El 29 de mayo de 1453 el sultán otomano Mehmet entraba a caballo en la Basílica de Constantinopla, en medio de cadáveres, entre ellos, el del último emperador de Bizancio. Caía así el imperio romano de Oriente y el Islam ganaba frente a la cristiandad. Se avecinaban grandes cambios. La ruta con Asia quedaba cortada y Europa tenía que buscar otras alternativas por mar.
Cristóbal Colón, al servicio de los Reyes Católicos, inició entonces el camino por el Mare Tenebrosum para alcanzar las Indias por mar. Pero sucedió algo inesperado y arribó a las costas americanas, concretamente a las Bahamas. Aquel hecho cambió profundamente el mundo hasta ese momento conocido. Dos civilizaciones que se conectaron (no sin sangre ni guerras), pero que dieron lugar, 500 años más tarde, a toda una mezcla que es absolutamente enriquecedora como casi siempre pasa cuando se juntan dos culturas.
Esteban Mira Caballos, doctor en Historia de América por la Universidad de Sevilla, es un autor prolífico en las relaciones entre España e Hispanoamérica en el siglo XVI. Acaba de publicar su último libro, Colón: el conversio que cambió el mundo (ed. Crítica) un ensayo riguroso desde la ciencia histórica, pero con una prosa amena que atrapa desde la primera página.
PREGUNTA. – Hay infinidad de biografías de Colón y se atreve con una nueva. ¿Qué cree que aporta en su obra con respecto a las ya publicadas?
RESPUESTA.- Se publican varios libros y decenas de artículos todos los años, la mayoría de ellos de una escasa calidad científica y en no pocos casos auspiciados por cuestiones ideológicas o nacionales. En todos los siglos ha habido dos o tres biografías de referencia que han marcado al personaje. En el siglo XXI aún no había ninguna, porque han salido muchas obras divulgativas, muchas colecciones documentales y muchos aportes concretos, pero faltaba esa gran obra de síntesis. Esta obra pretende ser la primera biografía de referencia del siglo XXI. Es un libro académico que recopila los grandes aportes que se han producido en los últimos 50 años en relación al personaje y a su descubrimiento.
Primero, aportes documentales, como El libro copiador de Antonio Rumeu de Armas, la Colección Documental del Descubrimiento de Juan Pérez de Tudela, los documentos completos de Juan Gil y Consuelo Varela, y la herencia de Colón de Anunciada Colón de Carvajal. A todos esos documentos nuevos que aportan mucha luz sobre el personaje, he sumado tres o cuatro más, que he podido localizar durante mis estancias en diversos repositorios. Segundo, aportes genéticos, realizados por el equipo del Dr. José Antonio Lorente. Los datos objetivos que han trascendido -pese al formato en forma de documental- han sido muy valiosos. Otra cosa diferente ha sido su contextualización histórica que no se hizo bien y que he tratado yo de corregir en este libro. Y tercero, aportamos una nueva visión del personaje, realizada por historiador del siglo XXI para un lector de nuestro tiempo. No olvidemos que cada época revisa su forma de mirar al pasado y se plantea preguntas distintas, de ahí que todos los libros de historia queden desfasados en menos de una década. En este libro he tratado de dar respuesta a los interrogantes de un lector de nuestro tiempo.
P.- Me ha parecido muy interesante la no formación de Colón, no al menos de una forma reglada, pero sí lo suficientemente eficaz para lograr su gesta.
R.- Tanto su hijo Hernando Colón como fray Bartolomé de Las Casas lanzaron la idea de que se había formado en la Universidad de Pavía. Fue una mentira más del segundo de los hijos del primer almirante, pues la única enseñanza reglada que tuvo fueron las primeras letras. Y es que no se podía estar en la mar desde niño, como dijo el propio Cristóbal Colón, y a la vez estudiando en una Universidad. Aún no existían los cursos online. No obstante, a lo largo de su vida fue acopiando una buena cantidad de lecturas que le permitieron dar una apariencia científica a un proyecto que en realidad era cualquier cosa, menos científico.
