David Summers: «No somos lameculos de nadie y eso se paga en España»

A sus 60 años, David Summers y su grupo, que antes de ser Hombres G eran amigos de infancia y juventud –Javi Molina, Dani Mezquita, Rafa Gutiérrez–, llenan conciertos en España y en América con decenas de miles de personas. Lejos de apagarse, su llama se reaviva con nuevos fans, así que sus actuaciones se dan ante un coro entregado y febril de todas las edades. Lo mejor de Summers, sin embargo, es la naturalidad con que se toma el éxito, cómo huye de la pomposidad y asoma el descaro encantador aquel de su juventud. Siempre han hecho lo que les ha dado la gana y llevan cuatro décadas triunfando. ¿Qué más se puede pedir? Es un placer entrevistar a gente, más que normal –como él presume–, feliz.

PREGUNTA.- ¿Cuántas veces te has acordado de tu padre, que te decía «No te veo con 60 años cantando Sufre, mamón»? Aquí llegaron los 60.

RESPUESTA. Tenía razón, porque en aquella época los grupos no duraban nada. Unos duraban dos años, tres años, se iba uno a la mili y se iba el grupo al carajo. O sea, no tenían esa longevidad que algunos como nosotros hemos conseguido mantener. Mi padre estaba un poco preocupado. Él estaba contento de que yo hiciera canciones, que fuera una persona creativa y que usara mi imaginación para para vivir, como él, pero me decía: «Tío, búscate algo que sea un poco más consistente, más sólido».

P.- ¿En qué pensaba él, si no era la música?

R.- Quería que estudiara una carrera. Yo empecé a estudiar Imagen y Sonido porque quería ser director de cine, igual que él. Pero yo le dije a mi exmujer: «No me dejes nunca salir al escenario con 50 años a cantar Sufre, mamón», porque estaba viendo que iba a llegar. Y llegó el día que cumplí 50 años y justo tuve concierto. Bueno, eso no es tan raro, porque tenemos tantos conciertos que han coincidido muchas veces en mi cumple. Me acuerdo de que tocábamos en Valencia, en la plaza de toros, y antes de cantar la canción lo dije por el micro: «Le había prometido a mi mujer que no iba a cantar Sufre, mamón [Devuélveme a mi chica] con 50 años, pero hoy tengo 50 años y la voy a cantar ahora mismo».

P.- Y la vas a seguir cantando, por lo que se ve.

R.- Ahora tengo 60 y la canto todas las noches.

P.- ¿Se siente mejor uno de rockero a los 60 o a los 20?

R.- Yo es que nunca he llevado ese personaje de rockero conmigo. Nunca le he dado esa trascendencia. Para mí lo nuestro es un oficio muy bonito, escribir canciones, poder cantarlas por ahí, por todo el mundo, y me parece que es un trabajo que es un privilegio. Pero siempre he querido desmitificar ese rollo de los rockeros, las tribus y esas tonterías. Yo soy un tío que tiene una guitarra en casa, al que se le ocurren melodías, que escribe letras y canciones bonitas y ya está. Me refiero a esos rollos del «sexo, drogas y rock and roll» y todas esas gilipolleces. Ahora mismo mi vida es dieta, ejercicio y rock and roll.

«Me encantan los niños, me encanta verles como locos cantando las canciones, o cómo entran en el camerino emocionados a abrazarme»

P.- Como los Rolling Stones, Mick Jagger así es como sobrevive en el escenario.

R.- Porque como me gusta tanto lo que hago, quiero alargar mi vida laboral. Quiero encontrarme bien, quiero salir al escenario cada noche y sentir que las piernas me aguantan y, sobre todo, que el estrés no acaba conmigo. Por eso hago ejercicio, por eso intento cuidarme, porque antes no lo hacía y podía hacerlo, pero ahora necesito cuidarme para poder hacer mi trabajo.

P.- Mi hija, que casi va a cumplir 15 años, hace un par de años fue con sus amigos de la playa a ver esa película que se basa en vuestras canciones, Voy a pasármelo bien. Los padres los acompañamos y fuimos testigos de algo muy bonito, porque aunque en casa sonaban esas canciones, ella no les había prestado atención, y de pronto esa generación ve despertarse en ellos algo que nosotros también sentimos justo, justo a esa edad de ellos. No sé si vosotros encima del escenario veis eso, cómo va cambiando el público, cómo va bien viniendo gente joven, esa energía que se va renovando…

R.- Claro, por supuesto que sí. Ahora vemos que las primeras filas son todo niños de 10, 12, 13 años, preadolescentes, y es todas las noches, no solo en España, sino también en América, en todas partes. Lo de la película ha sido un gran acierto en ese sentido, porque además se hizo con esa intención. Se hizo con la intención de enganchar a los niños, de que los niños conocieran estas canciones y conocieran nuestra historia, porque ya en los años 80 teníamos un público de niños enorme. Yo pensé: seguro que a los niños de ahora les pones Las chicas cocodrilo o Voy a pasármelo bien y entran igual que entraron en los años 80. Lo hicimos con esa intención y funcionó la idea. Y a mí me encantan los niños, me encanta verles como locos cantando las canciones, o cómo entran en el camerino emocionados a abrazarme. Fíjate, con 60 años que tengo y que me pasen estas cosas me parece maravilloso.

P.- ¿Cuál crees que es el secreto de esas canciones, que siguen renovándose en el entusiasmo de las generaciones?

R.- Hombre, yo creo que son muy bonitas, transmiten muy buen rollo. Son canciones que en su día se hicieron también huyendo de las modas. Nosotros ya en los años 80 no queríamos ser un grupito de los años 80, huíamos de la moda de entonces, de aquellos tecladitos y los peinaditos y las tonterías que hacían en los 80, que iban todos como si fuera todos los días Halloween. Nosotros queríamos ser gente igual que ahora, queríamos ser gente normal y sencilla, y comunicarnos con el público de una manera lo más natural posible. Nuestras canciones no están sujetas. Tú oyes ahora Sufre, mamón y no te suena ochentera. Te recuerda quizá a los años 80 porque la escuchaste en aquella época, cuando ibas a la universidad o al colegio, y la música tiene un poder evocativo que te localiza las épocas de tu vida, pero realmente la canción no es ochentera, no está hecha con esos parámetros de producción y con esos sonidos, y entonces consigue resistir el paso del tiempo, porque es completamente atemporal. Y como ella, casi todas las demás de Hombres G.

P.- ¿Hay canciones que antes funcionaban más y veis que ahora funcionan peor y entonces la cantáis menos o viceversa, canciones que antes no funcionaban y ahora sí, o todas funcionan?

R.- Los grandes clásicos funcionan toda la vida. Sufre mamón, que estamos hablando de ella. Yo de verdad creo que he hecho canciones más bonitas que Sufre, mamón, que es una canción muy sencilla, muy intrascendente, pero el poder que tiene esa canción es algo que se me escapa a mí, a mi propio entendimiento. Ahora mismo estamos tú y yo hablando y hay millones de personas escuchando una canción. Yo veo las escuchas de Spotify y en Sufre, mamón crecen casi cinco o seis millones cada semana.

David Summers. | Foto: Carmen Suárez

P.- Es tremenda esa cifra, cinco o seis millones a la semana, no se puede creer.

R.- No, no, es impresionante.

P.- La chica que inspiró esa canción fue una novia tuya, Macu…

R.- Todas mis canciones tienen un componente biográfico grande, porque siempre he pensado que es importante transmitir veracidad. Cuando tú cuentas algo que es verdad, es mucho más fácil. Yo cuento mucho de mi vida, no tengo problema en desnudarme, digamos, y contarle a la gente cómo me siento, que me ha dejado una novia, si me encuentro triste, si me encuentro contento, si estoy enamorado, si no lo estoy. Siempre lo cuento, porque yo creo que es muy importante plantarse en el escenario y contarle a la gente verdades, para que te entiendan, te escuchen y les llegue la canción.

