La espera ha valido la pena. ¿De qué? Pues del nuevo y ampliado cómic del autor australiano Simon Hanselmann, titulado Café Romántica (Fulgencio Pimentel, 2025).
Simon Hanselmann nació en 1981 en Launceston, Tasmania, la ciudad con el mayor índice de criminalidad de Australia. Su infancia estuvo marcada por el abandono de su padre, un motero ausente, y la crianza a cargo de su madre, adicta a la heroína. A los ocho años ya había creado su primer fanzine, un temprano indicio de la necesidad de plasmar su universo interior en imágenes. La adolescencia no fue más amable: enfrentó episodios de ansiedad y depresión que lo llevaron a terapia, aunque encontró refugio en el alcohol y las drogas psicotrópicas.
En 2008, se mudó a Melbourne con su amigo HTML Flowers, y fue allí donde dio vida a Megg y Mogg, los personajes que lo catapultaron a la fama dentro del cómic underground. Con un estilo irreverente y una mirada descarnada sobre la vida cotidiana, Hanselmann consolidó su éxito y se convirtió en una voz imprescindible dentro del género. En sus propias palabras, es simplemente «un enfermo mental que dibuja pequeñas imágenes secuenciales de brujas y gatos para ganarse la vida».

Este nuevo título, Café Romántica, rememora un local mítico de Melbourne donde el autor y su amigo HTML Flowers iban a ver el mundo fuera de sus tebeos, jugar billar y tomar cerveza artesanal rodeados de una fauna propia de la noche hedonista. En esta recopilación perfectamente cuidada por la editorial riojana Fulgencio Pimentel y la traducción de Alberto García Marcos y César Sánchez, nos regala una especie de arqueología personal y artística del autor. El libro recopila, en 400 páginas, sus primeros fanzines y relatos dispersos, trazando un mapa de su evolución como creador entre 2010 y 2024. Lo que se encuentra en estas páginas es auténtico, un viaje que atraviesa la rabia, la melancolía y una belleza inesperada en medio del caos.
La portada, un homenaje a la elegancia de Bryan Ferry en Another Time, Another Place (1974), es solo el primer indicio de la sofisticación disfrazada de desmadre que se esconde en su interior. Esta versión, especial para España, se erige como una obra imprescindible tanto para los seguidores acérrimos del autor como para nuevos lectores que deseen sumergirse en profundidad en el universo de Hanselmann, repleto de humor negro, surrealismo y personajes inolvidables.
En Café Romántica sigue la vida de Megg una bruja autodestructiva y vulnerable –protagnista de una reinterpretación de la portada del disco Live Through This de Hole–; a Mogg, un gato drogadicto con cero remordimientos; Búho, el personaje más cercano a la normalidad, autoconsciente y, en consecuencia, atormentado consigo mismo. Por último, Werewolf Jones, un perro absurdo, pornográfico y trágico, un padre como el que debió de ser la mezcla de los padres de Hanselmann: en permanente estado de autodestrucción.