P.- Era un hombre del medievo pero también renacentista. Fiel creyente pero dueño de un pensamiento muy individualista. Sin duda su coraje y resistencia, así como su perseverancia, dieron sus frutos: lograr que los Reyes Católicos financiasen su proyecto. Y tardó nada más y nada menos de siete años. Pero él no navegaba buscando un nuevo continente, sino unas nuevas rutas para llegar a las Indias. ¿Cuándo se dio cuenta realmente de su error? Por lo menos hasta su cuarto viaje no es consciente de esto…
R.- Él siempre pensó que era un Nuevo Mundo, de hecho, estaba tomando posesión de los territorios desde su llegada a Guanahaní. Lo que ocurre es que pensaba que ese Nuevo Mundo estaba unido a Asia. En el tercer viaje tocó en Sudamérica que a él le pareció un territorio inmenso. En el cuarto viaje recorrió buena parte de la costa atlántica centroamericana para averiguar si estaba unido o no a la tierra de Allá, donde él ubicaba Cipango -Japón- y Cathay -China-. Al no encontrar el ansiado estrecho pensó que efectivamente la tierra de Acá y la de Allá estaban unidas.
P.- Hemos normalizado el descubrimiento pero leyendo su libro y analizando cómo detalla el contexto histórico, no tenemos más remedio que aseverar que lo que hicieron fue algo casi milagroso; una concepción de la tierra errónea, unas carabelas con muchas deficiencias, medios limitadísimos, condiciones de viaje de lo más rudimentarias. ¿Cómo un historiador, sin caer en atributos milagrosos, puede explicar tremenda gesta? ¿Qué se juntó para que se lograra?
R.- Fue una gesta totalmente humana, plagada de errores, aciertos, alegrías y sufrimientos extremos. Fue el sueño de un extravagante marino genovés que consiguió enganchar a personalidades como los Reyes Católicos, marinos como Martín Alonso Pinzón o los hermanos Niño, grandes nobles como el duque de Medinaceli, los religiosos de La Rábida y cortesanos como Luis de Santángel, Juan Cabrero o Alonso de Quintanilla. Sin el aporte de todos ellos, la aventura se hubiese malogrado y Colón no hubiese pasado de ser uno más de esos muchos aventureros o comerciantes que perecieron en el mar buscando abrir nuevas rutas oceánicas. Otros lo intentaron y fracasaron, o peor aún, perecieron en el intento. Solo él fue capaz de ir y volver, estableciendo unas rutas que se mantuvieron vigentes e inalteradas durante varios siglos.
P.- ¿Qué motivos cree que fueron finalmente los que empujaron a los Reyes Católicos a creer en él?
R.- Ya he dicho en varias ocasiones que sorprende que los Reyes Católicos apoyaran casi incondicionalmente a un personaje tan extravagante y soberbio como Colón. Le pedía mucho más de lo que nunca nadie se había atrevido a solicitar y a cambio ofrecía una nueva ruta comercial, en la que no confiaba casi ningún cosmógrafo de su tiempo. Que firmasen las Capitulaciones de Santa Fe tiene su explicación porque Luis de Santángel convenció a los Reyes de que solo pedía algo más de un millón de maravedís que era el equivalente a un par de banquetes cortesanos. Si era un loco soñador y moría en el intento pues se perdía muy poco y en el remoto caso de que tuviese razón podía crear una nueva ruta comercial con Asia que rompiese el monopolio de Portugal. Hasta ahí es lógico que los monarcas aceptasen, pues exponían muy poco. Lo que sorprende es que, tanto Isabel como Fernando lo apoyasen siempre a lo largo de toda su vida, simpatizando con su proyecto. En el fondo, su idea de expansión de la cristiandad y de recuperación de los Santos Lugares de Jerusalén era compatibles con el sueño de los Reyes Católicos de crear un imperio sobre la base del cristianismo, que iniciaron ellos y prosiguieron sus sucesores, los reyes Habsburgo.
P.- La travesía fue ciertamente detallada y no estuvo exenta de motines. El primero, de hecho, tiene lugar unas cuatro semanas después de iniciarla. Y, poco después hay otra que casi termina con la vida de Colón de no haber intermediado Pinzón. ¿Qué le llevó al navegante a saber con determinación que estaba llegando a tierra, además de divisar aves?
R.- Él siempre pensó que encontraría tierra pasadas las 738 leguas y hacía días que las había superado. No podía estar muy lejos, como evidenciaban además varios síntomas que un experimentado marino como él no podía ignorar: bandos de pájaros, restos de materia orgánica y algas arrancadas por el oleaje de las rocas, y ya al final, un enjambre de mosquitos. Le dieron un plazo de tres a cuatro días y él aceptó gustoso porque sabía -como de hecho ocurrió- que no los agotaría.
