Quizá el título de House of bondage –Casa de esclavitud– no os diga nada. Sin embargo, es uno de los fotolibros más importantes del siglo XX. Testimonio gráfico que impactó al mundo en su denuncia del apartheid sudafricano. El nombre de su autor aún les sonará menos Ernest Cole, pero este fotógrafo negro que tuvo que exiliarse de su país tras la publicación del libro, es el protagonista del documental que les recomiendo esta semana. Ernest Cole: lost and found; Ernest Cole: perdido y encontrado.
El director del filme es Raoul Peck. Este haitiano conoció en su juventud los rigores del exilio junto a sus padres, obligados a abandonar la isla durante los años de la dictadura de los Duvalier. Esa experiencia existencial, su posterior formación en Europa y su raza le convertían en el cineasta idóneo para interiorizar a la persona de Ernest Cole. Y digo interiorizar porque Peck se pone en la piel de Cole, elabora un monólogo como si el fotógrafo nos hablara en primera persona durante la película.
Para ello se apoya en las impresiones que dejó escritas en House of bondage, anotaciones personales y alguna entrevista concedida en vida. Con eso y tirando de la intuición que le da el haber tenido experiencias similares a las de su protagonista, el cineasta construye el discurso que irá apoyando con una ingente cantidad de material fotográfico. La decisión artística de dar voz a un artista muerto es algo que ya hizo en otro excelente documental, el reciente I’m not your negro. En este retomaba una obra inconclusa del escritor James Baldwin para darle forma fílmica a un ensayo sobre la segregación racial en Estados Unidos. Ernest Cole: lost and found está íntimamente relacionada con I’m not your negro en lo evidente: arrojar luz sobre las raíces del racismo. Pero quedarnos solo con eso, como en el caso de Cole; concentrarse solo en que fue el autor de las fotos que descubrieron al mundo el salvajismo del apartheid, sería minimizar su alcance.
Lost and found, perdido y encontrado que reza el título, hace referencia a los 60.000 negativos de obras inéditas de Cole que permanecían ocultos en una caja fuerte de un banco sueco y cuyo descubrimiento motivó la creación de la película. Pero va más allá. Perdido terminó sus días Cole, y es reencontrado por Peck ante nuestros ojos. Un artista del calibre de su admirado Cartier-Bresson, que acabó sus días abandonando la fotografía y mendigando en las calles, arrastrando no pocas heridas internas, los recuerdos de la brutalidad segregacionista de Sudáfrica, su prohibición de retorno al país de origen, el aislamiento en el exilio y, por supuesto, la imposibilidad de trascender su condición de hombre negro en una sociedad americana que había superado la segregación solo en lo superficial. Como dejó dicho Ernest Cole tras un viaje en el que debía documentar los movimientos por los derechos civiles en Alabama: «En Sudáfrica temía que me encarcelaran. Aquí, tengo miedo a que me peguen un tiro».
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Quizá el título de House of bondage –Casa de esclavitud– no os diga nada. Sin embargo, es uno de los fotolibros más importantes del siglo XX.
Quizá el título de House of bondage –Casa de esclavitud– no os diga nada. Sin embargo, es uno de los fotolibros más importantes del siglo XX. Testimonio gráfico que impactó al mundo en su denuncia del apartheid sudafricano. El nombre de su autor aún les sonará menos Ernest Cole, pero este fotógrafo negro que tuvo que exiliarse de su país tras la publicación del libro, es el protagonista del documental que les recomiendo esta semana. Ernest Cole: lost and found; Ernest Cole: perdido y encontrado.
El director del filme es Raoul Peck. Este haitiano conoció en su juventud los rigores del exilio junto a sus padres, obligados a abandonar la isla durante los años de la dictadura de los Duvalier. Esa experiencia existencial, su posterior formación en Europa y su raza le convertían en el cineasta idóneo para interiorizar a la persona de Ernest Cole. Y digo interiorizar porque Peck se pone en la piel de Cole, elabora un monólogo como si el fotógrafo nos hablara en primera persona durante la película.
Para ello se apoya en las impresiones que dejó escritas en House of bondage, anotaciones personales y alguna entrevista concedida en vida. Con eso y tirando de la intuición que le da el haber tenido experiencias similares a las de su protagonista, el cineasta construye el discurso que irá apoyando con una ingente cantidad de material fotográfico. La decisión artística de dar voz a un artista muerto es algo que ya hizo en otro excelente documental, el reciente I’m not your negro. En este retomaba una obra inconclusa del escritor James Baldwin para darle forma fílmica a un ensayo sobre la segregación racial en Estados Unidos. Ernest Cole: lost and found está íntimamente relacionada con I’m not your negro en lo evidente: arrojar luz sobre las raíces del racismo. Pero quedarnos solo con eso, como en el caso de Cole; concentrarse solo en que fue el autor de las fotos que descubrieron al mundo el salvajismo del apartheid, sería minimizar su alcance.
Lost and found, perdido y encontrado que reza el título, hace referencia a los 60.000 negativos de obras inéditas de Cole que permanecían ocultos en una caja fuerte de un banco sueco y cuyo descubrimiento motivó la creación de la película. Pero va más allá. Perdido terminó sus días Cole, y es reencontrado por Peck ante nuestros ojos. Un artista del calibre de su admirado Cartier-Bresson, que acabó sus días abandonando la fotografía y mendigando en las calles, arrastrando no pocas heridas internas, los recuerdos de la brutalidad segregacionista de Sudáfrica, su prohibición de retorno al país de origen, el aislamiento en el exilio y, por supuesto, la imposibilidad de trascender su condición de hombre negro en una sociedad americana que había superado la segregación solo en lo superficial. Como dejó dicho Ernest Cole tras un viaje en el que debía documentar los movimientos por los derechos civiles en Alabama: «En Sudáfrica temía que me encarcelaran. Aquí, tengo miedo a que me peguen un tiro».
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