Archer Milton Huntington (1870-1955), hijo del magnate ferroviario Collis Potter Huntington, decidió alejarse del mundo empresarial para dedicarse a una de sus pasiones: la cultura hispana. Inspirado desde niño por sus viajes a Europa y su descubrimiento de la literatura española a través de obras como The Zincali, un relato de los gitanos de España, de George Borrow, Huntington desarrolló un profundo interés por España. Con 14 años ya había devorado a Prescott y a Ticknor, dos de los grandes hispanistas estadounidenses. Este interés lo llevó a seguir las huellas de El Cid y a formar una de las colecciones más importantes del mundo relacionadas con la cultura hispánica y a fundar la Hispanic Society of America en Nueva York, lo que acabaría por consagrarle como uno de los más grandes filántropos de la historia de los Estados Unidos.
En 1898, un joven Huntington escribía a su madre desde Sevilla: «¿Mi amor por España? No puedo saber de dónde me viene. De niño me llené de lecturas en inglés y francés, de manera que resulta extraño que este país me haya sobrecogido tanto. Hay algo de temeraria bravura en esos corazones, que acogen encanto y gracia, y conocerlos es amarlos. Estos soldados naturales que han dejado de lado las armas por las banderillas siguen siendo fuertes, incluso si el impulso y los ideales han adoptado la forma de palabras de brillante plumaje. Pero poseen una extraña y apasionada sinceridad, una fe y sentido del humor que no es posible poner en cuestión. Estos, junto con las faltas y miserias que van con ellos, siguen reinando y han reinado siempre en esta tierra de amantes desenfrenados, de canción de mujer y de queja».
Huntington ya había comenzado su colección adquiriendo en nuestro país libros, libros y más libros. También monedas. Y se defendía bien con el idioma español. Ya tenía, por entonces, en mente un proyecto, que tras la muerte de su padre en 1900 pudo poner en práctica, gracias a la fortuna que inmediatamente heredó. Con los años, su pasión por la literatura lo llevaría a comprar ediciones únicas, manuscritos antiguos y libros impresos de inconmensurable valor histórico. Entre sus adquisiciones más notables se encuentran piezas como un manuscrito del Libro de las aves de caza de López de Ayala y varios incunables. La compra de la biblioteca del Marqués de Jerez de los Caballeros en 1902 marcó un hito en su vida, ya que esta contenía 20.000 libros y manuscritos, que embarcó con premura a Nueva York, formando un pequeño escándalo, con las consiguientes quejas airadas de figuras e intelectuales insignes como Marcelino Menéndez y Pelayo.
En 1904, Huntington fundó oficialmente la Hispanic Society of America y comenzó la construcción de su sede en Nueva York. Huntington expandió su colección de libros con la ayuda de Karl W. Hiersemann, un librero alemán que recopiló libros y manuscritos de toda Hispanoamérica. Esta colaboración permitió a la Hispanic Society adquirir colecciones completas de figuras destacadas de la época, enriqueciendo aún más sus fondos. La Hispanic Society abrió al público en 1908. La colección no solo contaba con 50.000 libros, sino también con cuadros de Velázquez, Goya, Murillo o El Greco y algunas piezas arqueológicas de gran valor.
Huntington conoció a Sorolla en Inglaterra en 1908. Poco tiempo después, Huntington lo incorporó como miembro de la Hispanic Society y lo invitó a exponer en sus instalaciones en 1909. Esta exposición fue un éxito sin precedentes: incluyó 356 pinturas, de las cuales se vendieron 195. Durante los cinco meses que Sorolla pasó en Estados Unidos, realizó más de veinte retratos. En 1911, Huntington le encargó a Sorolla la creación de 14 murales que más tarde serían conocidos como la Visión de España, considerados uno de los encargos más destacados de la carrera del artista. Estos imponentes lienzos están exhibidos en la actual Sala Sorolla. La sala se inauguró en 1926 tras la muerte del pintor.