P.- Vuelta de Colón y recibimiento de los Reyes Católicos con todos los honores en Barcelona. ¿Qué pasa a partir de ahí y cómo se pone en marcha el funcionamiento? Estamos hablando, además, de que todavía desconocen que han descubierto América….
R.- Había encontrado tierra al otro lado del océano, accesible con la tecnología de la época, como siempre dijo. Los Reyes Católicos están exultantes porque es posible que se pueda establecer realmente esa ruta a Asia por Occidente. Eso implicaba romper el monopolio de Portugal, que se había gastado una fortuna en desarrollar la ruta bordeando África, que era mucho más larga, más costosa y más penosa que la que Colón creía haber descubierto. De la noche a la mañana nombraron a un superministro del mar, el obispo Juan Rodríguez Fonseca y le dieron poderes para aprestar una extraordinaria armada de 17 barcos que se prepararon en un tiempo récord. Nunca antes se había organizado y despachado una armada de esas dimensiones en tan corto espacio de tiempo, pero urgía que zarpara para afianzar la posesión castellana de aquellos territorios.
P.- En su libro recalca que Colón siempre fue el mismo pero que lo ha cambiado ha sido la mirada en diferentes épocas de cómo se le ve. Forma parte de la tendencia actual y en ciertos ámbitos la de menospreciar el pasado. También forma parte reivindicar que fue una invasión y un genocidio y que, por tanto, no hay nada que celebrar el 12 de octubre. ¿Los historiadores no han logrado establecer el relato de que, pese a que hubo muchas muertes, más por contagios que otra cosa, sí hubo una explosión de mezcla cultural que hoy se manifiesta en 600 millones de personas con un idioma y religión común? ¿Qué puede decirle a todas estas personas?
R.- Los historiadores sí lo han logrado explicar, entre nosotros hay un consenso sobre cómo ocurrió todo. Desde el 12 de octubre de 1492 nada fue igual en este mundo. Y en todos los cambios radicales siempre hay víctimas. La historia es un largo camino sembrado de cadáveres y, por supuesto, que en ese proceso radical de globalización que se inició en 1492, hubo miles de personas que se quedaron en el camino, por motivos políticos, culturales, religiosos, ecológicos y microbianos. Hubo un choque brutal de dos mundos, que no se reconocieron mutuamente y donde el más el más avanzado impuso al otro su forma de vida, sus costumbres, su religión y su cosmovisión.
Además, se produjo un choque microbiano que empezó en 1493 con la influencia suina y se prolongó con oleadas epidémicas que diezmaron a la población aborigen. Los historiadores conocemos todo esto y lo contextualizamos en el contexto de su tiempo, aunque sin ignorar esta hecatombe, en parte involuntaria. Hay extraordinarios estudios universitarios y académicos sobre el tema. El problema, y lo he dicho en muchos foros, es que los historiadores apenas somos capaces de trascender más allá del círculo de la propia universidad y de la academia. Hoy está fuertemente arraigado el relativismo y el presentismo.
Todas las opiniones valen lo mismo, igual la de un profesional que lleva cuatro décadas estudiando el tema que la de una persona que lo más que ha leído es la Wikipedia o un documental en You Tube. Los que vandalizan las estatuas de Cristóbal Colón son grupos organizados de ideologías extremistas que apenas conocen quién fue exactamente este marino llamado Cristóbal Colón. Pero también digo que el hecho de que sea objeto de grandes honores y de mediáticas vandalizaciones forma parte de la grandeza del personaje. Pasa precisamente por ser quien es.
P.- La leyenda negra sobre España incide mucho sobre el punto anterior. ¿Bartolomé de las Casas es culpable de que los Orange esparcieran esta?
R.- El padre Las Casas no fue el autor de la Leyenda Negra sino otra de sus víctimas. Su Brevísima Historia de la destrucción de las Indias era un panfleto destinado a conmover la conciencia del emperador para que legislase en defensa de los naturales. Y consiguió su objetivo, pues el influjo de la obra lascasiana en las Leyes de Indias es innegable. El emperador quedó profundamente impactado por su dialéctica y por las gravísimas acusaciones que vertió sobre conquistadores, adelantados y encomenderos. Tras su audiencia con el soberano, en abril de 1542, se promulgaron las Leyes Nuevas, concretamente el 20 de noviembre de ese mismo año. Estas tienen una fuerte impronta lascasiana y abolieron definitivamente la esclavitud indígena. Estas Leyes de Indias, tan influidas por el dominico, forma parte de la grandeza y de la singularidad de la expansión hispánica.
