Jorge Vilches (Madrid, 1967) es uno de esos pensadores que cultivan la mirada larga. Profesor universitario, historiador y colaborador habitual de THE OBJECTIVE, donde disecciona la política y la Historia (canalla) de España con espíritu crítico y perspectiva liberal, Vilches se define como un defensor del rigor histórico como herramienta para comprender el presente. Su último libro, Historia del liberalismo español (Sekotia), no es sólo una obra enciclopédica sobre el pensamiento político español en el siglo XIX, sino un manifiesto para buenos entendedores que pretende rescatar las lecciones de una época convulsa con el fin de aplicarlas a los desafíos políticos de nuestros días.
Para Vilches, el pensamiento de figuras como Antonio Cánovas del Castillo o Práxedes Mateo Sagasta no sólo resultó determinante en la construcción política de la España del siglo XIX, sino que todavía hoy ofrece enseñanzas sobre la estabilidad institucional y la necesidad de consenso en las democracias liberales. En su opinión, el modo en que estos líderes afrontaron la polarización de su tiempo puede servir de referencia en un presente marcado por la fragmentación y el enfrentamiento partidista.
La Historia como herramienta
La obra de Vilches aborda un problema que sigue siendo inquietantemente contemporáneo: el deterioro del consenso político en las democracias liberales. «La historia está para resolver preguntas a problemas», explica con la claridad de aquel que ha aprendido a ver los patrones que se repiten a lo largo de la Historia de la humanidad. Según Vilches, las crisis que atravesaron los liberales y conservadores del XIX son sorprendentemente similares a nuestros problemas políticos actuales. «La conciliación de las élites es la solución a cualquier tipo de régimen representativo», asegura, subrayando la importancia de que los partidos políticos se mantengan dentro de los márgenes del sistema democrático, en lugar de buscar apoyo en fuerzas antisistema.
El libro analiza cómo las tensiones de aquel siglo, marcadas por la alternancia entre revoluciones y restauraciones, llevaron a líderes como Cánovas y Sagasta a tender puentes en momentos de profunda polarización. «El libro termina con Cánovas y Sagasta, que tienden al centro y a la conciliación como una forma de resolver los problemas», explica Vilches. Un modelo que, según el historiador, podría servir de inspiración para nuestros días, especialmente en un contexto político que, a menudo, parece más centrado en la confrontación que en el acuerdo.
Crisis cíclicas y el deber de las élites
En palabras de Vilches, «las crisis son inevitables y circulares». Desde la democracia española del siglo XIX hasta los desafíos que enfrentan hoy las democracias liberales en Occidente, las tensiones políticas parecen seguir un patrón recurrente. Para el historiador, la clave no está en evitar estas crisis, algo que considera imposible, sino en cómo se gestionan. «Lo que entendieron los hombres del siglo XIX es que el comportamiento de las élites también sirve para educar a la gente en cómo funcionan bien los regímenes representativos», explica.
En este sentido, Vilches denuncia lo que considera un error persistente en las democracias actuales: la percepción de que la victoria del adversario político equivale al fin del mundo. «Parece que si gana el adversario, es el Apocalipsis. Y eso lo estamos viviendo ahora», apunta. Frente a esta mentalidad, el historiador aboga por una recuperación del respeto institucional y el reconocimiento de la pluralidad como valores fundamentales.
Debate público e intoxicación informativa
El análisis de Vilches no se detiene en el pasado. Preguntado por el impacto de la revolución tecnológica en la política contemporánea, afirma que la intoxicación del debate público no es una novedad, aunque reconoce que hoy es más rápida y ubicua. «La información ha estado siempre intoxicada», sostiene, recordando que en el siglo XIX y XX los partidos políticos ya utilizaban los medios para movilizar a las masas mediante rumores y falsedades. Lo que ha cambiado, añade, es el alcance que ahora la tecnología ha otorgado a esta clase de artimañas. Sin embargo, insiste en que la solución sigue siendo la misma: el comportamiento responsable de las élites.
