«El objetivo de los aliados era derrotar al Eje, no salvar a los judíos»

El 2 de septiembre de 1945 se firmó el armisticio de una de las etapas más sangrientas y tristes del siglo XX. Afirmar que de toda la historia puede ser una verdad a medias porque Europa (y el resto del mundo) se han pasado los últimos 2.000 años en constantes guerras. Pero, en cualquier caso, la Segunda Guerra Mundial ha pasado a la historia por ser de una crueldad extrema debido a la sofisticación de las armas, especialmente la bombas atómica y, por supuesto, por uno de los genocidios mejor documentados de la historia: el Holocausto judío.

En la mente del colectivo mundial desde entonces, están las terribles imágenes de hasta dónde puede llegar la maldad humana. Desde entonces, la idea de que la historia puede repetirse por mucho que los pueblos la conozcan sigue presente en la sociedad. 

Grego Casanova (Sacedón, 1989) es licenciado en Historia por la Universidad de Alcalá de Henares y cuenta con un máster de Historia de España en la Edad Contemporánea (UNED), así como un máster en Periodismo en UAM-El País. Con amplia trayectoria en diversos medios españoles, ha logrado reunir en sus redes sociales, en las que habla de historia, más de 200.000 seguidores. Acaba de publicar Lo que no te contaron de la Segunda Guerra Mundial (La Esfera de los Libros), donde revela muchas de las vergüenzas, secretos y anécdotas en el final del conflicto.

PREGUNTA.- En los primeros capítulos del libro habla del momento en el que cae el primer ministro británico Neville Chamberlain, tras el imparable avance de las tropas alemanas en 1939. El 10 de mayo es nombrado primer ministro Winston Churchill, cuyo discurso más famoso, pronunciado  el 13 de mayo en la Cámara de los Comunes dijo: «No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor». Según usted, la determinación de Churchill fue decisiva en la historia mundial y se ve expresada en otro discurso: «Lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, en las colinas. ¡Nunca nos rendiremos!». Leyendo esto me viene a la mente la siguiente reflexión: parece que nadie duda hoy en día de que Churchill fue un auténtico estadista, un político que ha pasado a la historia con todos los honores, pero su discurso en tiempos de guerra fue absolutamente belicista. ¿Hoy en día tendría cabida en nuestra política internacional un Churchill? ¿Su determinación le recuerda a algún político actualmente? 

RESPUESTA.- Por suerte, en Europa no vivimos en una situación tan extrema como la que le tocó al premier británico en aquella primavera, cuando el fascismo había conquistado gran parte del continente y una parte del Parlamento apostaba por la negociación con Hitler. Volviendo al presente y abordando conflictos abiertos, creo que fue muy loable la respuesta coordinada y al unísono de la Unión Europea ante la invasión de Putin de Ucrania. Una respuesta que ahora se echa en falta con el genocidio de Netanyahu en Gaza. 

P.- La carta que escribió Magda Goebbles al hijo que había tenido en su primer matrimonio, describe a la perfección lo que Hanna Arendt denominó como «la banalidad del mal». Si no supiéramos las circunstancias reales, parecería que es el mensaje de una mujer totalmente pura y con una heroicidad tremenda que sigue con fervor a su dios (Hitler) y a su fe (nacionalsocialismo). Es una suerte de mártir que prefiere quitarle la vida a sus seis hijos y a sí misma, antes que vivir en un mundo donde haya fracasado esa «religión» que ama profundamente….

R.- En el caso de los Goebbels estamos hablando de un fanatismo cuasi religioso de ambos por la figura del dictador. Magda era una nazi convencida devota por Hitler, de quien además era amiga personal. Era una fanática que hasta en sus últimos escritos muestra que no entiende un mundo tras la caída del Tercer Reich y la muerte del Führer. Además del fanatismo, en todos estos casos de suicidios de altos jerarcas como Hitler o Himmler, no hay que desdeñar el miedo a las represalias. Este fue el factor común más importante en la oleada de suicidios que vivió Alemania en los últimos compases de guerra. El pavor, especialmente por la venganza soviética, fue el mayor aliciente para apretar el gatillo o colgarse de un árbol entre todas las clases del Tercer Reich. 

Cadáveres incinerados de Joseph y Magda Goebbels junto a los de sus seis hijos. 