La Brevísima se publicó sin su consentimiento y el principal problema es que llegó a manos de los protestantes europeos, ofreciéndoles munición para crear la Leyenda Negra. Reeditaron la obra, retitulándola, como Crueldades y tiranías de los españoles, pervirtiendo el texto original que hablaba de cristianos en general. Las xilografías impresas por Teodoro de Bry en 1597, poniendo imagen a las atrocidades descritas, hicieron el resto. Pero, insisto, nunca fue esa la intención del padre Las Casas, que siempre defendió la existencia de este imperio cristiano, donde el sometimiento lo llevasen a cabo religiosos y no soldados. Con toda seguridad, si el dominico hubiese sospechado las consecuencias que tuvo su texto contra el imperio Habsburgo nunca lo hubiese escrito.
P.- ¿Cuáles son las diferencias más significativas entre las colonizaciones del imperio español, francés y británico?
R.- Todos los imperios siempre han defendido que su caso era especial, y en esto el imperio español no es una excepción. Bien es cierto que el Imperio Habsburgo tuvo unas particularidades propias, pero no porque los españoles fuesen más o menos racistas o más sociables sino, porque se dieron unas circunstancias diferentes. A diferencia del imperialismo portugués, inglés o francés, el español se caracterizó fundamentalmente por dos aspectos: primero, el mestizaje ya que la emigración hacia la América Hispana fue fundamentalmente masculina, pues, incluso en los momentos donde pasaron más féminas no pasaron apenas pasaron de la tercera parte. Había una escasez de mujeres españolas, lo que provocó que los españoles procreasen con mujeres indígenas y africanas. Eso provocó una realidad singular en Hispanoamérica un continente esencialmente mestizo. Pero no solo racialmente, sino también cultural y religiosamente. Desde muy temprano se desarrolló una sociedad criolla que era un crisol de los aportes indígenas, europeos y africanos.
Y segundo, desde un primer momento, los españoles están obsesionados con poblar y fundar ciudades. Existe una auténtica obsesión por afianzar el territorio, estableciendo cabildos, trasplantando pedacitos de España en los nuevos territorios. Yo creo que todo esto proviene de la tradición medieval de Castilla y León, donde tras reconquistar se producía siempre la repoblación, fundando nuevos concejos, exactamente igual que en América. Solo se afianza una conquista cuando se repuebla, una máxima que aplicó España en la Reconquista y después en la conquista de América.
P.- ¿Cómo se explica que siendo la Monarquía Hispánica tan potente en el XVI, XVII y XVIII, dejara de serlo y no aprovechara tal magnitud para seguir siendo una gran potencia, al menos antes de la revolución industrial?
R.- Ha sido una generalidad en la historia el nacimiento y la desaparición de todos los imperios y el Habsburgo en este caso no ha sido una excepción. Lo realmente singular es su extraordinaria duración pues España mantuvo lo esencial de un imperio donde el sol no nacía ni se ponía hasta principios del siglo XIX. Consiguió crear un imperio sólido y una administración eficiente que resistió durante muchos siglos.
Otra cosa diferente es el fracaso de la política mercantilista, basada en la extracción de metal precioso. Se pensaba erróneamente que un país era tanto más rico cuanto más metal precioso poseía. Esa riqueza no se invirtió en crear una economía productiva. La abundancia de numerario provocó una revolución de los precios que terminó arruinando a la industria textil castellana. Y para colmo, ese metal precioso se invirtió en acuñar moneda para pagar a los tercios españoles, especialmente a los estacionados en Flandes, que se convirtió en una verdadera sangría económica para el imperio, y en piezas litúrgicas. De hecho, las iglesias españolas atesoran custodias, cálices, copones, portapaces y demás objetos litúrgicos, de un valor extraordinario. Al final, España acabó sin imperio, sin dinero y sin infraestructuras. Los comerciantes enriquecidos se fueron convirtiendo paulatinamente en rentistas, siendo la burguesía muy endeble como para iniciar una potente revolución industrial.