P.- Cuando este programa se emita, vas a estar en México. Vais a empezar la gira americana después de haber vendido completamente los conciertos de la gira española. Sigues componiendo y eso no parece agotaros de ninguna manera. Al contrario, es como revivificador, la vida intensa que lleváis.

R.- Sí, no podemos parar. Es una vida como de tiburón, ¿sabes? En el momento en que pares, te mueres. Te quejas, del intenso trabajo, del estrés, de los viajes, de estar fuera de casa mucho tiempo, de no ver a tus hijos, pero es que llevo toda mi vida haciéndolo. No podría vivir sin arrastrar una maleta por un aeropuerto, sin llegar a hoteles. Es que es mi vida. Y sé que el día en que por cuestiones de salud, seguramente, o porque no me encuentre con fuerzas, deje de hacerlo, voy a sentir un vacío muy grande. Para mí es importantísimo estar en actividad permanentemente.

P.- ¿Qué ciudad os gusta más para tocar, que os transmita alguna energía especial?

R.- Madrid. A ver, no es justo tampoco. Hay ciudades que nos adoran. Tocar en la Ciudad de México, por ejemplo. En México hacemos conciertos para 40.000 personas, en todo México, en todo el país. En Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Tijuana, hemos hecho conciertos masivos. Hacemos el [festival] Vive Latino, por ejemplo, donde tenemos 90.000 personas como desquiciados cantando nuestras canciones, y luego hay ciudades que me encantan: Nueva York, Los Ángeles, Miami… En Lima tocamos en el Estadio Nacional, con 50.000 personas siempre. Es un público que tenemos de toda la vida, que nos adora. Pero tocar en Madrid es tocar en casa, y ahí están tus amigos, está toda tu vida, tu barrio, tu gente, tu familia. Siempre son conciertos especiales y también, gracias a Dios, nos quieren mucho en nuestra ciudad.

P.- Los chicos del bar Rowland, al que dedicasteis un disco, donde empezasteis.

R.- Ya no son tan chicos, pero bueno.

«Nunca quisimos engañar a nadie, siempre nos mostramos como éramos de verdad»

P.- América es muy importante para vosotros, sobre todo en estos últimos años, pero no solamente. ¿Quizá en los años 80 os entendieron mejor ese espíritu gamberro que teníais? Como que aquí había una imagen de niños más buenitos y más ñoños, quizá porque no entrabais en la vorágine de aquellos años. Y allí, sin embargo, escandalizaban, por ejemplo, esas letras con palabrotas.

R.- En América entendieron lo que éramos, que realmente éramos bastante gamberros. En ese momento de nuestra vida lo que nos interesaba era ligar con chicas, pasarlo bien, emborracharnos, divertirnos, era el objetivo principal de nuestra actividad. Y aquí, lo que te decía antes, como nosotros no nos poníamos crucifijos en las orejas ni nos poníamos los pelos de punta, ni engañábamos a nadie, porque todos esos lo que hacían era engañar a la gente. Muchos de esos que iban con las cazadoras de cuero y tal eran infinitamente más pijos de lo que nosotros fuimos nunca en la vida. Pero nosotros íbamos con una camiseta y un vaquero, igual que ahora. «Estos tíos son normales». Y entonces nos encasillaron en el mundo de que si somos pijos y tal. A ver, es un tema que ya me aburre y lo que no voy a hacer es estar justificándome toda la vida.

P.- La gente además se olvida de vuestros inicios punk, esos grupos, Residuos, Los Bonitos Redford.

R.- Nosotros no éramos, no lo hemos sido nunca, ni macarras ni pijos. Porque nosotros no éramos de ir a jugar al polo, ni a las regatas, ni íbamos a clubes sociales o así. Ni tampoco éramos barriobajeros, ni macarrillas de barrio. Éramos gente normal. Éramos gente del Parque de las Avenidas, que era un barrio de clase media. Y eso es lo que transmitíamos, porque, como te decía antes, nunca quisimos engañar a nadie, entonces siempre nos mostramos como éramos de verdad. Pero como te tienen que encasillar siempre en algo, pues te buscan un cajoncito para ti.

P.- Los «Beatles latinos», os llamaban en América.

R.- Efectivamente. Porque teníamos una vida muy parecida a lo que la gente ha visto en las películas de los Beatles. Teníamos multitudes de niñas gritando por la calle corriendo detrás de nosotros, y teníamos una vida un poquito agitada en ese sentido.

P.- ¿Qué fue más loco, haber hecho un concierto con Iron Maiden de espectadores o alguna de las anécdotas que también habéis contado alguna vez en América, en Colombia, actuar delante, en fiestas un poco raras, con narcos y todo?

R.- Lo de Iron Maiden es una anécdota casual. Ellos estaban aquí en Madrid promocionando un disco y alguien les llevó a un bar esa noche a tomar una copa. Bueno, alguien, mi amigo Paco Pérez Bryan, el marido de Luz Casal, que tenía el programa El Búho. Estuvo con ellos en el programa y luego se los llevó a tomar una copa un martes por la noche. No había nadie en el bar, muy poca gente, y nosotros tocábamos esa noche. Estábamos ahorrando para comprar una batería. Eso fue en el año 84.

Foto: Carmen Suárez

P.- Antes del primer álbum, que fue en el 85.

R.- Efectivamente. Y luego nos han pasado cosas… Nuestra vida entera era una anécdota surrealista.

P.- ¿La más loca que recuerdes, o una de ellas?

R.- Yo cuento muchas veces, porque eso me impresionó bastante, que en Perú, en el año 87, se me subió una niña por la fachada del hotel, hasta el piso 11 donde estaba yo, escalando por la fachada, agarrándose a tuberías y a balcones allí, pum, pum, pum, hasta llegar hasta mi habitación, y tocar en el cristal para que le firmara en un papelito.

P.- ¿Y qué hiciste?

R.- Esto a la una de la mañana. Yo estaba ya metido en la cama para dormirme, cuando oí ruidos en la ventana. Compartía con Dani la habitación. ¿Qué es eso? ¿Qué pasa? Y fuimos y la vimos ahí arriba enganchada. Abrimos la ventana y la metimos, en fin, no sé ni lo que le dije. Le firmé, por supuesto, y la mandé por el ascensor otra vez para abajo.

P.- No se me olvidará, hace muchísimos años, la primera vez que vi en televisión que os preguntaron de dónde viene el nombre Hombres G. Siempre has explicado que de los G-Men y la película de James Cagney, pero aquella vez, Javi contestó: «Porque somos unos gorrinos».

R.- Sí, Javi siempre… Pero sí, efectivamente, es por la película. Siempre he mantenido una relación del grupo con el cine. A mí me encanta el cine.

P.- Y las canciones ahí están: Lawrence de Arabia, Indiana Jones y muchas otras.

R.- Efectivamente. También hacía siempre las portadas de los discos –siempre las ideas así, digamos más creativas, las he aportado yo al grupo– y en ellas siempre quise relacionar el cine, y sobre todo el cine clásico, el cine negro y James Bond y los gángsters, James Cagney, Humphrey Bogart, todo ese cine negro americano, sobre todo al principio del grupo. Lo hacíamos como un juego, porque luego realmente no teníamos nada que ver, ni salíamos vestidos de gángsters ni nada, pero me gustaba ese rollo. El cine me sigue encantando. Ayer, por ejemplo, vi con mi mujer Eva al desnudo, que no la había visto ella.

«Mi padre siempre fue un perrito sin amo, nunca quiso casarse con nadie y por eso fue un poco injustamente tratado»

P.- Obra maestra.

R.- Claro, ella tiene 44 años, ha visto pocas películas en blanco y negro; le estoy poniendo todas esas grandes películas que yo he visto 20 veces pero que quiero que ella las vea. Quiero decir, que sigo siendo muy aficionado al cine, y por eso esa relación.

P.- También por tu padre, Manuel Summers. Él dirigió vuestras películas y fue un gran valedor vuestro. Recuerdo esa huelga, o bueno, esa manifestación delante del Ministerio de Cultura, como un entierro de la sardina, o un entierro del choco, porque no le habían dado la subvención para hacer Suéltate el pelo. ¿Fue incomprendido, tu padre?

