Karla Sofía Gascón hace historia: el premio con el que ha ganado la batalla a la cultura ‘woke’

En estos últimos meses se ha hablado mucho de Karla Sofía Gascón. Quien más quien menos se ha enterado de lo sucedido, y no es de extrañar, pues un linchamiento público como el que ella ha sufrido suele atraer a curiosos y despistados. Si eres de este segundo grupo, pongamos un poco de contexto.

Karla Sofía Gascón, anteriormente conocida como Juan Carlos Gascón Ruiz, es una actriz española de 52 años. Comenzó su carrera en 2013 con su anterior identidad, y posteriormente, en 2018, publicó un libro revelando que era trans. Anunció que a partir de ese momento su nombre sería Karla Sofía.

Poco a poco, fue haciéndose un hueco en el exigente mundo cinematográfico, pero el año 2024 marcó un antes y un después en su vida gracias a su papel protagonista en Emilia Pérez, película dirigida por Jacques Audiard. Tanto el público como la crítica alabó su trabajo en el filme. Entre otros reconocimientos, obtuvo el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes — convirtiéndose en la primera mujer trans en recibir este galardón— y el Premio de Cine Europeo a la Mejor Actriz en 2024. Seguidamente, fue nominada al Óscar por la película.

De pronto, la vida parecía sonreír a Karla Sofía Gascón. Tras tantos años luchando por hacerse un hueco en el mundo del cine, al fin lo había conseguido. Además, ella representaba –hasta ese momento— todo lo que es alabado por el cultura woke: no solo era mujer, sino que además era trans y tenía más de 50 años. Y para más inri tenía talento de sobra para poder optar a un galardón tan importante como un Óscar.

Pero todo se torció. La misma ‘dictadura de lo moralmente correcto‘ que la encumbró durante meses, la dejó de lado por unos mensajes que ella había publicado en redes sociales en el pasado. En concreto, alguien se puso a rebuscar y sacó a la luz tuits suyos, publicados entre 2019 y 2021, que contenían comentarios considerados ofensivos hacia diversas comunidades, tal y como te contamos en THE OBJECTIVE.

En estos mensajes —que puedes leer aquí— Karla Sofía escribió cosas como que «el mayor atraso de derechos está en el islamismo» o que «cada vez que voy a recoger a mi hija al colegio hay más hembras con el pelo tapado y el faldón hasta los talones; lo mismo el año que viene en vez de inglés tenemos que dar árabe… y un cordero». También criticó a Pablo Iglesias (en concreto le llamó «gilipollas»), se refirió a Podemos como un grupo «comunista», expresó su disconformidad con las vacunas de la Covid-19 y con el cuestionable movimiento antirracista (‘Black Lives Matter’) que surgió tras la muerte de George Floyd. En fin, todos eran comentarios políticamente incorrectos —y otros muchos, desafortunados— que chocaban frontalmente con la cultura woke. ¿Y qué pasó después? Pues ya lo imaginas.

Así comenzó el intento de cancelación a Karla Sofía Gascón

El revuelo fue inmediato. Las críticas contra Karla Sofía Gascón llegaron desde todos los lados del planeta. La presión social hizo que eliminara algunas publicaciones y que desactivara su cuenta en X (antes Twitter). La cultura de la cancelación había iniciado la marcha y ya no parecía haber vuelta atrás. Mientras el linchamiento no paraba de crecer, la actriz hizo una entrevista en CNN y publicó varios comunicados a través de sus redes sociales que luego borró.

En ellos, Gascón afirmó no tener «nada que ocultar» y atribuyó el acoso y derribo que estaba sufriendo a la cultura de la cancelación, que no solo llegó de parte del público, sino también de la industria que hace unos días la encumbró. Netflix, distribuidor de Emilia Pérez, apartó a Karla Sofía Gascón de las actividades promocionales de la película y de la campaña para los premios Óscar. Audiard, el director del filme, también se desmarcó de las declaraciones de la actriz, dejándola sola ante el acoso y renegando de ella públicamente.