El 29 de mayo de 1453 el sultán otomano Mehmet entraba a caballo en la Basílica de Constantinopla, en medio de cadáveres, entre ellos, el del
El 29 de mayo de 1453 el sultán otomano Mehmet entraba a caballo en la Basílica de Constantinopla, en medio de cadáveres, entre ellos, el del último emperador de Bizancio. Caía así el imperio romano de Oriente y el Islam ganaba frente a la cristiandad. Se avecinaban grandes cambios. La ruta con Asia quedaba cortada y Europa tenía que buscar otras alternativas por mar.
Cristóbal Colón, al servicio de los Reyes Católicos, inició entonces el camino por el Mare Tenebrosum para alcanzar las Indias por mar. Pero sucedió algo inesperado y arribó a las costas americanas, concretamente a las Bahamas. Aquel hecho cambió profundamente el mundo hasta ese momento conocido. Dos civilizaciones que se conectaron (no sin sangre ni guerras), pero que dieron lugar, 500 años más tarde, a toda una mezcla que es absolutamente enriquecedora como casi siempre pasa cuando se juntan dos culturas.
Esteban Mira Caballos, doctor en Historia de América por la Universidad de Sevilla, es un autor prolífico en las relaciones entre España e Hispanoamérica en el siglo XVI. Acaba de publicar su último libro, Colón: el conversio que cambió el mundo (ed. Crítica) un ensayo riguroso desde la ciencia histórica, pero con una prosa amena que atrapa desde la primera página.
PREGUNTA. – Hay infinidad de biografías de Colón y se atreve con una nueva. ¿Qué cree que aporta en su obra con respecto a las ya publicadas?
RESPUESTA.- Se publican varios libros y decenas de artículos todos los años, la mayoría de ellos de una escasa calidad científica y en no pocos casos auspiciados por cuestiones ideológicas o nacionales. En todos los siglos ha habido dos o tres biografías de referencia que han marcado al personaje. En el siglo XXI aún no había ninguna, porque han salido muchas obras divulgativas, muchas colecciones documentales y muchos aportes concretos, pero faltaba esa gran obra de síntesis. Esta obra pretende ser la primera biografía de referencia del siglo XXI. Es un libro académico que recopila los grandes aportes que se han producido en los últimos 50 años en relación al personaje y a su descubrimiento.
Primero, aportes documentales, como El libro copiador de Antonio Rumeu de Armas, la Colección Documental del Descubrimiento de Juan Pérez de Tudela, los documentos completos de Juan Gil y Consuelo Varela, y la herencia de Colón de Anunciada Colón de Carvajal. A todos esos documentos nuevos que aportan mucha luz sobre el personaje, he sumado tres o cuatro más, que he podido localizar durante mis estancias en diversos repositorios. Segundo, aportes genéticos, realizados por el equipo del Dr. José Antonio Lorente. Los datos objetivos que han trascendido -pese al formato en forma de documental- han sido muy valiosos. Otra cosa diferente ha sido su contextualización histórica que no se hizo bien y que he tratado yo de corregir en este libro. Y tercero, aportamos una nueva visión del personaje, realizada por historiador del siglo XXI para un lector de nuestro tiempo. No olvidemos que cada época revisa su forma de mirar al pasado y se plantea preguntas distintas, de ahí que todos los libros de historia queden desfasados en menos de una década. En este libro he tratado de dar respuesta a los interrogantes de un lector de nuestro tiempo.
P.- Me ha parecido muy interesante la no formación de Colón, no al menos de una forma reglada, pero sí lo suficientemente eficaz para lograr su gesta.
R.- Tanto su hijo Hernando Colón como fray Bartolomé de Las Casas lanzaron la idea de que se había formado en la Universidad de Pavía. Fue una mentira más del segundo de los hijos del primer almirante, pues la única enseñanza reglada que tuvo fueron las primeras letras. Y es que no se podía estar en la mar desde niño, como dijo el propio Cristóbal Colón, y a la vez estudiando en una Universidad. Aún no existían los cursos online. No obstante, a lo largo de su vida fue acopiando una buena cantidad de lecturas que le permitieron dar una apariencia científica a un proyecto que en realidad era cualquier cosa, menos científico.
