En un tiempo donde la música electrónica navega entre la pista de baile y el algoritmo, Imbermind irrumpe con una propuesta que reivindica lo humano, lo emocional y lo narrativo. Lejos de ser un experimento ocasional entre músicos curtidos, esta banda nace con vocación de permanencia y alma de proyecto grande.
La idea germinó en casa de Edu Imbernón, DJ y productor con más de quince años de carrera internacional, y autor de remixes para The xx, Metronomy, Rufus du Sol, WhoMadeWho o Depeche Mode, en pleno parón pandémico. Allí, entre fogones y sesiones de estudio, empezó a tejerse la complicidad artística con el pianista y compositor Nico Casal, ganador de un Oscar por la banda sonora del cortometraje Stutterer; con el multiinstrumentista Luis Clemente, figura clave de la escena indie nacional y miembro de Pieces of Life; y con Álvaro Monreal, voz, productor e ingeniero acústico con una trayectoria sólida en el pop alternativo.
Juntos han dado forma a Never Ending, un álbum debut que fusiona electrónica, ambient, pop y rock con una sensibilidad profundamente emocional, donde la nostalgia y la épica bailan de la mano. Su sonido no busca etiquetas, sino provocar escalofríos. Ya lo avisaban con sus primeros adelantos Thousand Miles, Understand o It Feels: lo suyo es más un viaje que una escucha, más una conexión que un producto. Después de su exitoso concierto en Florida Park (Madrid), donde debutaron con una puesta en escena tan cuidada como vibrante, Imbermind continúa su andadura con una parada clave en el Brunch Electronik Festival de Barcelona. Con la emoción como brújula y una propuesta sonora que trasciende géneros, la banda está decidida a ocupar un lugar propio en el mapa musical. Porque, como ellos mismos afirman, no se trata solo de hacer música para bailar, sino de bailar sintiendo.
PREGUNTA.- ¿Cómo nace el grupo y en qué momento sentisteis que este era el proyecto que queríais construir juntos?
EDU IMBERNÓN.- El grupo, el proyecto, nace de una necesidad que llevaba tiempo sintiendo. Siempre he estado muy vinculado a las bandas, y notaba que existía un vacío entre el mundo de la pista de baile y el de las bandas más clásicas, más cercanas al rock. Con la llegada de la pandemia, ese parón forzado nos dio tiempo para pensar, para explorar ideas y ser más creativos. Fue entonces cuando surgió la oportunidad de remezclar a Depeche Mode, algo que, en realidad, encendió la chispa inicial de lo que hoy es Imbermind. A partir de ahí, empezamos a trabajar desde casa, montamos un equipo, comenzamos a hacer música casi como experimento… y en poco tiempo todo empezó a tomar forma. De repente teníamos un álbum, un concepto claro y un proyecto sólido entre manos.
P.- ¿Cómo y en qué momento surgió la idea de formar Imbermind? ¿Qué necesidad personal o musical querías cubrir con este proyecto?
EI.- Clemente y yo somos de Valencia, nos conocimos sobre 2019. Con Nico ya hacía música desde 2018, habíamos trabajado juntos en algunas canciones. Y Álvaro, que es el cantante, ya se conocía con Clemente.
LUIS CLEMENTE.- Sí, Edu y yo venimos del mundo de la electrónica y nos conocimos ahí, pero conectamos rápido más allá de lo musical.
EI.- Exacto, para mí era esencial que hubiera una conexión humana real. No tenía sentido empezar una banda tras 16 años en solitario con gente que no me cayera bien. Teníamos que ser un equipo de verdad, y esa conexión se dio desde el principio.
P.- ¿Y el nombre del grupo? ¿De dónde viene?
EI.-Fue algo que surgió de manera bastante orgánica. Imbermind mezcla mi apellido artístico, Imbernón, con mind, que hace referencia a la mente de Clemente. Era una forma de unirnos simbólicamente también en el nombre.

P.- Viniendo de universos musicales tan distintos, ¿cómo fue el proceso creativo?
ÁLVARO MONREAL.– Sorprendentemente fluido. Nadie llegó con la intención de imponer su visión, sino con la voluntad de escuchar y explorar formas nuevas de hacer música. Eso es lo bonito del proyecto: no suena a ninguno de nosotros en concreto, sino a una mezcla de todos.