«La responsabilidad hacia las instituciones y las leyes con la idea del bien común, es fundamental», sentencia Vilches, quien no oculta su preocupación por lo que percibe como una falta de responsabilidad en el panorama político actual. Para él, este concepto –el bien común– es la piedra angular de cualquier sistema representativo.
Cánovas del Castillo, el gran conciliador
A lo largo de la entrevista, Vilches vuelve una y otra vez a la figura de Antonio Cánovas del Castillo, a quien describe como el personaje más relevante de su libro. «Cánovas entendió que un régimen representativo no podía basarse en una ruptura, en una revolución que supusiera el gobierno exclusivo de un partido, sino que debía abrirse a la pluralidad de la sociedad», afirma. Según Vilches, el político malagueño fue capaz de tender la mano a los liberales de Sagasta, creando un modelo que, aunque imperfecto, logró funcionar y estabilizar un país marcado por décadas de conflictos.
Finalmente, Vilches subraya que la lección más importante del siglo XIX es la responsabilidad de las élites hacia las instituciones y el bien común. «Eso es lo que nos falla aquí y ahora», lamenta. Para él, el respeto al Estado de derecho y el compromiso con la estabilidad democrática son valores que necesitan ser reivindicados con urgencia.
Con Historia del liberalismo español, Jorge Vilches ofrece algo más que un diccionario decimonónico de pensadores liberales. Es un recordatorio de que las enseñanzas del pasado no son piezas de museo, sino herramientas para pensar en el presente y para planear el futuro. Como él mismo dice, «la democracia es, ante todo, el respeto por igual de todos los derechos». En tiempos de polarización y ruido, hacer hincapié en el pensamiento de aquellos grandes hombres resuena como un llamado al consenso y a la responsabilidad que tanto se echan en falta.
Jorge Vilches (Madrid, 1967) es uno de esos pensadores que cultivan la mirada larga. Profesor universitario, historiador y colaborador habitual de THE OBJECTIVE, donde disecciona la
Jorge Vilches (Madrid, 1967) es uno de esos pensadores que cultivan la mirada larga. Profesor universitario, historiador y colaborador habitual de THE OBJECTIVE, donde disecciona la política y la Historia (canalla) de España con espíritu crítico y perspectiva liberal, Vilches se define como un defensor del rigor histórico como herramienta para comprender el presente. Su último libro, Historia del liberalismo español (Sekotia), no es sólo una obra enciclopédica sobre el pensamiento político español en el siglo XIX, sino un manifiesto para buenos entendedores que pretende rescatar las lecciones de una época convulsa con el fin de aplicarlas a los desafíos políticos de nuestros días.
Para Vilches, el pensamiento de figuras como Antonio Cánovas del Castillo o Práxedes Mateo Sagasta no sólo resultó determinante en la construcción política de la España del siglo XIX, sino que todavía hoy ofrece enseñanzas sobre la estabilidad institucional y la necesidad de consenso en las democracias liberales. En su opinión, el modo en que estos líderes afrontaron la polarización de su tiempo puede servir de referencia en un presente marcado por la fragmentación y el enfrentamiento partidista.
La obra de Vilches aborda un problema que sigue siendo inquietantemente contemporáneo: el deterioro del consenso político en las democracias liberales. «La historia está para resolver preguntas a problemas», explica con la claridad de aquel que ha aprendido a ver los patrones que se repiten a lo largo de la Historia de la humanidad. Según Vilches, las crisis que atravesaron los liberales y conservadores del XIX son sorprendentemente similares a nuestros problemas políticos actuales. «La conciliación de las élites es la solución a cualquier tipo de régimen representativo», asegura, subrayando la importancia de que los partidos políticos se mantengan dentro de los márgenes del sistema democrático, en lugar de buscar apoyo en fuerzas antisistema.
