Ignacio Peyró: «Creo que en España hemos sido injustos con Julio Iglesias»

Pocas plumas en el panorama español actual combinan erudición y ligereza con la maestría de Ignacio Peyró (Madrid, 1980). Su prosa, refinada y a la vez juguetona, transita con naturalidad entre lo culto y lo popular, como quien saborea un Burdeos mientras tararea una canción de Julio Iglesias. Con una agudeza que no teme la ironía, Peyró convierte cada párrafo en un despliegue de metáforas bien afinadas, haciendo de la observación y la crónica un arte de la sugerencia más que de la afirmación. Así, en su nievo libro El español que enamoró al mundo (Libros del Asteroide, 2025), el escritor y periodista traza un mapa literario donde Julio Iglesias no es solo una estrella de la música, sino un símbolo de una España que se transforma y se reconoce en sus propios ídolos.

Es autor de Pompa y circunstancia (Fórcola, 2014), Comimos y bebimos (Libros del Astroide, 2018), los diarios Ya sentarás cabeza. Cuando fuimos periodistas (2006-2011) (Libros del Asteroide, 2020) y Un aire inglés (Fórcola, 2021), entre otros, destacando por su estilo elegante y su interés por la cultura británica. Actualmente escribe en El País, y en un pasado no lejano ha colaborado con una larga lista de medios como el Abc, Letras Libres, El Mundo, La Vanguardia y medios internacionales. Es editor-fundador de THE OBJECTIVE y dirigió sus páginas de opinión durante años. Actualmente es el director del Instituto Cervantes de Roma, tras haberlo sido de Londres.

THE OBJECTIVE ha podido hablar con Ignacio Peyró para reflexionar sobre su último volumen y la figura de Julio Iglesias. Con la elegancia de quien conoce bien la tradición literaria y el desparpajo de quien sabe que la alta cultura no excluye la ligereza, el autor nos invita a mirar con otros ojos a un artista que, más allá de memes y estereotipos, fue un pionero. En su relato, la historia de Julio Iglesias se convierte en la historia de España misma: de la posguerra a la modernidad, del tardofranquismo al estrellato global.

PREGUNTA.- ¿Qué le llevó a escribir un libro sobre Julio Iglesias y, por ejemplo, no sobre Raphael?

RESPUESTA.- En primer lugar, porque me cae bien. En segundo lugar, porque desde él se podía hablar de un modo relativamente entrañable sobre una cierta España. En tercer lugar, porque la historia de su vida y la historia de su familia en los últimos 80 años, de alguna manera, van episodio por episodio encarnando o plasmando algunos episodios de esa historia de España. En cuarto lugar, porque él tiene algo que no tiene casi nadie, que lo distingue de los demás y que es numinoso. No luminoso, que también [Se ríe]. Me refiero a que es de un orden espiritual, de un carisma, un encanto, un modo de seducción natural, que es irreproducible, que es exactamente único y característico, indefinible, pero que existe y que es la clave, de alguna manera, de todo. En quinto lugar, porque ha sido, solamente desde el punto de vista sociológico, puramente desde su impacto casi casi demográfico, diríamos, una cosa de una envergadura única entre nosotros. Y no solo única, sino además pionera. Cientos de millones de discos vendidos. El primero que lo consiguió cuando nadie lo esperaba y el primero que salió fuera de España a hacerlo. Luego, han llegado muchos más… por tanto, es un pionero. Más razones: porque, curiosamente, pese a esa importancia, nadie se ha molestado en estudiarlo mucho, ni en llevarlo a la crónica o a la literatura. A partir de su figura, el mundo hispánico –la lengua y lo latino en general– en Estados Unidos, va a verse más normalizado y más prestigiado.

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El español que enamoró al mundo
Ignacio Peyró

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P.- En sus diarios Ya sentarás cabeza. Cuando fuimos periodistas (2006-2011) lo cita varias veces. Por ejemplo: «En Julio Iglesias tal vez no haya un moralista, pero queda la figura tan triunfal que no parece de este mundo, sin ambiciones de ser Mozart, Agustín Lara o Dean Martin. Ahora se dedica a coleccionar grandes cruces de Burdeos, pero le debemos haber popularizado el inglés de Chamberí y que uno pueda viajar aquí y allá con el premio de ser compatriota de un equipo y de un cantante».

R.- Le tengo simpatía, es verdad. No pensé que nadie se fuera a acordar, pero sí, yo ya hacía 2007 o 2009, había escrito algún artículo, que luego, además, va a los diarios.