Karla Sofía Gascón. | Yamak Perea (Zuma Press)

A pesar del rechazo y de que la cultura woke de la cancelación había iniciado su habitual marcha, la actitud de la actriz y la reacción de una notable parte del público empezó a cambiar el transcurso de los hechos. Entonces, sorprendentemente, se generó un debate: muchas personas argumentaban que los comentarios de la intérprete eran inaceptables y que merecían la cancelación que estaba sufriendo, pero muchos otros señalaron que este ‘castigo’ público y personal no tenía nada que ver con el trabajo (que hay que separar a la persona del profesional) y que hacerlo de ese modo no permite el aprendizaje ni la redención.

¿Ella cambió la historia o la gente se está hartando?

La actitud de Karla Sofía Gascón tras el linchamiento fue la de apartarse y quedarse en un segundo plano. Dejó que otros hablaran y debatieran sobre si era correcto o no lo que se le estaba haciendo. Permitió que se iniciara un debate necesario acerca de la cultura de la cancelación y que se reflexionara acerca de las consecuencias que podía tener esto tanto en el terreno personal como profesional de quien la sufre.

En definitiva, marcó un punto de inflexión sobre la dictadura woke: ¿realmente alguien se merece que le echen por tierra su trabajo profesional y su imagen pública por expresar determinadas opiniones? ¿No es la misma gente que presume de hacer lo correcto la que luego señala con el dedo a quien se equivoca o a quien no comparte sus mismas opiniones y forma de ver el mundo?

Las semanas fueron pasando y el debate se fue calmando. Karla Sofía Gascón fue reapareciendo y acudió incluso a la ceremonia de los Óscar —algo que días antes era impensable—. Y aunque no ganó el premio, allí se plantó, dando un claro mensaje a todo el mundo, especialmente a los ‘mandamases’ de la industria en la que trabaja.

Un premio que lo cambió todo

A pesar de la controversia, Karla Sofía Gascón ha logrado durante todos estos meses mantenerse en la conversación pública. Y no solo eso: este mes de marzo ha sido galardonada con el premio a Mejor Actriz en Producción Internacional durante la 33ª edición de los premios de la Unión de Actores y Actrices en Madrid. Apareció emocionada, tocada por lo vivido pero sonriente. En su discurso, entre lágrimas, hizo un llamado a la empatía y al entendimiento: «Que la fuerza nos acompañe en todos los momentos tan oscuros que nos quedan por vivir, y empecemos por nosotros mismos, con ese lado oscuro que tenemos dentro. Más amor y menos odio».

También recordó unas palabras de Jamie Lee Curtis sobre el odio hacia «su hija trans»: «La odiaban simplemente por existir y cualquier excusa es buena para atacarnos: hace cinco años hacía funciones de microteatro para un sola persona y no paraban de insultarme, y hace una semana, en los Óscar, a algunos les hubiera gustado quemarme como en la Inquisición».

Karla Sofía Gascón durante la gala de entrega de los Premios Unión de Actores y Actrices, a 10 de marzo de 2025, en Madrid (España). – José Oliva – Europa Press

En otras declaraciones, la actriz confesó haber sufrido ataques y amenazas de muerte en redes sociales, una presión que la llevó a contemplar acabar con su vida. «Ha sido un proceso doloroso, pero quiero seguir adelante y aprender de mis errores».

El caso de Karla Sofía Gascón es del todo revelador y un reflejo de los tiempos que corren en la industria del entretenimiento y de la sociedad en general. Su linchamiento y el intento de cancelación que ha sufrido ha abierto un debate necesario: ¿debe una persona ser castigada por declaraciones que hizo en el pasado? ¿Es posible en la actualidad expresar opiniones políticamente incorrectas sin temor a reacciones exacerbadas? ¿Existe espacio para el perdón, el debate sano y el aprendizaje?

La cultura de la cancelación sigue siendo un fenómeno complejo pero que, a raíz de lo sucedido, parece tener los días contados. Gascón, con su resistencia y su reciente premio obtenido tras la polémica, nos ha enseñado algo muy valioso: entre otras cosas, que aquí nadie es más que nadie, que todos cometemos errores, que existen tantas opiniones como personas y que nadie tiene derecho a acabar con la salud psicológica de nadie por no acatar ciertos dogmas. En fin, el debate está abierto.

