Isabel Barreto, la primera mujer almirante de la historia

El siglo XVI español estuvo repleto de personajes ciertamente excepcionales. La exploración y conquista de América dio pie a que hombres y mujeres de carácter y fuerza insobornables se abrieran paso en el devenir de la historia para descubrir a Europa un nuevo mundo.

De esa nómina de personajes ilustres, algunos son más conocidos, como Cortés, Pizarro, Núñez de Balboa o Ponce de León. Pero esos años están repletos de historias y de figuras desconocidas. Hoy contaremos un caso excepcional por muchos motivos, el primero de ellos por tratarse de una mujer. Su nombre, Isabel Barreto, y el motivo por el que pasó a la historia, el haberse convertido en la primera mujer almirante de la Armada española.

Isabel Barreto nació en Lima en algún momento del siglo XVI. Era hija de un matrimonio de portugueses, oriundos de Madeira, Nuño Rodríguez de Barreto y Mariana de Castro. Su familia le consiguió un matrimonio ventajoso con Álvaro de Mendaña, que casi dos décadas antes había descubierto para la Corona las islas Salomón, cercanas a Australia. Lo hizo en calidad de adelantado, que recordemos era una figura por la que un explorador se hacía a la mar para llevar a cabo una empresa o para adentrarse en territorio desconocido en nombre del Rey.

Mendaña y las Salomón

El caso es que Isabel se casó con Mendaña en 1586. Este, con el dinero de la dote, compró un navío y empezó a preparar otra expedición a las islas Salomón. Emprendieron el viaje en 1595. En la travesía también viajaron tres hermanos de Isabel, Diego, Luis y Lorenzo. La expedición recorrió miles de kilómetros navegando hacia el oeste, desde los territorios españoles en América hasta las Salomón.

Mendaña pretendía establecer un control más estable de las islas que él mismo había descubierto y colonizarlas. También se buscaba despojar a los piratas ingleses de una base desde la que pudieran atacar los puertos españoles en Filipinas y América. Para ello, se puso en marcha un convoy de cuatro navíos y 400 personas. Sin embargo, como veremos, sus propósitos fracasaron.

Por el camino, la expedición llegó a las islas Marquesas, un descubrimiento que también pasó a formar parte del legado de Mendaña. Llegaron entonces a las islas de Santa Cruz, ya dentro del archipiélago de las Salomón. Allí, sin embargo, la suerte del adelantado leonés se torció y cayó enfermo de malaria. La tripulación aprovechó el vacío de poder para amotinarse y cometer abusos contra la población local. Mendaña acabó muriendo el 18 de octubre.

Isabel Barreto asume el mando

Fue entonces cuando Isabel Barreto, que hasta entonces había desempeñado un papel de mera consorte de Mendaña, tuvo que llenar los zapatos de su difunto marido. Ante la muerte de su esposo, Isabel dio un paso al frente y asumió el cargo de gobernadora de las recién descubiertas islas. Ante la levantisca actitud de los hombres a su cargo, Barreto decide salir de las Salomón y poner rumbo a Filipinas. Fue así como, en ese vacío de poder, se convirtió en la primera mujer almirante de la historia. Para ser exactos, almirante de la Mar del Sur de Su Majestad Felipe II.

La travesía fue de todo menos sencilla. El largo viaje estuvo salpicado de conatos de rebelión por parte de la tripulación y de continuos enfrentamientos entre Isabel y el piloto, Pedro Fernández de Quirós. Pero Barreto no se arredró y consiguió llevar a la expedición con éxito a Manila. Ahí termina el episodio más conocido de la vida de Isabel, una responsabilidad que le cayó en las manos de forma accidental, pero que supo asumir con gran entereza.

Vida posterior

Una vez en tierra firme, Isabel no tardó mucho en volver a casarse. Apenas unos meses después, contraía nupcias en Manila con Fernando de Castro, caballero de la Orden de Santiago y sobrino del gobernador de Filipinas. El matrimonio viajó el año siguiente a México, donde Isabel ocupó el cargo de encomendera. Tras esta etapa, ambos volvieron a la España peninsular, donde trataron de obtener permiso para organizar otra expedición a las islas Salomón, gracia que les fue denegada.

Lo que sí consiguieron es que a Fernando lo nombrasen gobernador de Castrovirreyna, en el Perú. Allí falleció Isabel, poco después de que el matrimonio arribase a tierras andinas.