P.- Se han escrito numerosas obras y teorías en las que se analizan los porqués de la victoria del bando aliado. ¿Usted qué opinión tiene? ¿Podría darme al menos cinco razones de por qué ganaron los aliados?

R.- En muchos análisis, se impone una visión determinista, por la cual la inmensa superioridad de recursos materiales y humanos del bando aliado condujo a una inexorable victoria. Por supuesto que eso fue muy importante, pero la historia también nos demuestra que puede no ser suficiente. La historia del siglo XX de Afganistán es un buen ejemplo. Los aliados consiguieron vencer gracias a una acumulación de factores entre los que podemos contar la persistencia en la lucha de los dirigentes, como hemos mencionado con Churchill pero también con Stalin, y el sacrificio de millones de británicos y soviéticos en los peores momentos de 1940 y 1941 fueron igualmente decisivos.

Los errores estratégicos, muchos de ellos motivados por el exceso de optimismo de Hitler, también fueron un factor crucial. La apuesta por el dominio aéreo de los americanos se demostró crucial en todos los frentes, con los portaaviones en el Pacífico y con los bombardeos sobre Europa y el Atlántico. La reforma y modernización integral del Ejército Rojo, en el frente Oriental, escenario que más muertes y bajas alemanas causó. Otro punto a favor de los aliados fue la capacidad de colaboración en todos los terrenos que mostraron desde el año 1942, a pesar de las tensas diferencias, mientras que el Eje siempre estuvo descoordinado. 

P.- Los juicios de Núremberg, afirma en su libro, fueron toda un innovación del derecho internacional ya que, por primera vez se reconocía la responsabilidad individual en el caso de los crímenes internacionales y sentaron un precedente: los líderes nacionales ya no podrían escudarse para su defensa en su papel oficial o en la obediencia a órdenes superiores. Pero, además de este hecho tan señalable, está la parte psicológica. De los 24 altos cargos procesados hay uno, Göring, que demostró tener una personalidad que, si bien se sabe que no tenía ningún trastorno mental, es decir, era perfectamente consciente de lo que había hecho, no mostró en ningún momento arrepentimiento. Es más, se mostró altanero, una especie de mesías del pueblo alemán y orgullosamente convencido de que había hecho lo correcto, negando, además, que hubiera habido en él y en los nazis ningún tipo de odio hacia el pueblo judío. ¿Qué impresión le ha quedado después de haber investigado y leído todas las sesiones de dicho juicio? ¿Cómo es posible que pudieran comportarse de tal manera siendo conocedores de su responsabilidad ante la muerte de millones de personas inocentes?

R.- Göring era en aquel momento el único gran jerarca nazi que seguía con vida, fue el protagonista del juicio, él lo sabía y lo utilizó como un escaparate. Se trataba de un ególatra que hasta el final de sus días defendió sus acciones por el bien de Alemania. También consideraba que en unas décadas sería considerado un héroe nacional. Era plenamente consciente de las atrocidades cometidas con los judíos de las que se trató de desmarcar. 

La bandera soviética sobre el Reichstag, 2 de mayo de 1945, tras la caída de Berlín.   

P.- ¿Cómo es posible, desde su punto de vista, que no se supiera del horror hasta el fin de la guerra?

R.- Realmente se sabía. No con los detalles y los espeluznantes números que conocemos hoy en día, pero se sabía que los nazis y sus aliados estaban asesinando de forma masiva a los judíos en el este. Comenzaron a balazos y evolucionaron hacia las cámaras de gas, de todo ello eran conscientes los servicios de inteligencia aliados, pero salvar a los judíos nunca fue un plan prioritario de guerra. El objetivo número uno era derrotar al Eje, no salvar a sus víctimas. De hecho, en abril de 1944, dos jóvenes prisioneros judíos, Rudolf Vrba y Alfréd Wetzler, protagonizaron una fuga de Auschwitz y lograron llevar consigo un informe detallado sobre el funcionamiento del campo y las cámaras de gas.

Este informe, conocido como el Informe Vrba-Wetzler, proporcionó la evidencia más contundente hasta el momento sobre la escala y la naturaleza industrial del exterminio en Auschwitz-Birkenau. Se planteó bombardear Auschwitz pero se descartó. Incluso después de la guerra, el exterminio de los judíos fue algo tangencial. En el libro recojo a una vecina francesa que al escuchar los padecimientos de otra judía en los campos, le dijo algo así como que en Francia también lo habían pasado mal. En un sinfín de lugares, el judío que regresaba de Auschwitz o Treblinka era un doloroso espejo. En otros, especialmente países de la Europa oriental, directamente se les volvió a maltratar, expulsar o asesinar. El pogromo de la ciudad polaca de Kielce del año 1946, un año después del final de la guerra, es sencillamente aterrador.