 En estos últimos meses se ha hablado mucho de Karla Sofía Gascón. Quien más quien menos se ha enterado de lo sucedido, y no es de  

En estos últimos meses se ha hablado mucho de Karla Sofía Gascón. Quien más quien menos se ha enterado de lo sucedido, y no es de extrañar, pues un linchamiento público como el que ella ha sufrido suele atraer a curiosos y despistados. Si eres de este segundo grupo, pongamos un poco de contexto.

Karla Sofía Gascón, anteriormente conocida como Juan Carlos Gascón Ruiz, es una actriz española de 52 años. Comenzó su carrera en 2013 con su anterior identidad, y posteriormente, en 2018, publicó un libro revelando que era trans. Anunció que a partir de ese momento su nombre sería Karla Sofía.

Poco a poco, fue haciéndose un hueco en el exigente mundo cinematográfico, pero el año 2024 marcó un antes y un después en su vida gracias a su papel protagonista en Emilia Pérez, película dirigida por Jacques Audiard. Tanto el público como la crítica alabó su trabajo en el filme. Entre otros reconocimientos, obtuvo el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes — convirtiéndose en la primera mujer trans en recibir este galardón— y el Premio de Cine Europeo a la Mejor Actriz en 2024. Seguidamente, fue nominada al Óscar por la película.

De pronto, la vida parecía sonreír a Karla Sofía Gascón. Tras tantos años luchando por hacerse un hueco en el mundo del cine, al fin lo había conseguido. Además, ella representaba –hasta ese momento— todo lo que es alabado por el cultura woke: no solo era mujer, sino que además era trans y tenía más de 50 años. Y para más inri tenía talento de sobra para poder optar a un galardón tan importante como un Óscar.

Pero todo se torció. La misma ‘dictadura de lo moralmente correcto‘ que la encumbró durante meses, la dejó de lado por unos mensajes que ella había publicado en redes sociales en el pasado. En concreto, alguien se puso a rebuscar y sacó a la luz tuits suyos, publicados entre 2019 y 2021, que contenían comentarios considerados ofensivos hacia diversas comunidades, tal y como te contamos en THE OBJECTIVE.

En estos mensajes —que puedes leer aquí— Karla Sofía escribió cosas como que «el mayor atraso de derechos está en el islamismo» o que «cada vez que voy a recoger a mi hija al colegio hay más hembras con el pelo tapado y el faldón hasta los talones; lo mismo el año que viene en vez de inglés tenemos que dar árabe… y un cordero». También criticó a Pablo Iglesias (en concreto le llamó «gilipollas»), se refirió a Podemos como un grupo «comunista», expresó su disconformidad con las vacunas de la Covid-19 y con el cuestionable movimiento antirracista (‘Black Lives Matter’) que surgió tras la muerte de George Floyd. En fin, todos eran comentarios políticamente incorrectos —y otros muchos, desafortunados— que chocaban frontalmente con la cultura woke. ¿Y qué pasó después? Pues ya lo imaginas.

El revuelo fue inmediato. Las críticas contra Karla Sofía Gascón llegaron desde todos los lados del planeta. La presión social hizo que eliminara algunas publicaciones y que desactivara su cuenta en X (antes Twitter). La cultura de la cancelación había iniciado la marcha y ya no parecía haber vuelta atrás. Mientras el linchamiento no paraba de crecer, la actriz hizo una entrevista en CNN y publicó varios comunicados a través de sus redes sociales que luego borró.

En ellos, Gascón afirmó no tener «nada que ocultar» y atribuyó el acoso y derribo que estaba sufriendo a la cultura de la cancelación, que no solo llegó de parte del público, sino también de la industria que hace unos días la encumbró. Netflix, distribuidor de Emilia Pérez, apartó a Karla Sofía Gascón de las actividades promocionales de la película y de la campaña para los premios Óscar. Audiard, el director del filme, también se desmarcó de las declaraciones de la actriz, dejándola sola ante el acoso y renegando de ella públicamente.