«Nos fuimos conociendo a través del disco»
LC.-Y nos fuimos conociendo a través del disco. La música refleja ese proceso de conexión personal y artística.
NICO CASAL.– Todo el álbum se compuso en casa de Edu, en sesiones de dos a cinco días. Era un entorno ideal: naturaleza, silencio, buena energía. Edu nos cocinaba y por la tarde nos encerrábamos en el estudio. Fue muy especial.
P.-¿Cómo influyó vuestra experiencia previa en todo esto?
EI.-Cada uno trajo su bagaje a la mesa. No somos artistas nuevos, conocemos la industria, los festivales, la música para cine, la electrónica… Todo eso está volcado en la música que hacemos.
NC.-Además, no nos pusimos etiquetas. Simplemente, nos juntamos a crear. Algunas canciones nacieron de tres acordes, otras de un bombo. Nos dejamos llevar sin prejuicios.
ÁM.-Los primeros temas que hicimos no llegaron al disco, pero sirvieron para encontrar el sonido. Fue con la tercera canción cuando vimos claro el camino a seguir.
«Todos necesitamos que la música nos emocione»
P.-Vuestra música se define como sentimental y bailable. ¿Cómo encontrasteis ese equilibrio?
EI.-Todos necesitamos que la música nos emocione. Que te ponga la piel de gallina, pero también que te haga bailar. Ese equilibrio es lo que buscábamos.
LC.-Sí, más allá de los géneros, buscamos transmitir emoción. A veces eso llega bailando, otras simplemente escuchando.
«Emocional, euforia y éxtasis»
P.-¿Podéis decirme tres palabras que definan a Imbermind?
EI.-Las tres E: emocional, euforia y éxtasis.
P.-En un género como la electrónica, ¿qué papel juega la instrumentación en directo?
LC.-Ha sido clave. Queríamos fusionar el mundo electrónico con nuestras raíces más instrumentales.
EI.-Y recuperar lo humano. Gente tocando instrumentos, cantando. En una era cada vez más digital, queríamos apostar por lo real, por lo tangible.
P.-Vuestra música tiene una clara intención narrativa. ¿Cómo construisteis esa continuidad?
ÁM.-Fue muy espontáneo. Nos fuimos conociendo mientras hacíamos las canciones, y eso generó la narrativa sin planearlo.
NC.-Sí, nos sentábamos por la mañana con un café y hablábamos: “¿De qué queremos hablar hoy?”. Compartíamos vivencias y eso se transformaba en letras.
ÁM.-La temática del álbum es variada. Hay temas personales, introspectivos, pero también otros inspirados en mitos como el de Orfeo y Eurídice. No es solo autobiográfico, pero sí refleja nuestras inquietudes.
P.-¿Qué queréis provocar en quien os escucha por primera vez?
LC.-Que se emocione.
NC.-Y que se olvide por un rato de su día a día. Que viva un viaje.
LC.-Que escuchar nuestra música fuese una experiencia inmersiva.
«Thousand Miles»
P.-¿Hay una canción que represente mejor el alma del grupo?
ÁM.-Si tuviéramos que elegir, sería Thousand Miles.
LC.-Fue la primera que definió nuestra identidad como banda.
EI.-Sí, fue la canción que nos puso nerviosos, la que más vueltas le dimos. Estuvimos a punto de lanzarla como acústico. Para mí, es la semilla de lo que somos.
P.-La electrónica muchas veces se asocia al ritmo y la energía. ¿Qué papel juega la emoción o la nostalgia en vuestra propuesta?
EI.-Para mí, la música que emociona es la que deja huella. Si alguien se emociona bailando, ese recuerdo lo va a acompañar siempre. Nuestra música quiere ser eso: un refugio, una memoria, una historia.
P.-¿Y cómo os imagináis el futuro de Imbermind?
EI.-A lo grande. Queremos llevar esto al máximo nivel posible sin perder calidad. Seguir contando historias y, sobre todo, disfrutar del camino.