P.- Inevitable no hablar de la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948. Como inevitable es mi pregunta ante los acontecimientos actuales. ¿De ahí parte el mayor fracaso y que ahora continúa con conflicto bélico que tiene totalmente dividida a la comunidad internacional a favor y en contra de Israel? Sé que no se puede dar una respuesta que no sea compleja, pero… visto lo visto, podemos afirmar que de la Segunda Guerra Mundial no hemos aprendido nada. Es más, estamos repitiendo los mismos errores solo que ahora estamos todos enterados minuto a minuto de lo que sucede. Rusia contra Ucrania, Israel contra Hamás… Parece que nunca hay fin en determinadas zonas del planeta….

En cuanto al marco jurídico internacional, no deja de ser una consecuencia más del colonialismo occidental que en otras partes del mundo también ha provocado fracturas que perduran hasta la actualidad. Mover e inventar fronteras con escuadra y cartabón y desplazar a millones de personas de sus casas no suele funcionar. En cualquier caso, el modelo de los dos estados podría haber sido viable. Pero por ceñirnos a las últimas décadas, Israel está incumpliendo de forma deliberada cualquier acuerdo internacional con asentamientos ilegales, que no dejan de ser una forma de invasión. Antes de masacrar Gaza, la había convertido en una cárcel a cielo abierto. Ahora se ha planteado públicamente conquistar militarmente toda Gaza, expulsar a sus habitantes y convertir la franja en una especie de resort. 

Desde mi punto de vista, lo que llamamos comunidad internacional, que en la mayoría de las ocasiones no es más que un eufemismo para llamar a Occidente, está decididamente en favor de Israel, de ahí que cueste tanto criticar cualquier falta que comentan. Y cuando un gobierno europeo ha reconocido el estado de Palestina se ha montado un escándalo. 

En este último capítulo del conflicto, porque recordemos que el conflicto no comenzó en octubre de 2023, Israel ha matado a más de 50.000 personas y provocado una destrucción que, hablando de la Segunda Guerra Mundial, se ha llegado a comparar con la de Stalingrado. Netanyahu acaba de reconocer que permitió la financiación de Hamás desde 2018. Cualquier de estas acciones convertiría a un dirigente en un paria, pero en este escenario siempre surgen las equidistancias. Europa hizo bien en condenar y sancionar a Putin, creo que debería actuar de una forma similar con Netanyahu. 

El funcionario del Ayuntamiento de Leipzig Kurt Lisso junto a su mujer y su hija. Abril de 1945. 

P.- ¿Cree que la gente es conocedora en general de qué pasó realmente durante la Segunda Guerra Mundial y tras ella?

R.- En este punto sí que soy más optimista respecto al grado de conocimiento de otros conflictos como pudiera ser la Guerra Civil Española. Creo que la mayoría sitúa correctamente a los principales actores del conflicto y sus acciones. El público general conoce las barbaridades de los nazis y que hubo un genocidio con unos 6.000.000 de judíos asesinados. En esto el cine ha sido fundamental y, permíteme el símil, al menos sitúan a Hitler como el malo de la película. 

P.- ¿Sabe que el sistema educativo español tiene un temario que alcanza muy poca historia de nuestro país y de Europa en general? La historia dejó hace años de ser una materia imprescindible y su desconocimiento está quebrando lamentablemente el estudio de lo que somos y hacia dónde vamos. ¿Se siente identificado con eso? ¿Esperanzado?

R.- Sí, es uno de los aspectos que más me preocupa, y es uno de los motivos que me mueven a hacer divulgación en redes sociales. Es inadmisible que un chaval salga de la ESO sin haber estudiado el siglo XX español. Que haya adolescentes diciendo que con Franco se vivía mejor es un gran fracaso como sociedad. Aunque el auge de los movimientos ultras es un fenómeno de carácter global y en el que intervienen muchos otros factores, considero que el conocimiento profundo de la historia es la mejor vacuna contra estos extremismos.