El libro analiza cómo las tensiones de aquel siglo, marcadas por la alternancia entre revoluciones y restauraciones, llevaron a líderes como Cánovas y Sagasta a tender puentes en momentos de profunda polarización. «El libro termina con Cánovas y Sagasta, que tienden al centro y a la conciliación como una forma de resolver los problemas», explica Vilches. Un modelo que, según el historiador, podría servir de inspiración para nuestros días, especialmente en un contexto político que, a menudo, parece más centrado en la confrontación que en el acuerdo.
En palabras de Vilches, «las crisis son inevitables y circulares». Desde la democracia española del siglo XIX hasta los desafíos que enfrentan hoy las democracias liberales en Occidente, las tensiones políticas parecen seguir un patrón recurrente. Para el historiador, la clave no está en evitar estas crisis, algo que considera imposible, sino en cómo se gestionan. «Lo que entendieron los hombres del siglo XIX es que el comportamiento de las élites también sirve para educar a la gente en cómo funcionan bien los regímenes representativos», explica.
En este sentido, Vilches denuncia lo que considera un error persistente en las democracias actuales: la percepción de que la victoria del adversario político equivale al fin del mundo. «Parece que si gana el adversario, es el Apocalipsis. Y eso lo estamos viviendo ahora», apunta. Frente a esta mentalidad, el historiador aboga por una recuperación del respeto institucional y el reconocimiento de la pluralidad como valores fundamentales.
El análisis de Vilches no se detiene en el pasado. Preguntado por el impacto de la revolución tecnológica en la política contemporánea, afirma que la intoxicación del debate público no es una novedad, aunque reconoce que hoy es más rápida y ubicua. «La información ha estado siempre intoxicada», sostiene, recordando que en el siglo XIX y XX los partidos políticos ya utilizaban los medios para movilizar a las masas mediante rumores y falsedades. Lo que ha cambiado, añade, es el alcance que ahora la tecnología ha otorgado a esta clase de artimañas. Sin embargo, insiste en que la solución sigue siendo la misma: el comportamiento responsable de las élites.
«La responsabilidad hacia las instituciones y las leyes con la idea del bien común, es fundamental», sentencia Vilches, quien no oculta su preocupación por lo que percibe como una falta de responsabilidad en el panorama político actual. Para él, este concepto –el bien común– es la piedra angular de cualquier sistema representativo.
A lo largo de la entrevista, Vilches vuelve una y otra vez a la figura de Antonio Cánovas del Castillo, a quien describe como el personaje más relevante de su libro. «Cánovas entendió que un régimen representativo no podía basarse en una ruptura, en una revolución que supusiera el gobierno exclusivo de un partido, sino que debía abrirse a la pluralidad de la sociedad», afirma. Según Vilches, el político malagueño fue capaz de tender la mano a los liberales de Sagasta, creando un modelo que, aunque imperfecto, logró funcionar y estabilizar un país marcado por décadas de conflictos.
Finalmente, Vilches subraya que la lección más importante del siglo XIX es la responsabilidad de las élites hacia las instituciones y el bien común. «Eso es lo que nos falla aquí y ahora», lamenta. Para él, el respeto al Estado de derecho y el compromiso con la estabilidad democrática son valores que necesitan ser reivindicados con urgencia.
Con Historia del liberalismo español, Jorge Vilches ofrece algo más que un diccionario decimonónico de pensadores liberales. Es un recordatorio de que las enseñanzas del pasado no son piezas de museo, sino herramientas para pensar en el presente y para planear el futuro. Como él mismo dice, «la democracia es, ante todo, el respeto por igual de todos los derechos». En tiempos de polarización y ruido, hacer hincapié en el pensamiento de aquellos grandes hombres resuena como un llamado al consenso y a la responsabilidad que tanto se echan en falta.
Noticias de Cultura: Última hora de hoy en THE OBJECTIVE