Indignación entre los trabajadores del Instituto Cervantes después de que su director, Luis García Montero, haya creado una plaza de subdirectora en el organismo público que preside para blindar de por vida a una alto cargo de su equipo directivo. Concretamente, a la actual directora de Transformación y Comunicación Digital, Tíscar Lara. Para ello, ha puesto en marcha un proceso selectivo con unos requisitos que benefician a su subordinada y en el que solo se exige superar una entrevista personal con su número dos: la secretaria general del Cervantes, Carmen Noguero.
La previsión de este nuevo cargo interno en el Instituto Cervantes se aprobó en julio de 2024, pero ha sido el pasado 21 de abril -festivo de Semana Santa en muchas regiones- cuando se ha lanzado formalmente la convocatoria de la plaza en su página web. El nuevo puesto es el de subdirector de Transformación y Comunicación Digital y se exige acreditar cinco años de experiencia mínima en puestos directivos relacionados con la informática, transformación digital o la comunicación digital.
La sorpresa ha sido «mayúscula» cuando en la lista de admitidos (ver abajo) solo han aparecido dos personas y una de ellas era la propia Tíscar Lara, advierten a THE OBJECTIVE fuentes de esta institución cultural adscrita al Ministerio de Asuntos Exteriores. Tres candidatas quedaron excluidas, al no acreditar cinco años de experiencia mínima, y otra persona entregó la documentación requerida fuera de plazo.

El hecho de que la directora de Transformación y Comunicación Digital decida concursar por la plaza significa que no tiene inconveniente en bajar de escalafón en su departamento, ya que se quedaría como subdirectora. Ello supondría pasar de cobrar los 73.693,07 euros brutos anuales que ingresa en la actualidad, el tercer sueldo más alto en este organismo, a los 66.613 euros que aparecen en la convocatoria de ahora. A cambio, Lara se garantizaría un puesto en el Cervantes hasta el momento de su jubilación, ya que «la persona candidata seleccionada suscribirá un contrato laboral ordinario por tiempo indefinido». Además, en condiciones más ventajosas que la gran mayoría de los empleados, ya que su contratación quedaría «fuera del ámbito de aplicación del convenio colectivo de la sede», según se indica en la letra pequeña de la convocatoria de dicho puesto a la que ha tenido acceso este diario.
El Cervantes no cuenta con funcionarios, sino con personal laboral fijo, por lo que conseguir una plaza como la que quiere Lara blindaría a esta última ante un posible cambio de Gobierno o de director. Al dejar un puesto de confianza y discrecional, como es el de directora, los sucesores de García Montero tendrían muy difícil despedirla como subdirectora. Para ello, deberían cumplir una serie de pasos administrativos internos y justificar los motivos de su cese como si se tratase de una funcionaria. Y en último término, la dirección del Cervantes tendría que recolocarla en otro departamento sin merma alguna en su salario, subrayan las citadas fuentes.
La propia Lara aparecía entre los cinco vocales del comité de selección al inicio de la convocatoria (ver abajo) para evaluar los méritos de cada aspirante, donde se otorga un máximo de 30 puntos, y dirigir la posterior entrevista personal con otros diez puntos en juego. Pero ha tenido que echarse a un lado con la convocatoria ya lanzada al optar a la plaza en juego. Así que su puesto lo va a ocupar el actual director de Relaciones Internacionales del Cervantes, el diplomático Luis Marina.

Esta aparente irregularidad ha generado enorme controversia en la institución porque el director de Recursos Humanos, Manuel Segovia, esperó hasta el pasado domingo para anunciar por escrito que Marina sustituía a Lara en el comité de selección, por lo que la todavía directora de Transformación Digital ha podido estar en la reunión en la que se evaluaron las candidaturas presentadas y de la que salió una única rival para quitarle el puesto. En el punto octavo de las bases de la convocatoria se deja claro que los miembros de dicho comité tendrán que «abstenerse de intervenir» si tienen «interés personal en el asunto de que se trate o tener cuestión litigiosa con alguna persona candidata».