Huntington acabó reduciendo su actividad como coleccionista. Tampoco quería ser visto como un saqueador. Para la década de 1920, Huntington se enfocó en la administración de la Hispanic Society, reconociendo que su labor principal era preparar el camino para estudios futuros. Aunque expresó cierta nostalgia por la emoción de sus años de coleccionista, se mostró satisfecho con el impacto que su institución tendría en el estudio y la preservación de la cultura hispánica.
La Hispanic Society of America es la institución que mejor representa la Spanishmanía, o lo Richard L. Kagan llamó «el embrujo español». Alberga la colección más importante del mundo dedicada al arte, la cultura y la historia de España, Portugal e Hispanoamérica. Huntington logró que la institución se consolidara como un referente global para el estudio y la apreciación de las culturas hispánicas, creando un espacio señero que atrae a visitantes y académicos de todos los rincones del planeta. Porque, además, la Hispanic Society simboliza a las mil maravillas la rica herencia cultural hispana en Estados Unidos. No es de extrañar que el museo neoyorquino, concebido como una ventana al «alma de España», se haya convertido en todo un lugar de referencia.
La Hispanic Society se destaca por la variedad y riqueza de su colección que incluye también acuarelas, textiles, esculturas, mapas, fotografías, grabados, joyas… Entre sus valiosos tesoros se encuentran manuscritos medievales que reflejan la evolución del derecho en España, destacando un ejemplar de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, junto con otros textos jurídicos que arrojan luz sobre las estructuras legales y sociales del Medievo hispánico. Una de las mayores joyas de la Hispanic Society es una editio princeps de La Celestina. Su biblioteca cuenta en la actualidad con más de 250.000 volúmenes, incluyendo ediciones raras e incunables que convierten a la institución en un punto de referencia imprescindible para investigadores y académicos de todo el orbe interesados en esta auténtica cámara de las maravillas.
Además de su papel como centro de investigación, la Hispanic Society ha desarrollado una activa labor de difusión cultural. En 2017, organizó una importante exposición en el Museo Nacional del Prado titulada «Tesoros de la Hispanic Society of America», que permitió al público español redescubrir obras maestras de artistas como Goya, Velázquez y Sorolla, preservadas en suelo estadounidense. Estas actividades subrayan el compromiso de la institución con el intercambio cultural y el fortalecimiento de los lazos entre España, la América Hispana y los Estados Unidos.
El edificio que alberga a la Hispanic Society, ubicado en el barrio de Washington Heights en Manhattan, frente a la icónica avenida de Broadway, es también un testimonio arquitectónico de su misión. Diseñado con un estilo neoclásico que evoca la arquitectura de Juan de Villanueva, el espacio incluye galerías, salas de lectura y auditorios que fomentan tanto la contemplación artística como el aprendizaje. Las obras pictóricas más célebres de su colección son, sin duda, La Duquesa de Alba vestida de negro de Goya y el ciclo de murales de Joaquín Sorolla.
A pesar de sus logros, la Hispanic Society enfrenta desafíos significativos. La institución trabaja en la modernización de sus instalaciones y en el fortalecimiento de su alcance público, asegurando que su legado continúe inspirando a futuras generaciones. Con iniciativas como la digitalización de sus colecciones y la colaboración con museos y universidades internacionales, la Hispanic Society se proyecta como un modelo de preservación y difusión cultural en el siglo XXI.
La visión de Huntington, plasmada en la Hispanic Society, es un recordatorio poderoso de la hispanofilia estadounidense y de cómo el arte y la cultura pueden servir como puentes entre naciones, subrayando la importancia de preservar y compartir relatos y reliquias en un mundo cada vez más globalizado. La Hispanic Society es, en definitiva, una invitación a explorar la rica complejidad de la identidad hispana en todas sus manifestaciones.
Archer Milton Huntington (1870-1955), hijo del magnate ferroviario Collis Potter Huntington, decidió alejarse del mundo empresarial para dedicarse a una de sus pasiones: la cultura hispana.