P.- Era un hombre del medievo pero también renacentista. Fiel creyente pero dueño de un pensamiento muy individualista. Sin duda su coraje y resistencia, así como su perseverancia, dieron sus frutos: lograr que los Reyes Católicos financiasen su proyecto. Y tardó nada más y nada menos de siete años. Pero él no navegaba buscando un nuevo continente, sino unas nuevas rutas para llegar a las Indias. ¿Cuándo se dio cuenta realmente de su error? Por lo menos hasta su cuarto viaje no es consciente de esto…
R.- Él siempre pensó que era un Nuevo Mundo, de hecho, estaba tomando posesión de los territorios desde su llegada a Guanahaní. Lo que ocurre es que pensaba que ese Nuevo Mundo estaba unido a Asia. En el tercer viaje tocó en Sudamérica que a él le pareció un territorio inmenso. En el cuarto viaje recorrió buena parte de la costa atlántica centroamericana para averiguar si estaba unido o no a la tierra de Allá, donde él ubicaba Cipango -Japón- y Cathay -China-. Al no encontrar el ansiado estrecho pensó que efectivamente la tierra de Acá y la de Allá estaban unidas.
P.- Hemos normalizado el descubrimiento pero leyendo su libro y analizando cómo detalla el contexto histórico, no tenemos más remedio que aseverar que lo que hicieron fue algo casi milagroso; una concepción de la tierra errónea, unas carabelas con muchas deficiencias, medios limitadísimos, condiciones de viaje de lo más rudimentarias. ¿Cómo un historiador, sin caer en atributos milagrosos, puede explicar tremenda gesta? ¿Qué se juntó para que se lograra?
R.- Fue una gesta totalmente humana, plagada de errores, aciertos, alegrías y sufrimientos extremos. Fue el sueño de un extravagante marino genovés que consiguió enganchar a personalidades como los Reyes Católicos, marinos como Martín Alonso Pinzón o los hermanos Niño, grandes nobles como el duque de Medinaceli, los religiosos de La Rábida y cortesanos como Luis de Santángel, Juan Cabrero o Alonso de Quintanilla. Sin el aporte de todos ellos, la aventura se hubiese malogrado y Colón no hubiese pasado de ser uno más de esos muchos aventureros o comerciantes que perecieron en el mar buscando abrir nuevas rutas oceánicas. Otros lo intentaron y fracasaron, o peor aún, perecieron en el intento. Solo él fue capaz de ir y volver, estableciendo unas rutas que se mantuvieron vigentes e inalteradas durante varios siglos.
P.- ¿Qué motivos cree que fueron finalmente los que empujaron a los Reyes Católicos a creer en él?
R.- Ya he dicho en varias ocasiones que sorprende que los Reyes Católicos apoyaran casi incondicionalmente a un personaje tan extravagante y soberbio como Colón. Le pedía mucho más de lo que nunca nadie se había atrevido a solicitar y a cambio ofrecía una nueva ruta comercial, en la que no confiaba casi ningún cosmógrafo de su tiempo. Que firmasen las Capitulaciones de Santa Fe tiene su explicación porque Luis de Santángel convenció a los Reyes de que solo pedía algo más de un millón de maravedís que era el equivalente a un par de banquetes cortesanos. Si era un loco soñador y moría en el intento pues se perdía muy poco y en el remoto caso de que tuviese razón podía crear una nueva ruta comercial con Asia que rompiese el monopolio de Portugal. Hasta ahí es lógico que los monarcas aceptasen, pues exponían muy poco. Lo que sorprende es que, tanto Isabel como Fernando lo apoyasen siempre a lo largo de toda su vida, simpatizando con su proyecto. En el fondo, su idea de expansión de la cristiandad y de recuperación de los Santos Lugares de Jerusalén era compatibles con el sueño de los Reyes Católicos de crear un imperio sobre la base del cristianismo, que iniciaron ellos y prosiguieron sus sucesores, los reyes Habsburgo.
P.- La travesía fue ciertamente detallada y no estuvo exenta de motines. El primero, de hecho, tiene lugar unas cuatro semanas después de iniciarla. Y, poco después hay otra que casi termina con la vida de Colón de no haber intermediado Pinzón. ¿Qué le llevó al navegante a saber con determinación que estaba llegando a tierra, además de divisar aves?
R.- Él siempre pensó que encontraría tierra pasadas las 738 leguas y hacía días que las había superado. No podía estar muy lejos, como evidenciaban además varios síntomas que un experimentado marino como él no podía ignorar: bandos de pájaros, restos de materia orgánica y algas arrancadas por el oleaje de las rocas, y ya al final, un enjambre de mosquitos. Le dieron un plazo de tres a cuatro días y él aceptó gustoso porque sabía -como de hecho ocurrió- que no los agotaría.