En un tiempo donde la música electrónica navega entre la pista de baile y el algoritmo, Imbermind irrumpe con una propuesta que reivindica lo humano, lo
En un tiempo donde la música electrónica navega entre la pista de baile y el algoritmo, Imbermind irrumpe con una propuesta que reivindica lo humano, lo emocional y lo narrativo. Lejos de ser un experimento ocasional entre músicos curtidos, esta banda nace con vocación de permanencia y alma de proyecto grande.
La idea germinó en casa de Edu Imbernón, DJ y productor con más de quince años de carrera internacional, y autor de remixes para The xx, Metronomy, Rufus du Sol, WhoMadeWho o Depeche Mode, en pleno parón pandémico. Allí, entre fogones y sesiones de estudio, empezó a tejerse la complicidad artística con el pianista y compositor Nico Casal, ganador de un Oscar por la banda sonora del cortometraje Stutterer; con el multiinstrumentista Luis Clemente, figura clave de la escena indie nacional y miembro de Pieces of Life; y con Álvaro Monreal, voz, productor e ingeniero acústico con una trayectoria sólida en el pop alternativo.
Juntos han dado forma a Never Ending, un álbum debut que fusiona electrónica, ambient, pop y rock con una sensibilidad profundamente emocional, donde la nostalgia y la épica bailan de la mano. Su sonido no busca etiquetas, sino provocar escalofríos. Ya lo avisaban con sus primeros adelantos Thousand Miles, Understand o It Feels: lo suyo es más un viaje que una escucha, más una conexión que un producto. Después de su exitoso concierto en Florida Park (Madrid), donde debutaron con una puesta en escena tan cuidada como vibrante, Imbermind continúa su andadura con una parada clave en el Brunch Electronik Festival de Barcelona. Con la emoción como brújula y una propuesta sonora que trasciende géneros, la banda está decidida a ocupar un lugar propio en el mapa musical. Porque, como ellos mismos afirman, no se trata solo de hacer música para bailar, sino de bailar sintiendo.
PREGUNTA.- ¿Cómo nace el grupo y en qué momento sentisteis que este era el proyecto que queríais construir juntos?
EDU IMBERNÓN.- El grupo, el proyecto, nace de una necesidad que llevaba tiempo sintiendo. Siempre he estado muy vinculado a las bandas, y notaba que existía un vacío entre el mundo de la pista de baile y el de las bandas más clásicas, más cercanas al rock. Con la llegada de la pandemia, ese parón forzado nos dio tiempo para pensar, para explorar ideas y ser más creativos. Fue entonces cuando surgió la oportunidad de remezclar a Depeche Mode, algo que, en realidad, encendió la chispa inicial de lo que hoy es Imbermind. A partir de ahí, empezamos a trabajar desde casa, montamos un equipo, comenzamos a hacer música casi como experimento… y en poco tiempo todo empezó a tomar forma. De repente teníamos un álbum, un concepto claro y un proyecto sólido entre manos.
P.- ¿Cómo y en qué momento surgió la idea de formar Imbermind? ¿Qué necesidad personal o musical querías cubrir con este proyecto?
EI.- Clemente y yo somos de Valencia, nos conocimos sobre 2019. Con Nico ya hacía música desde 2018, habíamos trabajado juntos en algunas canciones. Y Álvaro, que es el cantante, ya se conocía con Clemente.
LUIS CLEMENTE.- Sí, Edu y yo venimos del mundo de la electrónica y nos conocimos ahí, pero conectamos rápido más allá de lo musical.
EI.- Exacto, para mí era esencial que hubiera una conexión humana real. No tenía sentido empezar una banda tras 16 años en solitario con gente que no me cayera bien. Teníamos que ser un equipo de verdad, y esa conexión se dio desde el principio.
P.- ¿Y el nombre del grupo? ¿De dónde viene?
EI.-Fue algo que surgió de manera bastante orgánica. Imbermind mezcla mi apellido artístico, Imbernón, con mind, que hace referencia a la mente de Clemente. Era una forma de unirnos simbólicamente también en el nombre.

P.- Viniendo de universos musicales tan distintos, ¿cómo fue el proceso creativo?