 El 2 de septiembre de 1945 se firmó el armisticio de una de las etapas más sangrientas y tristes del siglo XX. Afirmar que de toda  

El 2 de septiembre de 1945 se firmó el armisticio de una de las etapas más sangrientas y tristes del siglo XX. Afirmar que de toda la historia puede ser una verdad a medias porque Europa (y el resto del mundo) se han pasado los últimos 2.000 años en constantes guerras. Pero, en cualquier caso, la Segunda Guerra Mundial ha pasado a la historia por ser de una crueldad extrema debido a la sofisticación de las armas, especialmente la bombas atómica y, por supuesto, por uno de los genocidios mejor documentados de la historia: el Holocausto judío.

En la mente del colectivo mundial desde entonces, están las terribles imágenes de hasta dónde puede llegar la maldad humana. Desde entonces, la idea de que la historia puede repetirse por mucho que los pueblos la conozcan sigue presente en la sociedad. 

Grego Casanova (Sacedón, 1989) es licenciado en Historia por la Universidad de Alcalá de Henares y cuenta con un máster de Historia de España en la Edad Contemporánea (UNED), así como un máster en Periodismo en UAM-El País. Con amplia trayectoria en diversos medios españoles, ha logrado reunir en sus redes sociales, en las que habla de historia, más de 200.000 seguidores. Acaba de publicar Lo que no te contaron de la Segunda Guerra Mundial (La Esfera de los Libros), donde revela muchas de las vergüenzas, secretos y anécdotas en el final del conflicto.

PREGUNTA.- En los primeros capítulos del libro habla del momento en el que cae el primer ministro británico Neville Chamberlain, tras el imparable avance de las tropas alemanas en 1939. El 10 de mayo es nombrado primer ministro Winston Churchill, cuyo discurso más famoso, pronunciado  el 13 de mayo en la Cámara de los Comunes dijo: «No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor». Según usted, la determinación de Churchill fue decisiva en la historia mundial y se ve expresada en otro discurso: «Lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, en las colinas. ¡Nunca nos rendiremos!». Leyendo esto me viene a la mente la siguiente reflexión: parece que nadie duda hoy en día de que Churchill fue un auténtico estadista, un político que ha pasado a la historia con todos los honores, pero su discurso en tiempos de guerra fue absolutamente belicista. ¿Hoy en día tendría cabida en nuestra política internacional un Churchill? ¿Su determinación le recuerda a algún político actualmente? 

RESPUESTA.- Por suerte, en Europa no vivimos en una situación tan extrema como la que le tocó al premier británico en aquella primavera, cuando el fascismo había conquistado gran parte del continente y una parte del Parlamento apostaba por la negociación con Hitler. Volviendo al presente y abordando conflictos abiertos, creo que fue muy loable la respuesta coordinada y al unísono de la Unión Europea ante la invasión de Putin de Ucrania. Una respuesta que ahora se echa en falta con el genocidio de Netanyahu en Gaza. 

P.- La carta que escribió Magda Goebbles al hijo que había tenido en su primer matrimonio, describe a la perfección lo que Hanna Arendt denominó como «la banalidad del mal». Si no supiéramos las circunstancias reales, parecería que es el mensaje de una mujer totalmente pura y con una heroicidad tremenda que sigue con fervor a su dios (Hitler) y a su fe (nacionalsocialismo). Es una suerte de mártir que prefiere quitarle la vida a sus seis hijos y a sí misma, antes que vivir en un mundo donde haya fracasado esa «religión» que ama profundamente….

R.-En el caso de los Goebbels estamos hablando de un fanatismo cuasi religioso de ambos por la figura del dictador. Magda era una nazi convencida devota por Hitler, de quien además era amiga personal. Era una fanática que hasta en sus últimos escritos muestra que no entiende un mundo tras la caída del Tercer Reich y la muerte del Führer. Además del fanatismo, en todos estos casos de suicidios de altos jerarcas como Hitler o Himmler, no hay que desdeñar el miedo a las represalias. Este fue el factor común más importante en la oleada de suicidios que vivió Alemania en los últimos compases de guerra. El pavor, especialmente por la venganza soviética, fue el mayor aliciente para apretar el gatillo o colgarse de un árbol entre todas las clases del Tercer Reich. 

Cadáveres incinerados de Joseph y Magda Goebbels junto a los de sus seis hijos. 

