de un grupo clandestino de civiles que se organiza para dar caza a criminales de guerra del régimen de al-Assad. Una tarea compleja porque, como sucedió con los nazis, estos cobardes saben cómo pasar desapercibidos en el corazón de Europa.

Hay pistas que le conducen al que podría ser su propio torturador. Nunca vio su rostro, pero tiene grabado su olor, movimientos, pose… Para el grupo, su intuición no basta. Debe encontrar pruebas contundentes y si no, darlo por inocente y abandonar el rastro. Convencido de que está en lo correcto, insiste en seguirle muy de cerca durante semanas. Debe seguirle día a día y no quitar ojo al que podría ser responsable de su muerte en vida, sin flashbacks ni recreaciones, con un estilo interpretativo poderosamente comedido. El espectador entiende la devastación interior del personaje, y por ende, la gravedad de los hechos que tuvieron lugar en Siria. Pero también, y precisamente por eso, la importancia de la reparación.

La película está primorosamente documentada y pegada a tierra, sin concesiones a la fantasía o el género. Esos grupos existen, operan en Europa; en la pantalla se despliega su metodología al detalle y Hamid es una metáfora de las personas que colaboran con la red. Además de hacer valer la justicia, este profesor de literatura debe resolver un interrogante: ¿Es posible seguir enseñando poesía después de haber conocido lo peor de la condición humana?

[¿Eres anunciante y quieres patrocinar este programa? Escríbenos a [email protected]]

 Noticias de Cultura: Última hora de hoy en THE OBJECTIVE

Noticias Similares