Karla Sofía Gascón. | Yamak Perea (Zuma Press)

A pesar del rechazo y de que la cultura woke de la cancelación había iniciado su habitual marcha, la actitud de la actriz y la reacción de una notable parte del público empezó a cambiar el transcurso de los hechos. Entonces, sorprendentemente, se generó un debate: muchas personas argumentaban que los comentarios de la intérprete eran inaceptables y que merecían la cancelación que estaba sufriendo, pero muchos otros señalaron que este ‘castigo’ público y personal no tenía nada que ver con el trabajo (que hay que separar a la persona del profesional) y que hacerlo de ese modo no permite el aprendizaje ni la redención.

La actitud de Karla Sofía Gascón tras el linchamiento fue la de apartarse y quedarse en un segundo plano. Dejó que otros hablaran y debatieran sobre si era correcto o no lo que se le estaba haciendo. Permitió que se iniciara un debate necesario acerca de la cultura de la cancelación y que se reflexionara acerca de las consecuencias que podía tener esto tanto en el terreno personal como profesional de quien la sufre.

En definitiva, marcó un punto de inflexión sobre la dictadura woke: ¿realmente alguien se merece que le echen por tierra su trabajo profesional y su imagen pública por expresar determinadas opiniones? ¿No es la misma gente que presume de hacer lo correcto la que luego señala con el dedo a quien se equivoca o a quien no comparte sus mismas opiniones y forma de ver el mundo?

Las semanas fueron pasando y el debate se fue calmando. Karla Sofía Gascón fue reapareciendo y acudió incluso a la ceremonia de los Óscar —algo que días antes era impensable—. Y aunque no ganó el premio, allí se plantó, dando un claro mensaje a todo el mundo, especialmente a los ‘mandamases’ de la industria en la que trabaja.

A pesar de la controversia, Karla Sofía Gascón ha logrado durante todos estos meses mantenerse en la conversación pública. Y no solo eso: este mes de marzo ha sido galardonada con el premio a Mejor Actriz en Producción Internacional durante la 33ª edición de los premios de la Unión de Actores y Actrices en Madrid. Apareció emocionada, tocada por lo vivido pero sonriente. En su discurso, entre lágrimas, hizo un llamado a la empatía y al entendimiento: «Que la fuerza nos acompañe en todos los momentos tan oscuros que nos quedan por vivir, y empecemos por nosotros mismos, con ese lado oscuro que tenemos dentro. Más amor y menos odio».

También recordó unas palabras de Jamie Lee Curtis sobre el odio hacia «su hija trans»: «La odiaban simplemente por existir y cualquier excusa es buena para atacarnos: hace cinco años hacía funciones de microteatro para un sola persona y no paraban de insultarme, y hace una semana, en los Óscar, a algunos les hubiera gustado quemarme como en la Inquisición».

Karla Sofía Gascón durante la gala de entrega de los Premios Unión de Actores y Actrices, a 10 de marzo de 2025, en Madrid (España). – José Oliva – Europa Press

En otras declaraciones, la actriz confesó haber sufrido ataques y amenazas de muerte en redes sociales, una presión que la llevó a contemplar acabar con su vida. «Ha sido un proceso doloroso, pero quiero seguir adelante y aprender de mis errores».

El caso de Karla Sofía Gascón es del todo revelador y un reflejo de los tiempos que corren en la industria del entretenimiento y de la sociedad en general. Su linchamiento y el intento de cancelación que ha sufrido ha abierto un debate necesario: ¿debe una persona ser castigada por declaraciones que hizo en el pasado? ¿Es posible en la actualidad expresar opiniones políticamente incorrectas sin temor a reacciones exacerbadas? ¿Existe espacio para el perdón, el debate sano y el aprendizaje?

La cultura de la cancelación sigue siendo un fenómeno complejo pero que, a raíz de lo sucedido, parece tener los días contados. Gascón, con su resistencia y su reciente premio obtenido tras la polémica, nos ha enseñado algo muy valioso: entre otras cosas, que aquí nadie es más que nadie, que todos cometemos errores, que existen tantas opiniones como personas y que nadie tiene derecho a acabar con la salud psicológica de nadie por no acatar ciertos dogmas. En fin, el debate está abierto.

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