P.- Se han escrito numerosas obras y teorías en las que se analizan los porqués de la victoria del bando aliado. ¿Usted qué opinión tiene? ¿Podría darme al menos cinco razones de por qué ganaron los aliados?

R.-En muchos análisis, se impone una visión determinista, por la cual la inmensa superioridad de recursos materiales y humanos del bando aliado condujo a una inexorable victoria. Por supuesto que eso fue muy importante, pero la historia también nos demuestra que puede no ser suficiente. La historia del siglo XX de Afganistán es un buen ejemplo. Los aliados consiguieron vencer gracias a una acumulación de factores entre los que podemos contar la persistencia en la lucha de los dirigentes, como hemos mencionado con Churchill pero también con Stalin, y el sacrificio de millones de británicos y soviéticos en los peores momentos de 1940 y 1941 fueron igualmente decisivos.

Los errores estratégicos, muchos de ellos motivados por el exceso de optimismo de Hitler, también fueron un factor crucial. La apuesta por el dominio aéreo de los americanos se demostró crucial en todos los frentes, con los portaaviones en el Pacífico y con los bombardeos sobre Europa y el Atlántico. La reforma y modernización integral del Ejército Rojo, en el frente Oriental, escenario que más muertes y bajas alemanas causó. Otro punto a favor de los aliados fue la capacidad de colaboración en todos los terrenos que mostraron desde el año 1942, a pesar de las tensas diferencias, mientras que el Eje siempre estuvo descoordinado. 

P.- Los juicios de Núremberg, afirma en su libro, fueron toda un innovación del derecho internacional ya que, por primera vez se reconocía la responsabilidad individual en el caso de los crímenes internacionales y sentaron un precedente: los líderes nacionales ya no podrían escudarse para su defensa en su papel oficial o en la obediencia a órdenes superiores. Pero, además de este hecho tan señalable, está la parte psicológica. De los 24 altos cargos procesados hay uno, Göring, que demostró tener una personalidad que, si bien se sabe que no tenía ningún trastorno mental, es decir, era perfectamente consciente de lo que había hecho, no mostró en ningún momento arrepentimiento. Es más, se mostró altanero, una especie de mesías del pueblo alemán y orgullosamente convencido de que había hecho lo correcto, negando, además, que hubiera habido en él y en los nazis ningún tipo de odio hacia el pueblo judío. ¿Qué impresión le ha quedado después de haber investigado y leído todas las sesiones de dicho juicio? ¿Cómo es posible que pudieran comportarse de tal manera siendo conocedores de su responsabilidad ante la muerte de millones de personas inocentes?

R.- Göring era en aquel momento el único gran jerarca nazi que seguía con vida, fue el protagonista del juicio, él lo sabía y lo utilizó como un escaparate. Se trataba de un ególatra que hasta el final de sus días defendió sus acciones por el bien de Alemania. También consideraba que en unas décadas sería considerado un héroe nacional. Era plenamente consciente de las atrocidades cometidas con los judíos de las que se trató de desmarcar. 

La bandera soviética sobre el Reichstag, 2 de mayo de 1945, tras la caída de Berlín.   

P.- ¿Cómo es posible, desde su punto de vista, que no se supiera del horror hasta el fin de la guerra?

R.- Realmente se sabía. No con los detalles y los espeluznantes números que conocemos hoy en día, pero se sabía que los nazis y sus aliados estaban asesinando de forma masiva a los judíos en el este. Comenzaron a balazos y evolucionaron hacia las cámaras de gas, de todo ello eran conscientes los servicios de inteligencia aliados, pero salvar a los judíos nunca fue un plan prioritario de guerra. El objetivo número uno era derrotar al Eje, no salvar a sus víctimas. De hecho, en abril de 1944, dos jóvenes prisioneros judíos, Rudolf Vrba y Alfréd Wetzler, protagonizaron una fuga de Auschwitz y lograron llevar consigo un informe detallado sobre el funcionamiento del campo y las cámaras de gas.

Este informe, conocido como el Informe Vrba-Wetzler, proporcionó la evidencia más contundente hasta el momento sobre la escala y la naturaleza industrial del exterminio en Auschwitz-Birkenau. Se planteó bombardear Auschwitz pero se descartó. Incluso después de la guerra, el exterminio de los judíos fue algo tangencial. En el libro recojo a una vecina francesa que al escuchar los padecimientos de otra judía en los campos, le dijo algo así como que en Francia también lo habían pasado mal. En un sinfín de lugares, el judío que regresaba de Auschwitz o Treblinka era un doloroso espejo. En otros, especialmente países de la Europa oriental, directamente se les volvió a maltratar, expulsar o asesinar. El pogromo de la ciudad polaca de Kielce del año 1946, un año después del final de la guerra, es sencillamente aterrador.