R.- Siempre. Porque mi padre siempre fue un perrito sin amo. Él nunca quiso casarse con nadie ni meterse en ninguna pandillita de nada. Y por eso siempre fue un poco injustamente tratado, digamos, por los críticos y por las pandillitas que sigue habiendo ahora. A nosotros nos pasa un poco igual. A nosotros ahora nos están dando premios ya como a la vejez, pero nunca hemos sido reconocidos lo suficiente. Ten en cuenta que el grupo siempre ha tenido un éxito enorme, hemos vendido veinte millones de discos, hemos hecho casi cerca de cuatro mil conciertos por todo el mundo, hemos tenido una carrera impecable. Sin embargo no nos daban los Premios de la Música, no nos han dado Grammy, no nos han dado nada de eso, porque estamos fuera del sistema, porque no nos casamos con nadie. No somos lameculos de nadie y eso se paga en España. Se paga. Mi padre era igual.

P.- Y eso que tiene películas maravillosas: Del rosa al amarillo o Adiós, cigüeña, adiós son increíbles, o los dibujos que hacía.

R.- Mi padre era un genio, absolutamente. Cuando mi padre hacía películas no existían las subvenciones. Esas que estás comentando. En los años 60, 70, el empresario se la jugaba, apostaba por tu película y luego la taquilla era la que decía la verdad. No había plataformas de vídeo ni nada. Era todo taquilla. La película funcionaba en taquilla, te dejaban hacer otra, y él siempre hacía películas para que le dejaran hacer otra. Y otra y otra y otra. Entonces tenía que reaccionar. Cuando hacía una película que no funcionaba, pues cambiaba de rollo. Estaba luchando por su supervivencia, pero siempre con originalidad, imaginación y genialidad a raudales, porque era un fuera de serie.

P.- Y ese apellido que tengo entendido que llega a orígenes irlandeses, en el siglo XVIII ya hay un Summers en Kilkenny y luego en Londres y en Filipinas. ¿Cómo llegan esos súbditos del Imperio Británico a la Baja Andalucía, de donde es la saga de tu padre?

R.- Porque mi tatarabuelo, el padre de mi bisabuelo, era marino, no sé si militar o mercante, y lo trasladaban de un sitio a otro. En una de esas se fue a Filipinas. Se estableció allí en una colonia inglesa que había en Filipinas, eran ingleses, claro. Ya mi bisabuelo nació en Manila, y cuando España perdió Cuba y Filipinas, mi bisabuelo, que era pro-español, se vino a España. Ya mi abuelo nació en La Palma del Condado, en Huelva, y a partir de mi abuelo ya somos españoles. Gracias a Dios.

P.- Tu abuelo que fue gobernador civil también, ¿verdad?

R.- Fue gobernador civil de Huelva, de Granada, fue fiscal del Tribunal Supremo. Los Summers, o son abogados o son artistas.

David Summers. | Foto: Carmen Suárez

P.- Javi y tú os conocéis desde chiquititos. También desde pequeño con Dani. Rafa se unió muy poco tiempo después, de adolescente. Toda la vida juntos, como una familia. O al menos eso se ve. Pero incluso en las familias hay roces. ¿Ha habido alguna vez algún tipo de rivalidad o de pelea? No parece desde fuera.

R.- Es que no, porque…

P.- ¿Ni por chicas?

R.- ¡Por chicas menos todavía! No, no, no. A ver, nosotros éramos amigos antes de entrar en el grupo. En un grupo de amigos no hay líder, somos todos amigos de siempre. Todos sabemos cuál es el papel de cada uno en el grupo y todos sabemos lo que hacemos cada uno, y la relevancia que tenemos dentro del grupo. Eso es evidente. Pero lo llevamos con muchísima naturalidad, con muchísima generosidad. Nos queremos mucho, somos como hermanos y tanto ellos a mí como yo a ellos nos deseamos lo mejor que nos pase en la vida, entonces no tenemos problemas. Ten en cuenta que compartimos una gran afición, que es la música, y eso nos mantiene unidos y felices, porque la música es una droga que te engancha muchísimo. Mientras tengamos esa ilusión de hacer nuevas canciones, de preparar cosas, proyectos y tal, todo irá bien. Y además las cosas nos van bien. Cuando te van bien las cosas es más fácil. Claro, yo tengo asumido el rol de que soy el que compone las canciones y el que canta y que por eso soy a lo mejor un poquito más famoso, más conocido, pero ellos para mí son fundamentales. Son mis hermanos, la gente con la que comparto alegrías y tristezas y lo que haga falta.

P.- ¿Alguien ha hecho acto de contrición, es decir, se os han acercado y han dicho: «Me equivoqué con vosotros, lo siento, me alegro de haberme equivocado»?

R.- Sí. Sobre todo gente que nunca nos había visto en directo y nos ve por primera vez. Se quedan flipadísimos, porque el grupo en directo suena muy bien y es mucho más potente que lo que parece en los discos. Ten en cuenta que los discos son grabaciones muy antiguas, hechas por chavales que tenían 17 años, 18 años. En todos estos años hemos aprendido a tocar mucho mejor, y entonces gente que no te ha visto nunca en directo dice: «Joder, yo no me imaginaba que esto sonaba de esta manera y que tenía este poder». Y eso nos agrada, pero entendemos que habrá mucha gente que no. No todo el mundo ha visto a los hombres en directo. Les animo a que vengan, porque se lo van a pasar muy bien.

P.- Fuiste compositor autodidacta. No estudiaste música, hasta donde entiendo. Ahora que tu hijo se dedica a la música, ¿eres partidario de la formación académica o de la formación autodidacta? ¿Cómo es tu visión de eso?

R.- A ver, yo no he estudiado música, pero trabajo mucho. Cuando me meto a componer me meto en mi estudio a las ocho de la mañana. Además, me gusta. Mi padre siempre me decía: si quieres crear, levántate tempranito, porque por la mañana tu cabeza está más en ebullición. Y tenía razón. A mí me funciona muy bien madrugar. Me meto en mi estudio y trabajo y trabajo y trabajo, para para comer y trabajo y trabajo, hasta las ocho o nueve de la noche. Cuando estoy sumergido en el mundo de la música, de la composición, estoy con cinco canciones a la vez y estoy escribiendo cosas y cambiando y tal, soy una persona que no estoy para nada, o me puedes ni hablar. O sea, mi mujer me dice: «¿Holaaaa?». No hago caso de nada.

P.- Como el Golum con el anillo, dijo aquí mismo Diego Guerrero.

R.- Sí, estoy comiendo y no me entero de nada. Me da igual lo que me diga la tele, el Errejón y sus muertos, me da igual. Estoy en la cama, no puedo dormir, tengo insomnio porque estoy cambiando cosas de la canción. O sea, entro en una fase que a veces incluso es incómoda. Y muchas veces digo: tío, olvídate de esto ya por un momento, tienes que dormir, tienes que disfrutar, tienes que estar con amigos, tienes que hacer caso a tu mujer. Es como una especie de hipnosis. Pero bueno, es que es así, no lo puedo evitar.

P.- Ver a tu hijo dedicarse a la música, ¿eso te gusta? ¿Lo animas?

R.- Sí, pero yo le digo a Dani que tiene que entender que esto no es fácil. Que le pase lo mismo que le ha pasado a su padre, pues ojalá, pero no es frecuente. No es nada frecuente poder dedicarte a lo que yo me dedico y durante 40 años. Le digo que no pierda nunca la esperanza. Le digo lo que le diría a cualquier joven. Siempre que me preguntan: «Oye, ¿tú qué consejo le darías a un chaval que empieza?», siempre les digo lo mismo: no te rindas nunca. Porque van a intentar que te rindas. Te van a poner sillas por delante, te van a joder, te van a criticar, te van a hacer de todo. En el momento en que tú te rindas, se acabó. Y el día que tú dices: «Yo no puedo más con esto, me voy a dedicar a otra cosa, voy a poner un bar, voy a poner un estanco», ahí la jodiste.