Más grave es, a juicio de las fuentes consultadas, que todos los miembros del tribunal que van a examinar a la alto cargo para la nueva responsabilidad trabajan con ella en la alta dirección del Cervantes y la conocen desde hace años, por lo que la otra candidata que opta a la plaza se encuentra en franca desventaja. «El órgano de selección valorará los siguientes aspectos: la adecuación de la persona aspirante al puesto de trabajo, su trayectoria académica y profesional, su iniciativa y su capacidad de organización, la defensa de la memoria presentada, así como la voluntad para integrarse en un proyecto de difusión y consolidación de la lengua y cultura españolas», se puntualiza en las bases del concurso.
«Entrevista personal» como única prueba
Asimismo, los cinco miembros del tribunal citarán a las candidatas a una única prueba que consiste en «una entrevista personal» en la que se harán «varias preguntas que responderá la persona candidata» y que versarán «sobre los méritos alegados, debiendo defender oralmente la memoria presentada» para la prueba y en la que cada candidata ha tenido que explicar por qué opta a ese nuevo puesto según «el plan de actuación del Instituto Cervantes 2024-2026».
Dicho plan consiste en un documento de 23 páginas, donde el organismo que dirige Luis García Montero enumera de forma sucinta sus objetivos culturales para esos dos años y en el que la propia Tíscar Lara ha podido participar en su elaboración, a juicio de las citadas fuentes, ya que forma parte de la alta dirección desde diciembre de 2021, cuando apareció su nombramiento en el Boletín Oficial del Estado (BOE) como directora de Tecnologías y Contenidos Digitales. Posteriormente, el cargo mutó a directora de Transformación y Comunicación Digital sin que hayan cambiado sus competencias.
El propio Cervantes ha dado un plazo de diez días hábiles, que termina el próximo 5 de junio, para que las candidatas que se presentaron a la plaza puedan «presentar las subsanaciones y/o reclamaciones que se consideren oportunas». En las condiciones de la convocatoria se indica que las aspirantes podrán «recusar» a los miembros de la comisión de selección cuando concurran una serie de circunstancias, entre las que se menciona el tener «amistad íntima o enemistad manifiesta con alguna persona candidata». Lo primero encaja en el perfil de los cinco miembros del tribunal… pues todos ellos conocen a Lara desde hace años.
De ahí que las fuentes consultadas por THE OBJECTIVE opinen que la rival de Lara, o las candidatas que se han quedado por el camino, tendrían muchas opciones de apartar a todos los examinadores elegidos por García Montero para este «amaño», con el que el poeta quiere favorecer a su subordinada con una plaza creada ‘ad hoc’. Este periódico preguntó al Cervantes si la plaza de subdirectora de Transformación y Comunicación Digital se creó a iniciativa de Lara, si los cinco miembros de la comisión de selección la iban a examinar finalmente, si los servicios jurídicos han analizado la legalidad de su candidatura y si el mencionado García Montero conoce y aprueba que su alto cargo se presentase a este proceso selectivo interno, pero no obtuvo respuesta.
Tíscar Lara Padilla (Úbeda, 1974) es doctora en Periodismo y antes de entrar en el Cervantes fue vicedecana de Cultura Digital dentro de la Escuela de Organización Industrial (EOI), un ente vinculado al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, «donde dirigió la implantación de proyectos de mobile learning, conocimiento abierto y cultura digital». Además, entre 2004 y 2009 fue profesora de Periodismo y Comunicación Digital en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus títulos de postgrado, cuenta con un máster de Enseñanza de Español como segunda lengua del Instituto Cervantes-UIMP, un executive MBA, un máster en Televisión Educativa y «titulaciones» como experta en comunicación corporativa y en educación artística, según se indica en su biografía que aparece en la web del organismo cultural.