P.- Inevitable no hablar de la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948. Como inevitable es mi pregunta ante los acontecimientos actuales. ¿De ahí parte el mayor fracaso y que ahora continúa con conflicto bélico que tiene totalmente dividida a la comunidad internacional a favor y en contra de Israel? Sé que no se puede dar una respuesta que no sea compleja, pero…

R.- Visto lo visto, podemos afirmar que de la Segunda Guerra Mundial no hemos aprendido nada. Es más, estamos repitiendo los mismos errores solo que ahora estamos todos enterados minuto a minuto de lo que sucede. Rusia contra Ucrania, Israel contra Hamás… Parece que nunca hay fin en determinadas zonas del planeta….

En cuanto al marco jurídico internacional, no deja de ser una consecuencia más del colonialismo occidental que en otras partes del mundo también ha provocado fracturas que perduran hasta la actualidad. Mover e inventar fronteras con escuadra y cartabón y desplazar a millones de personas de sus casas no suele funcionar. En cualquier caso, el modelo de los dos estados podría haber sido viable. Pero por ceñirnos a las últimas décadas, Israel está incumpliendo de forma deliberada cualquier acuerdo internacional con asentamientos ilegales, que no dejan de ser una forma de invasión. Antes de masacrar Gaza, la había convertido en una cárcel a cielo abierto. Ahora se ha planteado públicamente conquistar militarmente toda Gaza, expulsar a sus habitantes y convertir la franja en una especie de resort. 

Desde mi punto de vista, lo que llamamos comunidad internacional, que en la mayoría de las ocasiones no es más que un eufemismo para llamar a Occidente, está decididamente en favor de Israel, de ahí que cueste tanto criticar cualquier falta que comentan. Y cuando un gobierno europeo ha reconocido el estado de Palestina se ha montado un escándalo. 

En este último capítulo del conflicto, porque recordemos que el conflicto no comenzó en octubre de 2023, Israel ha matado a más de 50.000 personas y provocado una destrucción que, hablando de la Segunda Guerra Mundial, se ha llegado a comparar con la de Stalingrado. Netanyahu acaba de reconocer que permitió la financiación de Hamás desde 2018. Cualquier de estas acciones convertiría a un dirigente en un paria, pero en este escenario siempre surgen las equidistancias. Europa hizo bien en condenar y sancionar a Putin, creo que debería actuar de una forma similar con Netanyahu. 

El funcionario del Ayuntamiento de Leipzig Kurt Lisso junto a su mujer y su hija. Abril de 1945. 

P.- ¿Cree que la gente es conocedora en general de qué pasó realmente durante la Segunda Guerra Mundial y tras ella?

R.- En este punto sí que soy más optimista respecto al grado de conocimiento de otros conflictos como pudiera ser la Guerra Civil Española. Creo que la mayoría sitúa correctamente a los principales actores del conflicto y sus acciones. El público general conoce las barbaridades de los nazis y que hubo un genocidio con unos 6.000.000 de judíos asesinados. En esto el cine ha sido fundamental y, permíteme el símil, al menos sitúan a Hitler como el malo de la película. 

P.- ¿Sabe que el sistema educativo español tiene un temario que alcanza muy poca historia de nuestro país y de Europa en general? La historia dejó hace años de ser una materia imprescindible y su desconocimiento está quebrando lamentablemente el estudio de lo que somos y hacia dónde vamos. ¿Se siente identificado con eso? ¿Esperanzado?

R.- Sí, es uno de los aspectos que más me preocupa, y es uno de los motivos que me mueven a hacer divulgación en redes sociales. Es inadmisible que un chaval salga de la ESO sin haber estudiado el siglo XX español. Que haya adolescentes diciendo que con Franco se vivía mejor es un gran fracaso como sociedad. Aunque el auge de los movimientos ultras es un fenómeno de carácter global y en el que intervienen muchos otros factores, considero que el conocimiento profundo de la historia es la mejor vacuna contra estos extremismos.

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