«Compartimos una gran afición y eso nos mantiene unidos y felices, porque la música es una droga que te engancha muchísimo»

P.- A veces las críticas paralizan.

R.- Yo hago el ejercicio de no leer prácticamente nada de lo que dicen de mí, sea bueno o malo, de verdad te lo digo. Eso lo aprendí de Mick Jagger. Lo dijo en una entrevista en los años 70, Mick Jagger dijo: «Yo no leo nada de lo que dicen de mí y así puedo seguir mi camino». Tiene razón. Y ahora con el Twitter y con el Instagram es muy fácil caer en el vicio de leer.

P.- La dopamina…

R.- Yo no lo hago, no lo hago. Además, si me están viendo, que lo sepan. Hay mucha gente que dice: «Tío, es que no contestas nunca». Es que no leo. A lo mejor me pide alguien una entrevista por Instagram y veo la fecha y fue el año pasado, en febrero, y digo: «Oye, perdóname de verdad, pero es que soy un puñetero desastre».

P.- ¿Entonces por qué tienes redes? Porque sí las tienes.

R.- Las tengo por mi trabajo, para anunciar conciertos, si va la venta anticipada para que se anime un poquito, y meto un poquito de caña en Instagram o pongo tal, pero yo no hago ni caso. No tengo ni community manager ni nadie que me lleve redes. Pongo algo cuando me da la gana. Y hay muchas veces que aposta no pongo nada. Cuando, por ejemplo, estoy disfrutando con mi familia, con mi mujer, en un sitio precioso, en una playa acojonante, que es algo para mí muy exclusivo y muy personal, y no quiero que nadie más que yo lo vea. No quiero compartir eso con nadie. Cuando es mi vida personal y mi propia satisfacción, aunque sea acojonante, aunque sea una imagen increíble que provoca muchas envidias, me da igual. Yo no enseño nada que sea mío, ¿me entiendes? No me gusta.

P.- Y la relación de los cantantes de rock con el público femenino, aquellas chicas cocodrilo que se abalanzan, ¿eso ha cambiado? ¿Ha cambiado la manera de relacionarse con el público femenino? No sé si los tiempos que corren obligan a tomar ciertas precauciones.

R.- No creo que haya cambiado mucho. Para mí totalmente ha cambiado, porque yo ya no tengo ningún tipo de relaciones.

P.- ¿Por la edad?

R.- No, por la edad no. Me siguen tirando los tejos un montón. Lo que pasa es que ya no estoy en ese modo. Estoy feliz con mi mujer y no quiero de ninguna manera estropear eso para nada. Estoy en otra fase de mi vida. Pero no, no ha cambiado mucho. Las chicas se vuelven locas por los que están en un escenario, no sé por qué. Aunque seas feo, les da igual, estás ahí arriba y provoca una atracción.

«Las chicas se vuelven locas por los que están en un escenario, no sé por qué»

P.- No solamente por el escenario. Se hacen sentir cosas a través de las canciones, por supuesto.

R.- Yo siempre he pensado que no es una cuestión de tu físico. Hombre, si tienes buen físico, ayuda, por supuesto, pero es más lo que escribes, lo que cuentas, lo que dices, lo que ellas creen que eres a través de tus canciones. Eso es lo que provoca esa atracción. Más que tu cara, porque hay muchos artistas que no son muy agraciados y tienen tiene mucho éxito con las chicas.

P.- Y dibujas, igual que tu padre también. ¿Nunca se te ha ocurrido explotar más esa faceta?

R.- Nah, no, no. No soy tan bueno dibujando. Todos en mi familia dibujamos bien, todos. Mi hermano dibuja bien, mi hermana, yo. Mi padre era un dibujante espectacular, mi abuelo, que era fiscal, era un gran pintor. Tenemos muchos artistas en la familia de pintura y de dibujo. Mi hijo dibuja que es impresionante, pero no. Me gusta más la música.

P.- ¿Alguna recomendación de «sencillos placeres», algo que hayas visto, leído o disfrutado últimamente?

R.- No últimamente, porque fue hace un par de meses, pero vi Ripley, la serie en Netflix, y me encantó. Me gustó mucho la película en su día, pero me gustó más la serie.

P.- Hay varias películas, A pleno sol, con Alain Delon, que es el gran clásico, y luego la de Minghella con Matt Damon.

R.- Correcto, pero la serie me ha gustó muchísimo. Cada plano me parece una obra maestra. Me gusta mucho el cine bien hecho, o sea, el cine que te quiere enamorar con cada secuencia. No simplemente con la narración. Yo admiro mucho a los grandes narradores, como Hitchcock o como Coppola, Frank Capra o Lubitsch, todos los antiguos. Me encanta la manera de narrar que tienen, pero Ripley es que dices: joder macho, cada plano es una maravilla.

P.- ¿Cuál es tu director favorito, ya que hablas de cine? O tu peli favorita.

R.- A ver, Vittorio de Sica, Frank Capra, Hitchcock por supuesto, David Lynch… Es que joder, hay tantas buenas películas. Coppola. El Padrino es una película que puedo haber visto veinte veces fácilmente y que si ahora mismo estoy en casa y haciendo zapping empieza, me la vuelvo a poner. No podría vivir sin esa película. Pero en general, todos los buenos. El cine es como la música: solo hay dos tipos, el bueno y el malo. En la música pasa igual. Todos los géneros me valen si son buenos, si están bien hechos, si transmiten algo, si te llegan. Entonces escucho música clásica, jazz, rock and roll, pop, reggae, flamenco. Todo lo que me llega, me llega, y bienvenido.

P.- ¿Y de los grupos nuevos? ¿Escucha nueva música española y te fijas en los jóvenes que vienen?

R.- Poco, la verdad. No por nada, sino porque no tengo tiempo. Ya no me da más la cabeza ni la vida. Pero sí hay algunos. De hecho, ahora estamos haciendo una serie de colaboraciones con chavales. Estamos sacando singles de canciones de Hombres G compartidas con artistas que han nacido mientras los Hombres G estábamos tocando.

P.- Como Marta tiene un marcapasos con Reik, que suena súper bien.

R.- Por ejemplo. E hicimos con Morat hicimos Las chicas cocodrilo buenísimo, con Álvaro de Luna Suéltate el pelo, en fin, con un montón de artistas. Y la verdad que muy buen rollo con ellos. Con la intención también de acercarnos a los chavales de 25 años. Porque hacer colaboraciones con artistas de nuestra generación ya lo hemos hecho otras veces, ¿me entiendes?, pero nos gusta siempre mirar hacia los jóvenes. Nos sentimos jóvenes, siempre, toda la vida.

P.- ¿Y ellos qué dicen? ¿Cómo se toman esa experiencia?

R.- Ellos son fans nuestros, totalmente, flipados, todos quieren hacerlo, todos están emocionados de que les llamemos para trabajar con nosotros. A ver, no me parece tan chocante. A mí me llama, como me ha llamado, Albert Hammond, por ejemplo, para cantar con él, y me vuelvo loco. Yo adoro a Albert y es un tío de otra generación, pero hay artistas de generaciones anteriores a la mía que siguen siendo mis ídolos, y a estos les pasó un poco eso. Ellos nacieron y ya estaban escuchando a los Hombres G en su casa. Sus padres son fans. Muchos me dicen: «oye, hazte una foto conmigo, que mi padre va a flipar». Y son artistas muy potentes.

P.- David Summers, me ha encantado hablar contigo, te agradezco muchísimo que hayas venido.

R.- Nada, un placer de verdad.

P.- Que os vaya bien en América, como los toreros en temporada de invierno.

R.- Ahí está. Siempre nos va bien. La verdad es que la gente es maravillosa y nos quiere. Tenemos ahora México, luego volvemos a España, pero vamos otra vez para hacer un concierto en Los Ángeles el día 21 de diciembre. Espectacular: un festival con 90.000 personas en el estadio, increíble, y luego, muy bonito: cerramos en Madrid el día 31 de diciembre. Hacemos fiesta de Nochevieja bestial con Hombres G.