P.- Es el director del Instituto Cervantes en Roma. ¿Cómo cree que Julio contribuyó a llevar la cultura española al mundo?

R.- Uno de los ultimísimos actos públicos de Julio Iglesias, de hecho, cuando él dijo «Aquí termina mi vida pública», fue en el Instituto Cervantes, en el año 2011. Si no recuerdo mal, recibe un homenaje como el español más famoso. En general, recibe más homenajes que un pelotón de soldados que hubiesen muerto en la guerra [entre carcajadas]. Realmente él tiene un medallero impresionante. Entonces, él pone fin a esa vida pública justamente en un acto, en un lugar importante como es el Instituto Cervantes.

«Jamás pensé en esta vida que tuviese que ir a la Biblioteca Nacional a consultar ejemplares de la revista ‘Semana’»

P.¿Para cuándo una exposición de Julio Iglesias en el Instituto Cervantes?

R.- Hombre, sería muy bonito hacer una exposición suya y de lo que ha significado. Quizá no solo suya, sino de más cantantes. Eso sí que sería una historia del pop español. Sería una cosa muy buena en su expansión internacional, porque luego tampoco te creas que han triunfado tantos fuera, realmente.

P.- En el libro se citan con frecuencia espirituosos y vinos nobles, como es habitual en su escritura. Por ejemplo, el champán Cristal, grandes añadas de Burdeos… En este contexto, si Julio Iglesias fuera un cóctel, ¿qué ingredientes llevaría?

R.- Él tendría que ser un cóctel tropical. Él ha hecho una versión de la canción Ron y Coca-Cola. Él podría ser el ron con Coca-Cola. El ron con Cola es América. Además, es la América en la que él creía.

«Había varios tipos de biografía que no quería hacer. Una era una biografía en contra, de ir a cargarte al tipo»

P.- Escribir una biografía sobre alguien vivo, que a la vez está tan expuesto al público, pero del que se conoce poco su intimidad, es un reto. ¿Cómo se conoce a fondo a una persona con la que, como dice en el libro, nunca ha podido hablar? ¿Cómo compensó esa ausencia en su investigación?

R.- Reconozco que jamás pensé en esta vida que tuviese que ir a la Biblioteca Nacional a consultar ejemplares de la revista Semana [se ríe]. Ha sido muy hermoso. Había varios tipos de biografía que no quería hacer. Una era una biografía en contra, de ir a cargarte al tipo. Ha habido muchas en el ámbito musical, por ejemplo, alguna célebre de John Lennon y los Beatles. Tampoco quería hacer una de fan. No quería hacer tampoco ningún libro que fuese una explicación rigurosa, desde el punto de vista de la historia cultural. Creo que las cosas ligeras hay que darlas como cosas ligeras y es cierto que ha tenido su importancia y su lugar, pero bueno, no es Alban Berg, ¿no? Lo que menos quería era escribir al dictado de nadie y tener que pasar mi libro a que él dijese: «Uy, no, este adjetivo es un poco audaz, esta persona no me cayó bien, no la cites, etc.». No, eso no lo quería hacer.

P.- ¿Cuánto hay de ficción?

R.- Muy poco, casi nada. En uno de los capítulos escribo la escena del alcalde de Benidorm con Franco. Eso me lo invento, pero sí le dijo realmente: «Mire, Excelencia, no hay almadraba, no hay uva, necesitamos abrirnos al turismo». Eso sí que se lo dijo. Claro que no se lo dijo con mis palabras, pero lo hizo. Hay muy poca ficción en este libro.

«Me ha servido para descubrir a Isabel Preysler y sobre todo lo mala que fue la gente con ella»

P.- ¿Hubo algún descubrimiento inesperado que le sorprendiera durante el proceso de la escritura del libro? Algo que no supiera sobre la vida de Julio…

R.- Sí. En primer lugar, me ha servido para descubrir a Isabel Preysler y sobre todo lo mala que fue la gente con ella. O sea, he leído cosas intolerables. Y luego, el machismo que había en general, hasta en medios progresistas. Se decían unas cosas… se hablaba de «las menopáusicas», por ejemplo. Ya te digo, cosas de muy feo gusto. Y sí que descubrí que él se había casado y había bautizado a sus hijos porque se lo prometió en el lecho de muerte al dueño de la revista Hola.

P.- Después de Pompa y circunstancia y Un aire inglés, o La vista desde aquí, su trayectoria como escritor y periodista ha estado más vinculada a temas de alta cultura o ensayos personales. ¿Por qué dar el salto a la cultura popular con un personaje como Julio Iglesias?