P.- Vuelta de Colón y recibimiento de los Reyes Católicos con todos los honores en Barcelona. ¿Qué pasa a partir de ahí y cómo se pone en marcha el funcionamiento? Estamos hablando, además, de que todavía desconocen que han descubierto América….
R.- Había encontrado tierra al otro lado del océano, accesible con la tecnología de la época, como siempre dijo. Los Reyes Católicos están exultantes porque es posible que se pueda establecer realmente esa ruta a Asia por Occidente. Eso implicaba romper el monopolio de Portugal, que se había gastado una fortuna en desarrollar la ruta bordeando África, que era mucho más larga, más costosa y más penosa que la que Colón creía haber descubierto. De la noche a la mañana nombraron a un superministro del mar, el obispo Juan Rodríguez Fonseca y le dieron poderes para aprestar una extraordinaria armada de 17 barcos que se prepararon en un tiempo récord. Nunca antes se había organizado y despachado una armada de esas dimensiones en tan corto espacio de tiempo, pero urgía que zarpara para afianzar la posesión castellana de aquellos territorios.
P.- En su libro recalca que Colón siempre fue el mismo pero que lo ha cambiado ha sido la mirada en diferentes épocas de cómo se le ve. Forma parte de la tendencia actual y en ciertos ámbitos la de menospreciar el pasado. También forma parte reivindicar que fue una invasión y un genocidio y que, por tanto, no hay nada que celebrar el 12 de octubre. ¿Los historiadores no han logrado establecer el relato de que, pese a que hubo muchas muertes, más por contagios que otra cosa, sí hubo una explosión de mezcla cultural que hoy se manifiesta en 600 millones de personas con un idioma y religión común? ¿Qué puede decirle a todas estas personas?
R.- Los historiadores sí lo han logrado explicar, entre nosotros hay un consenso sobre cómo ocurrió todo. Desde el 12 de octubre de 1492 nada fue igual en este mundo. Y en todos los cambios radicales siempre hay víctimas. La historia es un largo camino sembrado de cadáveres y, por supuesto, que en ese proceso radical de globalización que se inició en 1492, hubo miles de personas que se quedaron en el camino, por motivos políticos, culturales, religiosos, ecológicos y microbianos. Hubo un choque brutal de dos mundos, que no se reconocieron mutuamente y donde el más el más avanzado impuso al otro su forma de vida, sus costumbres, su religión y su cosmovisión.
Además, se produjo un choque microbiano que empezó en 1493 con la influencia suina y se prolongó con oleadas epidémicas que diezmaron a la población aborigen. Los historiadores conocemos todo esto y lo contextualizamos en el contexto de su tiempo, aunque sin ignorar esta hecatombe, en parte involuntaria. Hay extraordinarios estudios universitarios y académicos sobre el tema. El problema, y lo he dicho en muchos foros, es que los historiadores apenas somos capaces de trascender más allá del círculo de la propia universidad y de la academia. Hoy está fuertemente arraigado el relativismo y el presentismo.
Todas las opiniones valen lo mismo, igual la de un profesional que lleva cuatro décadas estudiando el tema que la de una persona que lo más que ha leído es la Wikipedia o un documental en You Tube. Los que vandalizan las estatuas de Cristóbal Colón son grupos organizados de ideologías extremistas que apenas conocen quién fue exactamente este marino llamado Cristóbal Colón. Pero también digo que el hecho de que sea objeto de grandes honores y de mediáticas vandalizaciones forma parte de la grandeza del personaje. Pasa precisamente por ser quien es.
P.- La leyenda negra sobre España incide mucho sobre el punto anterior. ¿Bartolomé de las Casas es culpable de que los Orange esparcieran esta?
R.- El padre Las Casas no fue el autor de la Leyenda Negra sino otra de sus víctimas. Su Brevísima Historia de la destrucción de las Indias era un panfleto destinado a conmover la conciencia del emperador para que legislase en defensa de los naturales. Y consiguió su objetivo, pues el influjo de la obra lascasiana en las Leyes de Indias es innegable. El emperador quedó profundamente impactado por su dialéctica y por las gravísimas acusaciones que vertió sobre conquistadores, adelantados y encomenderos. Tras su audiencia con el soberano, en abril de 1542, se promulgaron las Leyes Nuevas, concretamente el 20 de noviembre de ese mismo año. Estas tienen una fuerte impronta lascasiana y abolieron definitivamente la esclavitud indígena. Estas Leyes de Indias, tan influidas por el dominico, forma parte de la grandeza y de la singularidad de la expansión hispánica.