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 A sus 60 años, David Summers y su grupo, que antes de ser Hombres G eran amigos de infancia y juventud –Javi Molina, Dani Mezquita, Rafa  

A sus 60 años, David Summers y su grupo, que antes de ser Hombres G eran amigos de infancia y juventud –Javi Molina, Dani Mezquita, Rafa Gutiérrez–, llenan conciertos en España y en América con decenas de miles de personas. Lejos de apagarse, su llama se reaviva con nuevos fans, así que sus actuaciones se dan ante un coro entregado y febril de todas las edades. Lo mejor de Summers, sin embargo, es la naturalidad con que se toma el éxito, cómo huye de la pomposidad y asoma el descaro encantador aquel de su juventud. Siempre han hecho lo que les ha dado la gana y llevan cuatro décadas triunfando. ¿Qué más se puede pedir? Es un placer entrevistar a gente, más que normal –como él presume–, feliz.

PREGUNTA.- ¿Cuántas veces te has acordado de tu padre, que te decía «No te veo con 60 años cantando Sufre, mamón»? Aquí llegaron los 60.

RESPUESTA. Tenía razón, porque en aquella época los grupos no duraban nada. Unos duraban dos años, tres años, se iba uno a la mili y se iba el grupo al carajo. O sea, no tenían esa longevidad que algunos como nosotros hemos conseguido mantener. Mi padre estaba un poco preocupado. Él estaba contento de que yo hiciera canciones, que fuera una persona creativa y que usara mi imaginación para para vivir, como él, pero me decía: «Tío, búscate algo que sea un poco más consistente, más sólido».

P.- ¿En qué pensaba él, si no era la música?

R.- Quería que estudiara una carrera. Yo empecé a estudiar Imagen y Sonido porque quería ser director de cine, igual que él. Pero yo le dije a mi exmujer: «No me dejes nunca salir al escenario con 50 años a cantar Sufre, mamón», porque estaba viendo que iba a llegar. Y llegó el día que cumplí 50 años y justo tuve concierto. Bueno, eso no es tan raro, porque tenemos tantos conciertos que han coincidido muchas veces en mi cumple. Me acuerdo de que tocábamos en Valencia, en la plaza de toros, y antes de cantar la canción lo dije por el micro: «Le había prometido a mi mujer que no iba a cantar Sufre, mamón [Devuélveme a mi chica] con 50 años, pero hoy tengo 50 años y la voy a cantar ahora mismo».

P.- Y la vas a seguir cantando, por lo que se ve.

R.- Ahora tengo 60 y la canto todas las noches.

P.- ¿Se siente mejor uno de rockero a los 60 o a los 20?

R.- Yo es que nunca he llevado ese personaje de rockero conmigo. Nunca le he dado esa trascendencia. Para mí lo nuestro es un oficio muy bonito, escribir canciones, poder cantarlas por ahí, por todo el mundo, y me parece que es un trabajo que es un privilegio. Pero siempre he querido desmitificar ese rollo de los rockeros, las tribus y esas tonterías. Yo soy un tío que tiene una guitarra en casa, al que se le ocurren melodías, que escribe letras y canciones bonitas y ya está. Me refiero a esos rollos del «sexo, drogas y rock and roll» y todas esas gilipolleces. Ahora mismo mi vida es dieta, ejercicio y rock and roll.

«Me encantan los niños, me encanta verles como locos cantando las canciones, o cómo entran en el camerino emocionados a abrazarme»

P.- Como los Rolling Stones, Mick Jagger así es como sobrevive en el escenario.

R.- Porque como me gusta tanto lo que hago, quiero alargar mi vida laboral. Quiero encontrarme bien, quiero salir al escenario cada noche y sentir que las piernas me aguantan y, sobre todo, que el estrés no acaba conmigo. Por eso hago ejercicio, por eso intento cuidarme, porque antes no lo hacía y podía hacerlo, pero ahora necesito cuidarme para poder hacer mi trabajo.

P.- Mi hija, que casi va a cumplir 15 años, hace un par de años fue con sus amigos de la playa a ver esa película que se basa en vuestras canciones, Voy a pasármelo bien. Los padres los acompañamos y fuimos testigos de algo muy bonito, porque aunque en casa sonaban esas canciones, ella no les había prestado atención, y de pronto esa generación ve despertarse en ellos algo que nosotros también sentimos justo, justo a esa edad de ellos. No sé si vosotros encima del escenario veis eso, cómo va cambiando el público, cómo va bien viniendo gente joven, esa energía que se va renovando…

R.- Claro, por supuesto que sí. Ahora vemos que las primeras filas son todo niños de 10, 12, 13 años, preadolescentes, y es todas las noches, no solo en España, sino también en América, en todas partes. Lo de la película ha sido un gran acierto en ese sentido, porque además se hizo con esa intención. Se hizo con la intención de enganchar a los niños, de que los niños conocieran estas canciones y conocieran nuestra historia, porque ya en los años 80 teníamos un público de niños enorme. Yo pensé: seguro que a los niños de ahora les pones Las chicas cocodrilo o Voy a pasármelo bien y entran igual que entraron en los años 80. Lo hicimos con esa intención y funcionó la idea. Y a mí me encantan los niños, me encanta verles como locos cantando las canciones, o cómo entran en el camerino emocionados a abrazarme. Fíjate, con 60 años que tengo y que me pasen estas cosas me parece maravilloso.

P.- ¿Cuál crees que es el secreto de esas canciones, que siguen renovándose en el entusiasmo de las generaciones?

R.- Hombre, yo creo que son muy bonitas, transmiten muy buen rollo. Son canciones que en su día se hicieron también huyendo de las modas. Nosotros ya en los años 80 no queríamos ser un grupito de los años 80, huíamos de la moda de entonces, de aquellos tecladitos y los peinaditos y las tonterías que hacían en los 80, que iban todos como si fuera todos los días Halloween. Nosotros queríamos ser gente igual que ahora, queríamos ser gente normal y sencilla, y comunicarnos con el público de una manera lo más natural posible. Nuestras canciones no están sujetas. Tú oyes ahora Sufre, mamón y no te suena ochentera. Te recuerda quizá a los años 80 porque la escuchaste en aquella época, cuando ibas a la universidad o al colegio, y la música tiene un poder evocativo que te localiza las épocas de tu vida, pero realmente la canción no es ochentera, no está hecha con esos parámetros de producción y con esos sonidos, y entonces consigue resistir el paso del tiempo, porque es completamente atemporal. Y como ella, casi todas las demás de Hombres G.

P.- ¿Hay canciones que antes funcionaban más y veis que ahora funcionan peor y entonces la cantáis menos o viceversa, canciones que antes no funcionaban y ahora sí, o todas funcionan?

R.- Los grandes clásicos funcionan toda la vida. Sufre mamón, que estamos hablando de ella. Yo de verdad creo que he hecho canciones más bonitas que Sufre, mamón, que es una canción muy sencilla, muy intrascendente, pero el poder que tiene esa canción es algo que se me escapa a mí, a mi propio entendimiento. Ahora mismo estamos tú y yo hablando y hay millones de personas escuchando una canción. Yo veo las escuchas de Spotify y en Sufre, mamón crecen casi cinco o seis millones cada semana.

David Summers. | Foto: Carmen Suárez

P.- Es tremenda esa cifra, cinco o seis millones a la semana, no se puede creer.

R.- No, no, es impresionante.

P.- La chica que inspiró esa canción fue una novia tuya, Macu…

R.- Todas mis canciones tienen un componente biográfico grande, porque siempre he pensado que es importante transmitir veracidad. Cuando tú cuentas algo que es verdad, es mucho más fácil. Yo cuento mucho de mi vida, no tengo problema en desnudarme, digamos, y contarle a la gente cómo me siento, que me ha dejado una novia, si me encuentro triste, si me encuentro contento, si estoy enamorado, si no lo estoy. Siempre lo cuento, porque yo creo que es muy importante plantarse en el escenario y contarle a la gente verdades, para que te entiendan, te escuchen y les llegue la canción.