R.- Porque es una historia muy digna de ser contada y porque además, uno como escritor busca dónde puede brillar más. Yo creo que ahí, digamos, está lo que es mi apuesta literaria, que es por un tipo de prosa y por una tradición. El tema va en perfecta congruencia con esto. Sí quería llevar su vida a la literatura, que hubiese un producto literario de valor para él. Lo que no he querido es jugar a ‘yo soy un tío culto y voy a mirar a este señor tan simpático desde arriba’. No. No quería ser arrogante ni condescendiente porque no lo soy, porque lo respeto. Porque cómo no lo vas a respetar, si eres un moco al lado de un tío que ha sido un éxito tan universal. Además, a mí me gusta que él, no deja de ser una reivindicación de una cierta ligereza que también nos viene muy bien. No todo van a ser moralistas plastas ni gente comprometida políticamente que también nos están moralizando, ¿no? A veces, el gran mensaje moral de alguna persona puede ser solamente ‘ae, ao’ y ‘bamboleo, bambolea’. Y con eso nos basta.

Ignacio Peyró. | Olivia Torbado

P.- ¿Cómo describiría el amor en las canciones de Julio?

R.- Empalagoso. En el fondo, él sobre todo es un cantante romántico. Pero eso triunfa también.

P.- Habla de Julio como un símbolo de la evolución de la sociedad española. ¿Qué aspectos de su vida reflejan mejor los cambios desde el tardofranquismo hasta hoy?

R.- Él nace en los años del hambre. En la posguerra hay un par de años que son conocidos como «los años del hambre» en España. Veinte años después ya empieza a encarnar la España del 60, el turbodesarrollismo del tardofranquismo. Él está en la primera noche en la que los españoles votan, cantando. Él vive su separación como nunca se había hecho en la prensa española. De alguna manera, con él, a partir de su matrimonio, es cuando la prensa rosa va a tomar poder en España. El gran trauma de la democracia española es ETA. El padre es secuestrado por la ETA. Él está en todos los momentos importantes para España. Y luego él está, de pronto, en el momento en que España se empieza a volver loca de prosperidad a inicios del 2000, antes de la crisis.

«Curiosamente, en España nunca nos lo hemos tomado demasiado en serio»

P.- Las nuevas generaciones conocen a Julio Iglesias en forma de meme…

R.- Claro. Hay una cosa que es curiosa. En efecto, para los niños, él es un meme, ha vuelto en forma de meme. Pero, de alguna manera, el meme no deja de ser una muestra apoteósica de cariño. Pienso que, si tú naciste después del 90, tu Iglesias es Enrique. Si has nacido antes, es Julio.

P.- Julio Iglesias es un ícono global, pero en España a veces lo miramos con cierta condescendencia. ¿Cree que hemos sido injustos con él?

R.- Creo que sí. En primer lugar, porque la primera horda de gente que lo recibe, dice: «Bueno, esto intelectualmente es una cosa muy poco seria y yo no le voy a meter mano, porque soy un escritor espectacular y tal, este señorito de derechas cantando canciones dulces no es para mí». Entonces, luego sucede un cambio y dicen: «Este tío ha triunfado muchísimo fuera». Nosotros lo habíamos dado siempre un poco por hecho cuando él viene en el 83 y 84 a España, llena el Bernabéu, llena el Camp Nou, ve a Felipe González, ve a Pujol. Es decir, viene aquí realmente de superestrella. Pero sí, nunca nos lo hemos tomado demasiado en serio, curiosamente. Es verdad que él es un señor que canta canciones de amor y canciones latinas. Quiero decir que tampoco es que sea un filósofo o un artista urbano. El mayor homenaje es que sus canciones siguen vivas. A mí me pasa en Italia, con un camarero castizo, que de pronto se me pone a silbar una de Julio Iglesias, otra persona del Cervantes me dice: «Es que mi madre, en vez de tener a Jesucristo en su cuarto, tenía a Julio Iglesias» [Ríe].

P.-Si tuviera la oportunidad de tomarse un Burdeos con Julio Iglesias, ¿qué le preguntaría?

R.- Yo hablaría de vinos con él. Él sabe muchísimo de vinos.

P.- ¿Tiene algún proyecto entre manos?

R.- Sí, sí. Sacaré algunos diarios, pero antes tengo una cosita más breve entre manos, no puedo decir el qué exactamente todavía.