Archer Milton Huntington (1870-1955), hijo del magnate ferroviario Collis Potter Huntington, decidió alejarse del mundo empresarial para dedicarse a una de sus pasiones: la cultura hispana. Inspirado desde niño por sus viajes a Europa y su descubrimiento de la literatura española a través de obras como The Zincali, un relato de los gitanos de España, de George Borrow, Huntington desarrolló un profundo interés por España. Con 14 años ya había devorado a Prescott y a Ticknor, dos de los grandes hispanistas estadounidenses. Este interés lo llevó a seguir las huellas de El Cid y a formar una de las colecciones más importantes del mundo relacionadas con la cultura hispánica y a fundar la Hispanic Society of America en Nueva York, lo que acabaría por consagrarle como uno de los más grandes filántropos de la historia de los Estados Unidos.
En 1898, un joven Huntington escribía a su madre desde Sevilla: «¿Mi amor por España? No puedo saber de dónde me viene. De niño me llené de lecturas en inglés y francés, de manera que resulta extraño que este país me haya sobrecogido tanto. Hay algo de temeraria bravura en esos corazones, que acogen encanto y gracia, y conocerlos es amarlos. Estos soldados naturales que han dejado de lado las armas por las banderillas siguen siendo fuertes, incluso si el impulso y los ideales han adoptado la forma de palabras de brillante plumaje. Pero poseen una extraña y apasionada sinceridad, una fe y sentido del humor que no es posible poner en cuestión. Estos, junto con las faltas y miserias que van con ellos, siguen reinando y han reinado siempre en esta tierra de amantes desenfrenados, de canción de mujer y de queja».
Huntington ya había comenzado su colección adquiriendo en nuestro país libros, libros y más libros. También monedas. Y se defendía bien con el idioma español. Ya tenía, por entonces, en mente un proyecto, que tras la muerte de su padre en 1900 pudo poner en práctica, gracias a la fortuna que inmediatamente heredó. Con los años, su pasión por la literatura lo llevaría a comprar ediciones únicas, manuscritos antiguos y libros impresos de inconmensurable valor histórico. Entre sus adquisiciones más notables se encuentran piezas como un manuscrito del Libro de las aves de caza de López de Ayala y varios incunables. La compra de la biblioteca del Marqués de Jerez de los Caballeros en 1902 marcó un hito en su vida, ya que esta contenía 20.000 libros y manuscritos, que embarcó con premura a Nueva York, formando un pequeño escándalo, con las consiguientes quejas airadas de figuras e intelectuales insignes como Marcelino Menéndez y Pelayo.
En 1904, Huntington fundó oficialmente la Hispanic Society of America y comenzó la construcción de su sede en Nueva York. Huntington expandió su colección de libros con la ayuda de Karl W. Hiersemann, un librero alemán que recopiló libros y manuscritos de toda Hispanoamérica. Esta colaboración permitió a la Hispanic Society adquirir colecciones completas de figuras destacadas de la época, enriqueciendo aún más sus fondos. La Hispanic Society abrió al público en 1908. La colección no solo contaba con 50.000 libros, sino también con cuadros de Velázquez, Goya, Murillo o El Greco y algunas piezas arqueológicas de gran valor.
Huntington conoció a Sorolla en Inglaterra en 1908. Poco tiempo después, Huntington lo incorporó como miembro de la Hispanic Society y lo invitó a exponer en sus instalaciones en 1909. Esta exposición fue un éxito sin precedentes: incluyó 356 pinturas, de las cuales se vendieron 195. Durante los cinco meses que Sorolla pasó en Estados Unidos, realizó más de veinte retratos. En 1911, Huntington le encargó a Sorolla la creación de 14 murales que más tarde serían conocidos como la Visión de España, considerados uno de los encargos más destacados de la carrera del artista. Estos imponentes lienzos están exhibidos en la actual Sala Sorolla. La sala se inauguró en 1926 tras la muerte del pintor.