ÁLVARO MONREAL.– Sorprendentemente fluido. Nadie llegó con la intención de imponer su visión, sino con la voluntad de escuchar y explorar formas nuevas de hacer música. Eso es lo bonito del proyecto: no suena a ninguno de nosotros en concreto, sino a una mezcla de todos.
«Nos fuimos conociendo a través del disco»
LC.-Y nos fuimos conociendo a través del disco. La música refleja ese proceso de conexión personal y artística.
NICO CASAL.– Todo el álbum se compuso en casa de Edu, en sesiones de dos a cinco días. Era un entorno ideal: naturaleza, silencio, buena energía. Edu nos cocinaba y por la tarde nos encerrábamos en el estudio. Fue muy especial.
P.-¿Cómo influyó vuestra experiencia previa en todo esto?
EI.-Cada uno trajo su bagaje a la mesa. No somos artistas nuevos, conocemos la industria, los festivales, la música para cine, la electrónica… Todo eso está volcado en la música que hacemos.
NC.-Además, no nos pusimos etiquetas. Simplemente, nos juntamos a crear. Algunas canciones nacieron de tres acordes, otras de un bombo. Nos dejamos llevar sin prejuicios.
ÁM.-Los primeros temas que hicimos no llegaron al disco, pero sirvieron para encontrar el sonido. Fue con la tercera canción cuando vimos claro el camino a seguir.
«Todos necesitamos que la música nos emocione»
P.-Vuestra música se define como sentimental y bailable. ¿Cómo encontrasteis ese equilibrio?
EI.-Todos necesitamos que la música nos emocione. Que te ponga la piel de gallina, pero también que te haga bailar. Ese equilibrio es lo que buscábamos.
LC.-Sí, más allá de los géneros, buscamos transmitir emoción. A veces eso llega bailando, otras simplemente escuchando.
«Emocional, euforia y éxtasis»
P.-¿Podéis decirme tres palabras que definan a Imbermind?
EI.-Las tres E: emocional, euforia y éxtasis.
P.-En un género como la electrónica, ¿qué papel juega la instrumentación en directo?
LC.-Ha sido clave. Queríamos fusionar el mundo electrónico con nuestras raíces más instrumentales.
EI.-Y recuperar lo humano. Gente tocando instrumentos, cantando. En una era cada vez más digital, queríamos apostar por lo real, por lo tangible.
P.-Vuestra música tiene una clara intención narrativa. ¿Cómo construisteis esa continuidad?
ÁM.-Fue muy espontáneo. Nos fuimos conociendo mientras hacíamos las canciones, y eso generó la narrativa sin planearlo.
NC.-Sí, nos sentábamos por la mañana con un café y hablábamos: “¿De qué queremos hablar hoy?”. Compartíamos vivencias y eso se transformaba en letras.
ÁM.-La temática del álbum es variada. Hay temas personales, introspectivos, pero también otros inspirados en mitos como el de Orfeo y Eurídice. No es solo autobiográfico, pero sí refleja nuestras inquietudes.
P.-¿Qué queréis provocar en quien os escucha por primera vez?
LC.-Que se emocione.
NC.-Y que se olvide por un rato de su día a día. Que viva un viaje.
LC.-Que escuchar nuestra música fuese una experiencia inmersiva.
«Thousand Miles»
P.-¿Hay una canción que represente mejor el alma del grupo?
ÁM.-Si tuviéramos que elegir, sería Thousand Miles.
LC.-Fue la primera que definió nuestra identidad como banda.
EI.-Sí, fue la canción que nos puso nerviosos, la que más vueltas le dimos. Estuvimos a punto de lanzarla como acústico. Para mí, es la semilla de lo que somos.
P.-La electrónica muchas veces se asocia al ritmo y la energía. ¿Qué papel juega la emoción o la nostalgia en vuestra propuesta?
EI.-Para mí, la música que emociona es la que deja huella. Si alguien se emociona bailando, ese recuerdo lo va a acompañar siempre. Nuestra música quiere ser eso: un refugio, una memoria, una historia.
P.-¿Y cómo os imagináis el futuro de Imbermind?
EI.-A lo grande. Queremos llevar esto al máximo nivel posible sin perder calidad. Seguir contando historias y, sobre todo, disfrutar del camino.
Noticias de Cultura: Última hora de hoy en THE OBJECTIVE