 Pocas plumas en el panorama español actual combinan erudición y ligereza con la maestría de Ignacio Peyró (Madrid, 1980). Su prosa, refinada y a la vez  

Pocas plumas en el panorama español actual combinan erudición y ligereza con la maestría de Ignacio Peyró (Madrid, 1980). Su prosa, refinada y a la vez juguetona, transita con naturalidad entre lo culto y lo popular, como quien saborea un Burdeos mientras tararea una canción de Julio Iglesias. Con una agudeza que no teme la ironía, Peyró convierte cada párrafo en un despliegue de metáforas bien afinadas, haciendo de la observación y la crónica un arte de la sugerencia más que de la afirmación. Así, en su nievo libro El español que enamoró al mundo (Libros del Asteroide, 2025), el escritor y periodista traza un mapa literario donde Julio Iglesias no es solo una estrella de la música, sino un símbolo de una España que se transforma y se reconoce en sus propios ídolos.

Es autor de Pompa y circunstancia (Fórcola, 2014), Comimos y bebimos (Libros del Astroide, 2018), los diarios Ya sentarás cabeza. Cuando fuimos periodistas (2006-2011) (Libros del Asteroide, 2020) y Un aire inglés (Fórcola, 2021), entre otros, destacando por su estilo elegante y su interés por la cultura británica. Actualmente escribe en El País, y en un pasado no lejano ha colaborado con una larga lista de medios como el Abc, Letras Libres, El Mundo, La Vanguardia y medios internacionales. Es editor-fundador de THE OBJECTIVE y dirigió sus páginas de opinión durante años. Actualmente es el director del Instituto Cervantes de Roma, tras haberlo sido de Londres.

THE OBJECTIVE ha podido hablar con Ignacio Peyró para reflexionar sobre su último volumen y la figura de Julio Iglesias. Con la elegancia de quien conoce bien la tradición literaria y el desparpajo de quien sabe que la alta cultura no excluye la ligereza, el autor nos invita a mirar con otros ojos a un artista que, más allá de memes y estereotipos, fue un pionero. En su relato, la historia de Julio Iglesias se convierte en la historia de España misma: de la posguerra a la modernidad, del tardofranquismo al estrellato global.

PREGUNTA.- ¿Qué le llevó a escribir un libro sobre Julio Iglesias y, por ejemplo, no sobre Raphael?

RESPUESTA.- En primer lugar, porque me cae bien. En segundo lugar, porque desde él se podía hablar de un modo relativamente entrañable sobre una cierta España. En tercer lugar, porque la historia de su vida y la historia de su familia en los últimos 80 años, de alguna manera, van episodio por episodio encarnando o plasmando algunos episodios de esa historia de España. En cuarto lugar, porque él tiene algo que no tiene casi nadie, que lo distingue de los demás y que es numinoso. No luminoso, que también [Se ríe]. Me refiero a que es de un orden espiritual, de un carisma, un encanto, un modo de seducción natural, que es irreproducible, que es exactamente único y característico, indefinible, pero que existe y que es la clave, de alguna manera, de todo. En quinto lugar, porque ha sido, solamente desde el punto de vista sociológico, puramente desde su impacto casi casi demográfico, diríamos, una cosa de una envergadura única entre nosotros. Y no solo única, sino además pionera. Cientos de millones de discos vendidos. El primero que lo consiguió cuando nadie lo esperaba y el primero que salió fuera de España a hacerlo. Luego, han llegado muchos más… por tanto, es un pionero. Más razones: porque, curiosamente, pese a esa importancia, nadie se ha molestado en estudiarlo mucho, ni en llevarlo a la crónica o a la literatura. A partir de su figura, el mundo hispánico –la lengua y lo latino en general– en Estados Unidos, va a verse más normalizado y más prestigiado.

P.- En sus diarios Ya sentarás cabeza. Cuando fuimos periodistas (2006-2011) lo cita varias veces. Por ejemplo: «En Julio Iglesias tal vez no haya un moralista, pero queda la figura tan triunfal que no parece de este mundo, sin ambiciones de ser Mozart, Agustín Lara o Dean Martin. Ahora se dedica a coleccionar grandes cruces de Burdeos, pero le debemos haber popularizado el inglés de Chamberí y que uno pueda viajar aquí y allá con el premio de ser compatriota de un equipo y de un cantante».

R.- Le tengo simpatía, es verdad. No pensé que nadie se fuera a acordar, pero sí, yo ya hacía 2007 o 2009, había escrito algún artículo, que luego, además, va a los diarios.