La Brevísima se publicó sin su consentimiento y el principal problema es que llegó a manos de los protestantes europeos, ofreciéndoles munición para crear la Leyenda Negra. Reeditaron la obra, retitulándola, como Crueldades y tiranías de los españoles, pervirtiendo el texto original que hablaba de cristianos en general. Las xilografías impresas por Teodoro de Bry en 1597, poniendo imagen a las atrocidades descritas, hicieron el resto. Pero, insisto, nunca fue esa la intención del padre Las Casas, que siempre defendió la existencia de este imperio cristiano, donde el sometimiento lo llevasen a cabo religiosos y no soldados. Con toda seguridad, si el dominico hubiese sospechado las consecuencias que tuvo su texto contra el imperio Habsburgo nunca lo hubiese escrito.
P.- ¿Cuáles son las diferencias más significativas entre las colonizaciones del imperio español, francés y británico?
R.- Todos los imperios siempre han defendido que su caso era especial, y en esto el imperio español no es una excepción. Bien es cierto que el Imperio Habsburgo tuvo unas particularidades propias, pero no porque los españoles fuesen más o menos racistas o más sociables sino, porque se dieron unas circunstancias diferentes. A diferencia del imperialismo portugués, inglés o francés, el español se caracterizó fundamentalmente por dos aspectos: primero, el mestizaje ya que la emigración hacia la América Hispana fue fundamentalmente masculina, pues, incluso en los momentos donde pasaron más féminas no pasaron apenas pasaron de la tercera parte. Había una escasez de mujeres españolas, lo que provocó que los españoles procreasen con mujeres indígenas y africanas. Eso provocó una realidad singular en Hispanoamérica un continente esencialmente mestizo. Pero no solo racialmente, sino también cultural y religiosamente. Desde muy temprano se desarrolló una sociedad criolla que era un crisol de los aportes indígenas, europeos y africanos.
Y segundo, desde un primer momento, los españoles están obsesionados con poblar y fundar ciudades. Existe una auténtica obsesión por afianzar el territorio, estableciendo cabildos, trasplantando pedacitos de España en los nuevos territorios. Yo creo que todo esto proviene de la tradición medieval de Castilla y León, donde tras reconquistar se producía siempre la repoblación, fundando nuevos concejos, exactamente igual que en América. Solo se afianza una conquista cuando se repuebla, una máxima que aplicó España en la Reconquista y después en la conquista de América.
P.- ¿Cómo se explica que siendo la Monarquía Hispánica tan potente en el XVI, XVII y XVIII, dejara de serlo y no aprovechara tal magnitud para seguir siendo una gran potencia, al menos antes de la revolución industrial?
R.- Ha sido una generalidad en la historia el nacimiento y la desaparición de todos los imperios y el Habsburgo en este caso no ha sido una excepción. Lo realmente singular es su extraordinaria duración pues España mantuvo lo esencial de un imperio donde el sol no nacía ni se ponía hasta principios del siglo XIX. Consiguió crear un imperio sólido y una administración eficiente que resistió durante muchos siglos.
Otra cosa diferente es el fracaso de la política mercantilista, basada en la extracción de metal precioso. Se pensaba erróneamente que un país era tanto más rico cuanto más metal precioso poseía. Esa riqueza no se invirtió en crear una economía productiva. La abundancia de numerario provocó una revolución de los precios que terminó arruinando a la industria textil castellana. Y para colmo, ese metal precioso se invirtió en acuñar moneda para pagar a los tercios españoles, especialmente a los estacionados en Flandes, que se convirtió en una verdadera sangría económica para el imperio, y en piezas litúrgicas. De hecho, las iglesias españolas atesoran custodias, cálices, copones, portapaces y demás objetos litúrgicos, de un valor extraordinario. Al final, España acabó sin imperio, sin dinero y sin infraestructuras. Los comerciantes enriquecidos se fueron convirtiendo paulatinamente en rentistas, siendo la burguesía muy endeble como para iniciar una potente revolución industrial.
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