P.- Cuando este programa se emita, vas a estar en México. Vais a empezar la gira americana después de haber vendido completamente los conciertos de la gira española. Sigues componiendo y eso no parece agotaros de ninguna manera. Al contrario, es como revivificador, la vida intensa que lleváis.

R.- Sí, no podemos parar. Es una vida como de tiburón, ¿sabes? En el momento en que pares, te mueres. Te quejas, del intenso trabajo, del estrés, de los viajes, de estar fuera de casa mucho tiempo, de no ver a tus hijos, pero es que llevo toda mi vida haciéndolo. No podría vivir sin arrastrar una maleta por un aeropuerto, sin llegar a hoteles. Es que es mi vida. Y sé que el día en que por cuestiones de salud, seguramente, o porque no me encuentre con fuerzas, deje de hacerlo, voy a sentir un vacío muy grande. Para mí es importantísimo estar en actividad permanentemente.

P.- ¿Qué ciudad os gusta más para tocar, que os transmita alguna energía especial?

R.- Madrid. A ver, no es justo tampoco. Hay ciudades que nos adoran. Tocar en la Ciudad de México, por ejemplo. En México hacemos conciertos para 40.000 personas, en todo México, en todo el país. En Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Tijuana, hemos hecho conciertos masivos. Hacemos el [festival] Vive Latino, por ejemplo, donde tenemos 90.000 personas como desquiciados cantando nuestras canciones, y luego hay ciudades que me encantan: Nueva York, Los Ángeles, Miami… En Lima tocamos en el Estadio Nacional, con 50.000 personas siempre. Es un público que tenemos de toda la vida, que nos adora. Pero tocar en Madrid es tocar en casa, y ahí están tus amigos, está toda tu vida, tu barrio, tu gente, tu familia. Siempre son conciertos especiales y también, gracias a Dios, nos quieren mucho en nuestra ciudad.

P.- Los chicos del bar Rowland, al que dedicasteis un disco, donde empezasteis.

R.- Ya no son tan chicos, pero bueno.

«Nunca quisimos engañar a nadie, siempre nos mostramos como éramos de verdad»

P.- América es muy importante para vosotros, sobre todo en estos últimos años, pero no solamente. ¿Quizá en los años 80 os entendieron mejor ese espíritu gamberro que teníais? Como que aquí había una imagen de niños más buenitos y más ñoños, quizá porque no entrabais en la vorágine de aquellos años. Y allí, sin embargo, escandalizaban, por ejemplo, esas letras con palabrotas.

R.- En América entendieron lo que éramos, que realmente éramos bastante gamberros. En ese momento de nuestra vida lo que nos interesaba era ligar con chicas, pasarlo bien, emborracharnos, divertirnos, era el objetivo principal de nuestra actividad. Y aquí, lo que te decía antes, como nosotros no nos poníamos crucifijos en las orejas ni nos poníamos los pelos de punta, ni engañábamos a nadie, porque todos esos lo que hacían era engañar a la gente. Muchos de esos que iban con las cazadoras de cuero y tal eran infinitamente más pijos de lo que nosotros fuimos nunca en la vida. Pero nosotros íbamos con una camiseta y un vaquero, igual que ahora. «Estos tíos son normales». Y entonces nos encasillaron en el mundo de que si somos pijos y tal. A ver, es un tema que ya me aburre y lo que no voy a hacer es estar justificándome toda la vida.

P.- La gente además se olvida de vuestros inicios punk, esos grupos, Residuos, Los Bonitos Redford.

R.- Nosotros no éramos, no lo hemos sido nunca, ni macarras ni pijos. Porque nosotros no éramos de ir a jugar al polo, ni a las regatas, ni íbamos a clubes sociales o así. Ni tampoco éramos barriobajeros, ni macarrillas de barrio. Éramos gente normal. Éramos gente del Parque de las Avenidas, que era un barrio de clase media. Y eso es lo que transmitíamos, porque, como te decía antes, nunca quisimos engañar a nadie, entonces siempre nos mostramos como éramos de verdad. Pero como te tienen que encasillar siempre en algo, pues te buscan un cajoncito para ti.

P.- Los «Beatles latinos», os llamaban en América.

R.- Efectivamente. Porque teníamos una vida muy parecida a lo que la gente ha visto en las películas de los Beatles. Teníamos multitudes de niñas gritando por la calle corriendo detrás de nosotros, y teníamos una vida un poquito agitada en ese sentido.

P.- ¿Qué fue más loco, haber hecho un concierto con Iron Maiden de espectadores o alguna de las anécdotas que también habéis contado alguna vez en América, en Colombia, actuar delante, en fiestas un poco raras, con narcos y todo?

R.- Lo de Iron Maiden es una anécdota casual. Ellos estaban aquí en Madrid promocionando un disco y alguien les llevó a un bar esa noche a tomar una copa. Bueno, alguien, mi amigo Paco Pérez Bryan, el marido de Luz Casal, que tenía el programa El Búho. Estuvo con ellos en el programa y luego se los llevó a tomar una copa un martes por la noche. No había nadie en el bar, muy poca gente, y nosotros tocábamos esa noche. Estábamos ahorrando para comprar una batería. Eso fue en el año 84.

Foto: Carmen Suárez

P.- Antes del primer álbum, que fue en el 85.

R.- Efectivamente. Y luego nos han pasado cosas… Nuestra vida entera era una anécdota surrealista.

P.- ¿La más loca que recuerdes, o una de ellas?

R.- Yo cuento muchas veces, porque eso me impresionó bastante, que en Perú, en el año 87, se me subió una niña por la fachada del hotel, hasta el piso 11 donde estaba yo, escalando por la fachada, agarrándose a tuberías y a balcones allí, pum, pum, pum, hasta llegar hasta mi habitación, y tocar en el cristal para que le firmara en un papelito.

P.- ¿Y qué hiciste?

R.- Esto a la una de la mañana. Yo estaba ya metido en la cama para dormirme, cuando oí ruidos en la ventana. Compartía con Dani la habitación. ¿Qué es eso? ¿Qué pasa? Y fuimos y la vimos ahí arriba enganchada. Abrimos la ventana y la metimos, en fin, no sé ni lo que le dije. Le firmé, por supuesto, y la mandé por el ascensor otra vez para abajo.

P.- No se me olvidará, hace muchísimos años, la primera vez que vi en televisión que os preguntaron de dónde viene el nombre Hombres G. Siempre has explicado que de los G-Men y la película de James Cagney, pero aquella vez, Javi contestó: «Porque somos unos gorrinos».

R.- Sí, Javi siempre… Pero sí, efectivamente, es por la película. Siempre he mantenido una relación del grupo con el cine. A mí me encanta el cine.

P.- Y las canciones ahí están: Lawrence de Arabia, Indiana Jones y muchas otras.

R.- Efectivamente. También hacía siempre las portadas de los discos –siempre las ideas así, digamos más creativas, las he aportado yo al grupo– y en ellas siempre quise relacionar el cine, y sobre todo el cine clásico, el cine negro y James Bond y los gángsters, James Cagney, Humphrey Bogart, todo ese cine negro americano, sobre todo al principio del grupo. Lo hacíamos como un juego, porque luego realmente no teníamos nada que ver, ni salíamos vestidos de gángsters ni nada, pero me gustaba ese rollo. El cine me sigue encantando. Ayer, por ejemplo, vi con mi mujer Eva al desnudo, que no la había visto ella.

«Mi padre siempre fue un perrito sin amo, nunca quiso casarse con nadie y por eso fue un poco injustamente tratado»

P.- Obra maestra.

R.- Claro, ella tiene 44 años, ha visto pocas películas en blanco y negro; le estoy poniendo todas esas grandes películas que yo he visto 20 veces pero que quiero que ella las vea. Quiero decir, que sigo siendo muy aficionado al cine, y por eso esa relación.

P.- También por tu padre, Manuel Summers. Él dirigió vuestras películas y fue un gran valedor vuestro. Recuerdo esa huelga, o bueno, esa manifestación delante del Ministerio de Cultura, como un entierro de la sardina, o un entierro del choco, porque no le habían dado la subvención para hacer Suéltate el pelo. ¿Fue incomprendido, tu padre?