P.- Es el director del Instituto Cervantes en Roma. ¿Cómo cree que Julio contribuyó a llevar la cultura española al mundo?

R.- Uno de los ultimísimos actos públicos de Julio Iglesias, de hecho, cuando él dijo «Aquí termina mi vida pública», fue en el Instituto Cervantes, en el año 2011. Si no recuerdo mal, recibe un homenaje como el español más famoso. En general, recibe más homenajes que un pelotón de soldados que hubiesen muerto en la guerra [entre carcajadas]. Realmente él tiene un medallero impresionante. Entonces, él pone fin a esa vida pública justamente en un acto, en un lugar importante como es el Instituto Cervantes.

«Jamás pensé en esta vida que tuviese que ir a la Biblioteca Nacional a consultar ejemplares de la revista ‘Semana’»

P.¿Para cuándo una exposición de Julio Iglesias en el Instituto Cervantes?

R.- Hombre, sería muy bonito hacer una exposición suya y de lo que ha significado. Quizá no solo suya, sino de más cantantes. Eso sí que sería una historia del pop español. Sería una cosa muy buena en su expansión internacional, porque luego tampoco te creas que han triunfado tantos fuera, realmente.

P.- En el libro se citan con frecuencia espirituosos y vinos nobles, como es habitual en su escritura. Por ejemplo, el champán Cristal, grandes añadas de Burdeos… En este contexto, si Julio Iglesias fuera un cóctel, ¿qué ingredientes llevaría?

R.- Él tendría que ser un cóctel tropical. Él ha hecho una versión de la canción Ron y Coca-Cola. Él podría ser el ron con Coca-Cola. El ron con Cola es América. Además, es la América en la que él creía.

«Había varios tipos de biografía que no quería hacer. Una era una biografía en contra, de ir a cargarte al tipo»

P.- Escribir una biografía sobre alguien vivo, que a la vez está tan expuesto al público, pero del que se conoce poco su intimidad, es un reto. ¿Cómo se conoce a fondo a una persona con la que, como dice en el libro, nunca ha podido hablar? ¿Cómo compensó esa ausencia en su investigación?

R.- Reconozco que jamás pensé en esta vida que tuviese que ir a la Biblioteca Nacional a consultar ejemplares de la revista Semana [se ríe]. Ha sido muy hermoso. Había varios tipos de biografía que no quería hacer. Una era una biografía en contra, de ir a cargarte al tipo. Ha habido muchas en el ámbito musical, por ejemplo, alguna célebre de John Lennon y los Beatles. Tampoco quería hacer una de fan. No quería hacer tampoco ningún libro que fuese una explicación rigurosa, desde el punto de vista de la historia cultural. Creo que las cosas ligeras hay que darlas como cosas ligeras y es cierto que ha tenido su importancia y su lugar, pero bueno, no es Alban Berg, ¿no? Lo que menos quería era escribir al dictado de nadie y tener que pasar mi libro a que él dijese: «Uy, no, este adjetivo es un poco audaz, esta persona no me cayó bien, no la cites, etc.». No, eso no lo quería hacer.

P.- ¿Cuánto hay de ficción?

R.- Muy poco, casi nada. En uno de los capítulos escribo la escena del alcalde de Benidorm con Franco. Eso me lo invento, pero sí le dijo realmente: «Mire, Excelencia, no hay almadraba, no hay uva, necesitamos abrirnos al turismo». Eso sí que se lo dijo. Claro que no se lo dijo con mis palabras, pero lo hizo. Hay muy poca ficción en este libro.

«Me ha servido para descubrir a Isabel Preysler y sobre todo lo mala que fue la gente con ella»

P.- ¿Hubo algún descubrimiento inesperado que le sorprendiera durante el proceso de la escritura del libro? Algo que no supiera sobre la vida de Julio…

R.- Sí. En primer lugar, me ha servido para descubrir a Isabel Preysler y sobre todo lo mala que fue la gente con ella. O sea, he leído cosas intolerables. Y luego, el machismo que había en general, hasta en medios progresistas. Se decían unas cosas… se hablaba de «las menopáusicas», por ejemplo. Ya te digo, cosas de muy feo gusto. Y sí que descubrí que él se había casado y había bautizado a sus hijos porque se lo prometió en el lecho de muerte al dueño de la revista Hola.

P.- Después de Pompa y circunstancia y Un aire inglés, o La vista desde aquí, su trayectoria como escritor y periodista ha estado más vinculada a temas de alta cultura o ensayos personales. ¿Por qué dar el salto a la cultura popular con un personaje como Julio Iglesias?