Indignación entre los trabajadores del Instituto Cervantes después de que su director, Luis García Montero, haya creado una plaza de subdirectora en el organismo público que
Indignación entre los trabajadores del Instituto Cervantes después de que su director, Luis García Montero, haya creado una plaza de subdirectora en el organismo público que preside para blindar de por vida a una alto cargo de su equipo directivo. Concretamente, a la actual directora de Transformación y Comunicación Digital, Tíscar Lara. Para ello, ha puesto en marcha un proceso selectivo con unos requisitos que benefician a su subordinada y en el que solo se exige superar una entrevista personal con su número dos: la secretaria general del Cervantes, Carmen Noguero.
La previsión de este nuevo cargo interno en el Instituto Cervantes se aprobó en julio de 2024, pero ha sido el pasado 21 de abril -festivo de Semana Santa en muchas regiones- cuando se ha lanzado formalmente la convocatoria de la plaza en su página web. El nuevo puesto es el de subdirector de Transformación y Comunicación Digital y se exige acreditar cinco años de experiencia mínima en puestos directivos relacionados con la informática, transformación digital o la comunicación digital.
La sorpresa ha sido «mayúscula» cuando en la lista de admitidos (ver abajo) solo han aparecido dos personas y una de ellas era la propia Tíscar Lara, advierten a THE OBJECTIVE fuentes de esta institución cultural adscrita al Ministerio de Asuntos Exteriores. Tres candidatas quedaron excluidas, al no acreditar cinco años de experiencia mínima, y otra persona entregó la documentación requerida fuera de plazo.

El hecho de que la directora de Transformación y Comunicación Digital decida concursar por la plaza significa que no tiene inconveniente en bajar de escalafón en su departamento, ya que se quedaría como subdirectora. Ello supondría pasar de cobrar los 73.693,07 euros brutos anuales que ingresa en la actualidad, el tercer sueldo más alto en este organismo, a los 66.613 euros que aparecen en la convocatoria de ahora. A cambio, Lara se garantizaría un puesto en el Cervantes hasta el momento de su jubilación, ya que «la persona candidata seleccionada suscribirá un contrato laboral ordinario por tiempo indefinido». Además, en condiciones más ventajosas que la gran mayoría de los empleados, ya que su contratación quedaría «fuera del ámbito de aplicación del convenio colectivo de la sede», según se indica en la letra pequeña de la convocatoria de dicho puesto a la que ha tenido acceso este diario.
El Cervantes no cuenta con funcionarios, sino con personal laboral fijo, por lo que conseguir una plaza como la que quiere Lara blindaría a esta última ante un posible cambio de Gobierno o de director. Al dejar un puesto de confianza y discrecional, como es el de directora, los sucesores de García Montero tendrían muy difícil despedirla como subdirectora. Para ello, deberían cumplir una serie de pasos administrativos internos y justificar los motivos de su cese como si se tratase de una funcionaria. Y en último término, la dirección del Cervantes tendría que recolocarla en otro departamento sin merma alguna en su salario, subrayan las citadas fuentes.
La propia Lara aparecía entre los cinco vocales del comité de selección al inicio de la convocatoria (ver abajo) para evaluar los méritos de cada aspirante, donde se otorga un máximo de 30 puntos, y dirigir la posterior entrevista personal con otros diez puntos en juego. Pero ha tenido que echarse a un lado con la convocatoria ya lanzada al optar a la plaza en juego. Así que su puesto lo va a ocupar el actual director de Relaciones Internacionales del Cervantes, el diplomático Luis Marina.

Esta aparente irregularidad ha generado enorme controversia en la institución porque el director de Recursos Humanos, Manuel Segovia, esperó hasta el pasado domingo para anunciar por escrito que Marina sustituía a Lara en el comité de selección, por lo que la todavía directora de Transformación Digital ha podido estar en la reunión en la que se evaluaron las candidaturas presentadas y de la que salió una única rival para quitarle el puesto. En el punto octavo de las bases de la convocatoria se deja claro que los miembros de dicho comité tendrán que «abstenerse de intervenir» si tienen «interés personal en el asunto de que se trate o tener cuestión litigiosa con alguna persona candidata».