[¿Eres anunciante y quieres patrocinar este programa? Escríbenos a comercial@theobjective.com]

 El siglo XVI español estuvo repleto de personajes ciertamente excepcionales. La exploración y conquista de América dio pie a que hombres y mujeres de carácter y  

El siglo XVI español estuvo repleto de personajes ciertamente excepcionales. La exploración y conquista de América dio pie a que hombres y mujeres de carácter y fuerza insobornables se abrieran paso en el devenir de la historia para descubrir a Europa un nuevo mundo.

De esa nómina de personajes ilustres, algunos son más conocidos, como Cortés, Pizarro, Núñez de Balboa o Ponce de León. Pero esos años están repletos de historias y de figuras desconocidas. Hoy contaremos un caso excepcional por muchos motivos, el primero de ellos por tratarse de una mujer. Su nombre, Isabel Barreto, y el motivo por el que pasó a la historia, el haberse convertido en la primera mujer almirante de la Armada española.

Isabel Barreto nació en Lima en algún momento del siglo XVI. Era hija de un matrimonio de portugueses, oriundos de Madeira, Nuño Rodríguez de Barreto y Mariana de Castro. Su familia le consiguió un matrimonio ventajoso con Álvaro de Mendaña, que casi dos décadas antes había descubierto para la Corona las islas Salomón, cercanas a Australia. Lo hizo en calidad de adelantado, que recordemos era una figura por la que un explorador se hacía a la mar para llevar a cabo una empresa o para adentrarse en territorio desconocido en nombre del Rey.

El caso es que Isabel se casó con Mendaña en 1586. Este, con el dinero de la dote, compró un navío y empezó a preparar otra expedición a las islas Salomón. Emprendieron el viaje en 1595. En la travesía también viajaron tres hermanos de Isabel, Diego, Luis y Lorenzo. La expedición recorrió miles de kilómetros navegando hacia el oeste, desde los territorios españoles en América hasta las Salomón.

Mendaña pretendía establecer un control más estable de las islas que él mismo había descubierto y colonizarlas. También se buscaba despojar a los piratas ingleses de una base desde la que pudieran atacar los puertos españoles en Filipinas y América. Para ello, se puso en marcha un convoy de cuatro navíos y 400 personas. Sin embargo, como veremos, sus propósitos fracasaron.

Por el camino, la expedición llegó a las islas Marquesas, un descubrimiento que también pasó a formar parte del legado de Mendaña. Llegaron entonces a las islas de Santa Cruz, ya dentro del archipiélago de las Salomón. Allí, sin embargo, la suerte del adelantado leonés se torció y cayó enfermo de malaria. La tripulación aprovechó el vacío de poder para amotinarse y cometer abusos contra la población local. Mendaña acabó muriendo el 18 de octubre.

Fue entonces cuando Isabel Barreto, que hasta entonces había desempeñado un papel de mera consorte de Mendaña, tuvo que llenar los zapatos de su difunto marido. Ante la muerte de su esposo, Isabel dio un paso al frente y asumió el cargo de gobernadora de las recién descubiertas islas. Ante la levantisca actitud de los hombres a su cargo, Barreto decide salir de las Salomón y poner rumbo a Filipinas. Fue así como, en ese vacío de poder, se convirtió en la primera mujer almirante de la historia. Para ser exactos, almirante de la Mar del Sur de Su Majestad Felipe II.

La travesía fue de todo menos sencilla. El largo viaje estuvo salpicado de conatos de rebelión por parte de la tripulación y de continuos enfrentamientos entre Isabel y el piloto, Pedro Fernández de Quirós. Pero Barreto no se arredró y consiguió llevar a la expedición con éxito a Manila. Ahí termina el episodio más conocido de la vida de Isabel, una responsabilidad que le cayó en las manos de forma accidental, pero que supo asumir con gran entereza.

Una vez en tierra firme, Isabel no tardó mucho en volver a casarse. Apenas unos meses después, contraía nupcias en Manila con Fernando de Castro, caballero de la Orden de Santiago y sobrino del gobernador de Filipinas. El matrimonio viajó el año siguiente a México, donde Isabel ocupó el cargo de encomendera. Tras esta etapa, ambos volvieron a la España peninsular, donde trataron de obtener permiso para organizar otra expedición a las islas Salomón, gracia que les fue denegada.

Lo que sí consiguieron es que a Fernando lo nombrasen gobernador de Castrovirreyna, en el Perú. Allí falleció Isabel, poco después de que el matrimonio arribase a tierras andinas.

[¿Eres anunciante y quieres patrocinar este programa? Escríbenos a [email protected]]

 Noticias de Cultura: Última hora de hoy en THE OBJECTIVE

Noticias Similares