R.- Siempre. Porque mi padre siempre fue un perrito sin amo. Él nunca quiso casarse con nadie ni meterse en ninguna pandillita de nada. Y por eso siempre fue un poco injustamente tratado, digamos, por los críticos y por las pandillitas que sigue habiendo ahora. A nosotros nos pasa un poco igual. A nosotros ahora nos están dando premios ya como a la vejez, pero nunca hemos sido reconocidos lo suficiente. Ten en cuenta que el grupo siempre ha tenido un éxito enorme, hemos vendido veinte millones de discos, hemos hecho casi cerca de cuatro mil conciertos por todo el mundo, hemos tenido una carrera impecable. Sin embargo no nos daban los Premios de la Música, no nos han dado Grammy, no nos han dado nada de eso, porque estamos fuera del sistema, porque no nos casamos con nadie. No somos lameculos de nadie y eso se paga en España. Se paga. Mi padre era igual.

P.- Y eso que tiene películas maravillosas: Del rosa al amarillo o Adiós, cigüeña, adiós son increíbles, o los dibujos que hacía.

R.- Mi padre era un genio, absolutamente. Cuando mi padre hacía películas no existían las subvenciones. Esas que estás comentando. En los años 60, 70, el empresario se la jugaba, apostaba por tu película y luego la taquilla era la que decía la verdad. No había plataformas de vídeo ni nada. Era todo taquilla. La película funcionaba en taquilla, te dejaban hacer otra, y él siempre hacía películas para que le dejaran hacer otra. Y otra y otra y otra. Entonces tenía que reaccionar. Cuando hacía una película que no funcionaba, pues cambiaba de rollo. Estaba luchando por su supervivencia, pero siempre con originalidad, imaginación y genialidad a raudales, porque era un fuera de serie.

P.- Y ese apellido que tengo entendido que llega a orígenes irlandeses, en el siglo XVIII ya hay un Summers en Kilkenny y luego en Londres y en Filipinas. ¿Cómo llegan esos súbditos del Imperio Británico a la Baja Andalucía, de donde es la saga de tu padre?

R.-Porque mi tatarabuelo, el padre de mi bisabuelo, era marino, no sé si militar o mercante, y lo trasladaban de un sitio a otro. En una de esas se fue a Filipinas. Se estableció allí en una colonia inglesa que había en Filipinas, eran ingleses, claro. Ya mi bisabuelo nació en Manila, y cuando España perdió Cuba y Filipinas, mi bisabuelo, que era pro-español, se vino a España. Ya mi abuelo nació en La Palma del Condado, en Huelva, y a partir de mi abuelo ya somos españoles. Gracias a Dios.

P.- Tu abuelo que fue gobernador civil también, ¿verdad?

R.- Fue gobernador civil de Huelva, de Granada, fue fiscal del Tribunal Supremo. Los Summers, o son abogados o son artistas.

David Summers. | Foto: Carmen Suárez

P.- Javi y tú os conocéis desde chiquititos. También desde pequeño con Dani. Rafa se unió muy poco tiempo después, de adolescente. Toda la vida juntos, como una familia. O al menos eso se ve. Pero incluso en las familias hay roces. ¿Ha habido alguna vez algún tipo de rivalidad o de pelea? No parece desde fuera.

R.- Es que no, porque…

P.- ¿Ni por chicas?

R.- ¡Por chicas menos todavía! No, no, no. A ver, nosotros éramos amigos antes de entrar en el grupo. En un grupo de amigos no hay líder, somos todos amigos de siempre. Todos sabemos cuál es el papel de cada uno en el grupo y todos sabemos lo que hacemos cada uno, y la relevancia que tenemos dentro del grupo. Eso es evidente. Pero lo llevamos con muchísima naturalidad, con muchísima generosidad. Nos queremos mucho, somos como hermanos y tanto ellos a mí como yo a ellos nos deseamos lo mejor que nos pase en la vida, entonces no tenemos problemas. Ten en cuenta que compartimos una gran afición, que es la música, y eso nos mantiene unidos y felices, porque la música es una droga que te engancha muchísimo. Mientras tengamos esa ilusión de hacer nuevas canciones, de preparar cosas, proyectos y tal, todo irá bien. Y además las cosas nos van bien. Cuando te van bien las cosas es más fácil. Claro, yo tengo asumido el rol de que soy el que compone las canciones y el que canta y que por eso soy a lo mejor un poquito más famoso, más conocido, pero ellos para mí son fundamentales. Son mis hermanos, la gente con la que comparto alegrías y tristezas y lo que haga falta.

P.- ¿Alguien ha hecho acto de contrición, es decir, se os han acercado y han dicho: «Me equivoqué con vosotros, lo siento, me alegro de haberme equivocado»?

R.- Sí. Sobre todo gente que nunca nos había visto en directo y nos ve por primera vez. Se quedan flipadísimos, porque el grupo en directo suena muy bien y es mucho más potente que lo que parece en los discos. Ten en cuenta que los discos son grabaciones muy antiguas, hechas por chavales que tenían 17 años, 18 años. En todos estos años hemos aprendido a tocar mucho mejor, y entonces gente que no te ha visto nunca en directo dice: «Joder, yo no me imaginaba que esto sonaba de esta manera y que tenía este poder». Y eso nos agrada, pero entendemos que habrá mucha gente que no. No todo el mundo ha visto a los hombres en directo. Les animo a que vengan, porque se lo van a pasar muy bien.

P.- Fuiste compositor autodidacta. No estudiaste música, hasta donde entiendo. Ahora que tu hijo se dedica a la música, ¿eres partidario de la formación académica o de la formación autodidacta? ¿Cómo es tu visión de eso?

R.- A ver, yo no he estudiado música, pero trabajo mucho. Cuando me meto a componer me meto en mi estudio a las ocho de la mañana. Además, me gusta. Mi padre siempre me decía: si quieres crear, levántate tempranito, porque por la mañana tu cabeza está más en ebullición. Y tenía razón. A mí me funciona muy bien madrugar. Me meto en mi estudio y trabajo y trabajo y trabajo, para para comer y trabajo y trabajo, hasta las ocho o nueve de la noche. Cuando estoy sumergido en el mundo de la música, de la composición, estoy con cinco canciones a la vez y estoy escribiendo cosas y cambiando y tal, soy una persona que no estoy para nada, o me puedes ni hablar. O sea, mi mujer me dice: «¿Holaaaa?». No hago caso de nada.

P.- Como el Golum con el anillo, dijo aquí mismo Diego Guerrero.

R.- Sí, estoy comiendo y no me entero de nada. Me da igual lo que me diga la tele, el Errejón y sus muertos, me da igual. Estoy en la cama, no puedo dormir, tengo insomnio porque estoy cambiando cosas de la canción. O sea, entro en una fase que a veces incluso es incómoda. Y muchas veces digo: tío, olvídate de esto ya por un momento, tienes que dormir, tienes que disfrutar, tienes que estar con amigos, tienes que hacer caso a tu mujer. Es como una especie de hipnosis. Pero bueno, es que es así, no lo puedo evitar.

P.- Ver a tu hijo dedicarse a la música, ¿eso te gusta? ¿Lo animas?

R.- Sí, pero yo le digo a Dani que tiene que entender que esto no es fácil. Que le pase lo mismo que le ha pasado a su padre, pues ojalá, pero no es frecuente. No es nada frecuente poder dedicarte a lo que yo me dedico y durante 40 años. Le digo que no pierda nunca la esperanza. Le digo lo que le diría a cualquier joven. Siempre que me preguntan: «Oye, ¿tú qué consejo le darías a un chaval que empieza?», siempre les digo lo mismo: no te rindas nunca. Porque van a intentar que te rindas. Te van a poner sillas por delante, te van a joder, te van a criticar, te van a hacer de todo. En el momento en que tú te rindas, se acabó. Y el día que tú dices: «Yo no puedo más con esto, me voy a dedicar a otra cosa, voy a poner un bar, voy a poner un estanco», ahí la jodiste.