Más grave es, a juicio de las fuentes consultadas, que todos los miembros del tribunal que van a examinar a la alto cargo para la nueva responsabilidad trabajan con ella en la alta dirección del Cervantes y la conocen desde hace años, por lo que la otra candidata que opta a la plaza se encuentra en franca desventaja. «El órgano de selección valorará los siguientes aspectos: la adecuación de la persona aspirante al puesto de trabajo, su trayectoria académica y profesional, su iniciativa y su capacidad de organización, la defensa de la memoria presentada, así como la voluntad para integrarse en un proyecto de difusión y consolidación de la lengua y cultura españolas», se puntualiza en las bases del concurso.
Asimismo, los cinco miembros del tribunal citarán a las candidatas a una única prueba que consiste en «una entrevista personal» en la que se harán «varias preguntas que responderá la persona candidata» y que versarán «sobre los méritos alegados, debiendo defender oralmente la memoria presentada» para la prueba y en la que cada candidata ha tenido que explicar por qué opta a ese nuevo puesto según «el plan de actuación del Instituto Cervantes 2024-2026».
Dicho plan consiste en un documento de 23 páginas, donde el organismo que dirige Luis García Montero enumera de forma sucinta sus objetivos culturales para esos dos años y en el que la propia Tíscar Lara ha podido participar en su elaboración, a juicio de las citadas fuentes, ya que forma parte de la alta dirección desde diciembre de 2021, cuando apareció su nombramiento en el Boletín Oficial del Estado (BOE) como directora de Tecnologías y Contenidos Digitales. Posteriormente, el cargo mutó a directora de Transformación y Comunicación Digital sin que hayan cambiado sus competencias.
El propio Cervantes ha dado un plazo de diez días hábiles, que termina el próximo 5 de junio, para que las candidatas que se presentaron a la plaza puedan «presentar las subsanaciones y/o reclamaciones que se consideren oportunas». En las condiciones de la convocatoria se indica que las aspirantes podrán «recusar» a los miembros de la comisión de selección cuando concurran una serie de circunstancias, entre las que se menciona el tener «amistad íntima o enemistad manifiesta con alguna persona candidata». Lo primero encaja en el perfil de los cinco miembros del tribunal… pues todos ellos conocen a Lara desde hace años.
De ahí que las fuentes consultadas por THE OBJECTIVE opinen que la rival de Lara, o las candidatas que se han quedado por el camino, tendrían muchas opciones de apartar a todos los examinadores elegidos por García Montero para este «amaño», con el que el poeta quiere favorecer a su subordinada con una plaza creada ‘ad hoc’. Este periódico preguntó al Cervantes si la plaza de subdirectora de Transformación y Comunicación Digital se creó a iniciativa de Lara, si los cinco miembros de la comisión de selección la iban a examinar finalmente, si los servicios jurídicos han analizado la legalidad de su candidatura y si el mencionado García Montero conoce y aprueba que su alto cargo se presentase a este proceso selectivo interno, pero no obtuvo respuesta.
Tíscar Lara Padilla (Úbeda, 1974) es doctora en Periodismo y antes de entrar en el Cervantes fue vicedecana de Cultura Digital dentro de la Escuela de Organización Industrial (EOI), un ente vinculado al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, «donde dirigió la implantación de proyectos de mobile learning, conocimiento abierto y cultura digital». Además, entre 2004 y 2009 fue profesora de Periodismo y Comunicación Digital en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus títulos de postgrado, cuenta con un máster de Enseñanza de Español como segunda lengua del Instituto Cervantes-UIMP, un executive MBA, un máster en Televisión Educativa y «titulaciones» como experta en comunicación corporativa y en educación artística, según se indica en su biografía que aparece en la web del organismo cultural.
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