R.- Porque es una historia muy digna de ser contada y porque además, uno como escritor busca dónde puede brillar más. Yo creo que ahí, digamos, está lo que es mi apuesta literaria, que es por un tipo de prosa y por una tradición. El tema va en perfecta congruencia con esto. Sí quería llevar su vida a la literatura, que hubiese un producto literario de valor para él. Lo que no he querido es jugar a ‘yo soy un tío culto y voy a mirar a este señor tan simpático desde arriba’. No. No quería ser arrogante ni condescendiente porque no lo soy, porque lo respeto. Porque cómo no lo vas a respetar, si eres un moco al lado de un tío que ha sido un éxito tan universal. Además, a mí me gusta que él, no deja de ser una reivindicación de una cierta ligereza que también nos viene muy bien. No todo van a ser moralistas plastas ni gente comprometida políticamente que también nos están moralizando, ¿no? A veces, el gran mensaje moral de alguna persona puede ser solamente ‘ae, ao’ y ‘bamboleo, bambolea’. Y con eso nos basta.

Ignacio Peyró. | Olivia Torbado

P.- ¿Cómo describiría el amor en las canciones de Julio?

R.- Empalagoso. En el fondo, él sobre todo es un cantante romántico. Pero eso triunfa también.

P.- Habla de Julio como un símbolo de la evolución de la sociedad española. ¿Qué aspectos de su vida reflejan mejor los cambios desde el tardofranquismo hasta hoy?

R.- Él nace en los años del hambre. En la posguerra hay un par de años que son conocidos como «los años del hambre» en España. Veinte años después ya empieza a encarnar la España del 60, el turbodesarrollismo del tardofranquismo. Él está en la primera noche en la que los españoles votan, cantando. Él vive su separación como nunca se había hecho en la prensa española. De alguna manera, con él, a partir de su matrimonio, es cuando la prensa rosa va a tomar poder en España. El gran trauma de la democracia española es ETA. El padre es secuestrado por la ETA. Él está en todos los momentos importantes para España. Y luego él está, de pronto, en el momento en que España se empieza a volver loca de prosperidad a inicios del 2000, antes de la crisis.

«Curiosamente, en España nunca nos lo hemos tomado demasiado en serio»

P.- Las nuevas generaciones conocen a Julio Iglesias en forma de meme…

R.- Claro. Hay una cosa que es curiosa. En efecto, para los niños, él es un meme, ha vuelto en forma de meme. Pero, de alguna manera, el meme no deja de ser una muestra apoteósica de cariño. Pienso que, si tú naciste después del 90, tu Iglesias es Enrique. Si has nacido antes, es Julio.

P.- Julio Iglesias es un ícono global, pero en España a veces lo miramos con cierta condescendencia. ¿Cree que hemos sido injustos con él?

R.- Creo que sí. En primer lugar, porque la primera horda de gente que lo recibe, dice: «Bueno, esto intelectualmente es una cosa muy poco seria y yo no le voy a meter mano, porque soy un escritor espectacular y tal, este señorito de derechas cantando canciones dulces no es para mí». Entonces, luego sucede un cambio y dicen: «Este tío ha triunfado muchísimo fuera». Nosotros lo habíamos dado siempre un poco por hecho cuando él viene en el 83 y 84 a España, llena el Bernabéu, llena el Camp Nou, ve a Felipe González, ve a Pujol. Es decir, viene aquí realmente de superestrella. Pero sí, nunca nos lo hemos tomado demasiado en serio, curiosamente. Es verdad que él es un señor que canta canciones de amor y canciones latinas. Quiero decir que tampoco es que sea un filósofo o un artista urbano. El mayor homenaje es que sus canciones siguen vivas. A mí me pasa en Italia, con un camarero castizo, que de pronto se me pone a silbar una de Julio Iglesias, otra persona del Cervantes me dice: «Es que mi madre, en vez de tener a Jesucristo en su cuarto, tenía a Julio Iglesias» [Ríe].

P.-Si tuviera la oportunidad de tomarse un Burdeos con Julio Iglesias, ¿qué le preguntaría?

R.- Yo hablaría de vinos con él. Él sabe muchísimo de vinos.

P.- ¿Tiene algún proyecto entre manos?

R.- Sí, sí. Sacaré algunos diarios, pero antes tengo una cosita más breve entre manos, no puedo decir el qué exactamente todavía.

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