Huntington acabó reduciendo su actividad como coleccionista. Tampoco quería ser visto como un saqueador. Para la década de 1920, Huntington se enfocó en la administración de la Hispanic Society, reconociendo que su labor principal era preparar el camino para estudios futuros. Aunque expresó cierta nostalgia por la emoción de sus años de coleccionista, se mostró satisfecho con el impacto que su institución tendría en el estudio y la preservación de la cultura hispánica.
La Hispanic Society of America es la institución que mejor representa la Spanishmanía, o lo Richard L. Kagan llamó «el embrujo español». Alberga la colección más importante del mundo dedicada al arte, la cultura y la historia de España, Portugal e Hispanoamérica. Huntington logró que la institución se consolidara como un referente global para el estudio y la apreciación de las culturas hispánicas, creando un espacio señero que atrae a visitantes y académicos de todos los rincones del planeta. Porque, además, la Hispanic Society simboliza a las mil maravillas la rica herencia cultural hispana en Estados Unidos. No es de extrañar que el museo neoyorquino, concebido como una ventana al «alma de España», se haya convertido en todo un lugar de referencia.
La Hispanic Society se destaca por la variedad y riqueza de su colección que incluye también acuarelas, textiles, esculturas, mapas, fotografías, grabados, joyas… Entre sus valiosos tesoros se encuentran manuscritos medievales que reflejan la evolución del derecho en España, destacando un ejemplar de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, junto con otros textos jurídicos que arrojan luz sobre las estructuras legales y sociales del Medievo hispánico. Una de las mayores joyas de la Hispanic Society es una editio princeps de La Celestina. Su biblioteca cuenta en la actualidad con más de 250.000 volúmenes, incluyendo ediciones raras e incunables que convierten a la institución en un punto de referencia imprescindible para investigadores y académicos de todo el orbe interesados en esta auténtica cámara de las maravillas.
Además de su papel como centro de investigación, la Hispanic Society ha desarrollado una activa labor de difusión cultural. En 2017, organizó una importante exposición en el Museo Nacional del Prado titulada «Tesoros de la Hispanic Society of America», que permitió al público español redescubrir obras maestras de artistas como Goya, Velázquez y Sorolla, preservadas en suelo estadounidense. Estas actividades subrayan el compromiso de la institución con el intercambio cultural y el fortalecimiento de los lazos entre España, la América Hispana y los Estados Unidos.
El edificio que alberga a la Hispanic Society, ubicado en el barrio de Washington Heights en Manhattan, frente a la icónica avenida de Broadway, es también un testimonio arquitectónico de su misión. Diseñado con un estilo neoclásico que evoca la arquitectura de Juan de Villanueva, el espacio incluye galerías, salas de lectura y auditorios que fomentan tanto la contemplación artística como el aprendizaje. Las obras pictóricas más célebres de su colección son, sin duda, La Duquesa de Alba vestida de negro de Goya y el ciclo de murales de Joaquín Sorolla.
A pesar de sus logros, la Hispanic Society enfrenta desafíos significativos. La institución trabaja en la modernización de sus instalaciones y en el fortalecimiento de su alcance público, asegurando que su legado continúe inspirando a futuras generaciones. Con iniciativas como la digitalización de sus colecciones y la colaboración con museos y universidades internacionales, la Hispanic Society se proyecta como un modelo de preservación y difusión cultural en el siglo XXI.
La visión de Huntington, plasmada en la Hispanic Society, es un recordatorio poderoso de la hispanofilia estadounidense y de cómo el arte y la cultura pueden servir como puentes entre naciones, subrayando la importancia de preservar y compartir relatos y reliquias en un mundo cada vez más globalizado. La Hispanic Society es, en definitiva, una invitación a explorar la rica complejidad de la identidad hispana en todas sus manifestaciones.
Noticias de Cultura: Última hora de hoy en THE OBJECTIVE