«Compartimos una gran afición y eso nos mantiene unidos y felices, porque la música es una droga que te engancha muchísimo»

P.- A veces las críticas paralizan.

R.- Yo hago el ejercicio de no leer prácticamente nada de lo que dicen de mí, sea bueno o malo, de verdad te lo digo. Eso lo aprendí de Mick Jagger. Lo dijo en una entrevista en los años 70, Mick Jagger dijo: «Yo no leo nada de lo que dicen de mí y así puedo seguir mi camino». Tiene razón. Y ahora con el Twitter y con el Instagram es muy fácil caer en el vicio de leer.

P.- La dopamina…

R.- Yo no lo hago, no lo hago. Además, si me están viendo, que lo sepan. Hay mucha gente que dice: «Tío, es que no contestas nunca». Es que no leo. A lo mejor me pide alguien una entrevista por Instagram y veo la fecha y fue el año pasado, en febrero, y digo: «Oye, perdóname de verdad, pero es que soy un puñetero desastre».

P.- ¿Entonces por qué tienes redes? Porque sí las tienes.

R.- Las tengo por mi trabajo, para anunciar conciertos, si va la venta anticipada para que se anime un poquito, y meto un poquito de caña en Instagram o pongo tal, pero yo no hago ni caso. No tengo ni community manager ni nadie que me lleve redes. Pongo algo cuando me da la gana. Y hay muchas veces que aposta no pongo nada. Cuando, por ejemplo, estoy disfrutando con mi familia, con mi mujer, en un sitio precioso, en una playa acojonante, que es algo para mí muy exclusivo y muy personal, y no quiero que nadie más que yo lo vea. No quiero compartir eso con nadie. Cuando es mi vida personal y mi propia satisfacción, aunque sea acojonante, aunque sea una imagen increíble que provoca muchas envidias, me da igual. Yo no enseño nada que sea mío, ¿me entiendes? No me gusta.

P.- Y la relación de los cantantes de rock con el público femenino, aquellas chicas cocodrilo que se abalanzan, ¿eso ha cambiado? ¿Ha cambiado la manera de relacionarse con el público femenino? No sé si los tiempos que corren obligan a tomar ciertas precauciones.

R.- No creo que haya cambiado mucho. Para mí totalmente ha cambiado, porque yo ya no tengo ningún tipo de relaciones.

P.- ¿Por la edad?

R.- No, por la edad no. Me siguen tirando los tejos un montón. Lo que pasa es que ya no estoy en ese modo. Estoy feliz con mi mujer y no quiero de ninguna manera estropear eso para nada. Estoy en otra fase de mi vida. Pero no, no ha cambiado mucho. Las chicas se vuelven locas por los que están en un escenario, no sé por qué. Aunque seas feo, les da igual, estás ahí arriba y provoca una atracción.

«Las chicas se vuelven locas por los que están en un escenario, no sé por qué»

P.- No solamente por el escenario. Se hacen sentir cosas a través de las canciones, por supuesto.

R.- Yo siempre he pensado que no es una cuestión de tu físico. Hombre, si tienes buen físico, ayuda, por supuesto, pero es más lo que escribes, lo que cuentas, lo que dices, lo que ellas creen que eres a través de tus canciones. Eso es lo que provoca esa atracción. Más que tu cara, porque hay muchos artistas que no son muy agraciados y tienen tiene mucho éxito con las chicas.

P.- Y dibujas, igual que tu padre también. ¿Nunca se te ha ocurrido explotar más esa faceta?

R.- Nah, no, no. No soy tan bueno dibujando. Todos en mi familia dibujamos bien, todos. Mi hermano dibuja bien, mi hermana, yo. Mi padre era un dibujante espectacular, mi abuelo, que era fiscal, era un gran pintor. Tenemos muchos artistas en la familia de pintura y de dibujo. Mi hijo dibuja que es impresionante, pero no. Me gusta más la música.

P.- ¿Alguna recomendación de «sencillos placeres», algo que hayas visto, leído o disfrutado últimamente?

R.- No últimamente, porque fue hace un par de meses, pero vi Ripley, la serie en Netflix, y me encantó. Me gustó mucho la película en su día, pero me gustó más la serie.

P.- Hay varias películas, A pleno sol, con Alain Delon, que es el gran clásico, y luego la de Minghella con Matt Damon.

R.- Correcto, pero la serie me ha gustó muchísimo. Cada plano me parece una obra maestra. Me gusta mucho el cine bien hecho, o sea, el cine que te quiere enamorar con cada secuencia. No simplemente con la narración. Yo admiro mucho a los grandes narradores, como Hitchcock o como Coppola, Frank Capra o Lubitsch, todos los antiguos. Me encanta la manera de narrar que tienen, pero Ripley es que dices: joder macho, cada plano es una maravilla.

P.- ¿Cuál es tu director favorito, ya que hablas de cine? O tu peli favorita.

R.- A ver, Vittorio de Sica, Frank Capra, Hitchcock por supuesto, David Lynch… Es que joder, hay tantas buenas películas. Coppola. El Padrino es una película que puedo haber visto veinte veces fácilmente y que si ahora mismo estoy en casa y haciendo zapping empieza, me la vuelvo a poner. No podría vivir sin esa película. Pero en general, todos los buenos. El cine es como la música: solo hay dos tipos, el bueno y el malo. En la música pasa igual. Todos los géneros me valen si son buenos, si están bien hechos, si transmiten algo, si te llegan. Entonces escucho música clásica, jazz, rock and roll, pop, reggae, flamenco. Todo lo que me llega, me llega, y bienvenido.

P.- ¿Y de los grupos nuevos? ¿Escucha nueva música española y te fijas en los jóvenes que vienen?

R.- Poco, la verdad. No por nada, sino porque no tengo tiempo. Ya no me da más la cabeza ni la vida. Pero sí hay algunos. De hecho, ahora estamos haciendo una serie de colaboraciones con chavales. Estamos sacando singles de canciones de Hombres G compartidas con artistas que han nacido mientras los Hombres G estábamos tocando.

P.- Como Marta tiene un marcapasos con Reik, que suena súper bien.

R.- Por ejemplo. E hicimos con Morat hicimos Las chicas cocodrilo buenísimo, con Álvaro de Luna Suéltate el pelo, en fin, con un montón de artistas. Y la verdad que muy buen rollo con ellos. Con la intención también de acercarnos a los chavales de 25 años. Porque hacer colaboraciones con artistas de nuestra generación ya lo hemos hecho otras veces, ¿me entiendes?, pero nos gusta siempre mirar hacia los jóvenes. Nos sentimos jóvenes, siempre, toda la vida.

P.- ¿Y ellos qué dicen? ¿Cómo se toman esa experiencia?

R.- Ellos son fans nuestros, totalmente, flipados, todos quieren hacerlo, todos están emocionados de que les llamemos para trabajar con nosotros. A ver, no me parece tan chocante. A mí me llama, como me ha llamado, Albert Hammond, por ejemplo, para cantar con él, y me vuelvo loco. Yo adoro a Albert y es un tío de otra generación, pero hay artistas de generaciones anteriores a la mía que siguen siendo mis ídolos, y a estos les pasó un poco eso. Ellos nacieron y ya estaban escuchando a los Hombres G en su casa. Sus padres son fans. Muchos me dicen: «oye, hazte una foto conmigo, que mi padre va a flipar». Y son artistas muy potentes.

P.- David Summers, me ha encantado hablar contigo, te agradezco muchísimo que hayas venido.

R.- Nada, un placer de verdad.

P.- Que os vaya bien en América, como los toreros en temporada de invierno.

R.- Ahí está. Siempre nos va bien. La verdad es que la gente es maravillosa y nos quiere. Tenemos ahora México, luego volvemos a España, pero vamos otra vez para hacer un concierto en Los Ángeles el día 21 de diciembre. Espectacular: un festival con 90.000 personas en el estadio, increíble, y luego, muy bonito: cerramos en Madrid el día 31 de diciembre. Hacemos fiesta de Nochevieja bestial con Hombres G.

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