Estilo Hanselmann
Este libro es posiblemente el más bizarro y cómico de la colección de Megg y Mogg, donde Hanselmann hace alarde de su imaginación y donde todo es posible dentro de lo weird, lo absurdo y lo bizarro (si es que esas tres palabras no apuntan a lo mismo). Una recopilación de nuevas historias, todas cortas y fragmentarias, como buenas viñetas del género. Ese estilo permite que se retrotraiga a otros de sus libros, incluyendo escenas eliminadas del pasado. Un ejemplo es la viñeta homónima Escena eliminada, un diálogo del absurdo donde el término MeToo hace un juego lingüístico aprovechando la contemporaneidad:
—«Y yo, tío, Me Too»
—«Cómo que MeToo? ¿Quién cayó?»
Hanselmann también muestra una gran facilidad para los flashforward y las metahistorias, algunas tan absurdas que pueden terminar con una eyaculación en el espacio terrestre.
Café Romántica es la versión menos filtrada de los personajes de Simon Hanselmann, y eso ya es decir bastante. Ellos son temerarios, valientes, soñadores, así como ladrones, neuróticos y tóxicos. Viven la vida al borde del hedonismo y, a su vez, son víctimas de sí mismos. Los personajes de todas sus novelas gráficas, se repiten y se eternizan, pensamos que por la cantidad de sustancias que consumen, pero lo que representa una faceta de nuestro eterno retorno ese que no preferimos mirar demasiado de cerca, pero Hanselmann nos obliga a hacerlo, desmontando nuestras ideas de la verdad y lo normal.
En un momento en que el cómic underground parecía destinado a ser una nota al pie en la historia del arte –como lo que pasó en los años 90 con un producto como Beavis and Butt-Head–, Simon Hanselmann ha demostrado que sigue siendo una fuerza vital. Su obra no pretende complacer; pretende hacer todo lo que no sucede en el siglo XXI inquietar, desafiar y, sobre todo, hacer que enfrentemos a nuestras propias sombras, porque en el mundo de este autor, el abismo no solo te devuelve la mirada, sino que se ríe de ti mientras se prende un cigarro.
¡Larga vida al Café Romántica!
La espera ha valido la pena. ¿De qué? Pues del nuevo y ampliado cómic del autor australiano Simon Hanselmann, titulado Café Romántica (Fulgencio Pimentel, 2025). Simon
La espera ha valido la pena. ¿De qué? Pues del nuevo y ampliado cómic del autor australiano Simon Hanselmann, titulado Café Romántica (Fulgencio Pimentel, 2025).
Simon Hanselmann nació en 1981 en Launceston, Tasmania, la ciudad con el mayor índice de criminalidad de Australia. Su infancia estuvo marcada por el abandono de su padre, un motero ausente, y la crianza a cargo de su madre, adicta a la heroína. A los ocho años ya había creado su primer fanzine, un temprano indicio de la necesidad de plasmar su universo interior en imágenes. La adolescencia no fue más amable: enfrentó episodios de ansiedad y depresión que lo llevaron a terapia, aunque encontró refugio en el alcohol y las drogas psicotrópicas.
En 2008, se mudó a Melbourne con su amigo HTML Flowers, y fue allí donde dio vida a Megg y Mogg, los personajes que lo catapultaron a la fama dentro del cómic underground. Con un estilo irreverente y una mirada descarnada sobre la vida cotidiana, Hanselmann consolidó su éxito y se convirtió en una voz imprescindible dentro del género. En sus propias palabras, es simplemente «un enfermo mental que dibuja pequeñas imágenes secuenciales de brujas y gatos para ganarse la vida».

Este nuevo título, Café Romántica, rememora un local mítico de Melbourne donde el autor y su amigo HTML Flowers iban a ver el mundo fuera de sus tebeos, jugar billar y tomar cerveza artesanal rodeados de una fauna propia de la noche hedonista. En esta recopilación perfectamente cuidada por la editorial riojana Fulgencio Pimentel y la traducción de Alberto García Marcos y César Sánchez, nos regala una especie de arqueología personal y artística del autor. El libro recopila, en 400 páginas, sus primeros fanzines y relatos dispersos, trazando un mapa de su evolución como creador entre 2010 y 2024. Lo que se encuentra en estas páginas es auténtico, un viaje que atraviesa la rabia, la melancolía y una belleza inesperada en medio del caos.
La portada, un homenaje a la elegancia de Bryan Ferry en Another Time, Another Place (1974), es solo el primer indicio de la sofisticación disfrazada de desmadre que se esconde en su interior. Esta versión, especial para España, se erige como una obra imprescindible tanto para los seguidores acérrimos del autor como para nuevos lectores que deseen sumergirse en profundidad en el universo de Hanselmann, repleto de humor negro, surrealismo y personajes inolvidables.
En Café Romántica sigue la vida de Megg una bruja autodestructiva y vulnerable –protagnista de una reinterpretación de la portada del disco Live Through This de Hole–; a Mogg, un gato drogadicto con cero remordimientos; Búho, el personaje más cercano a la normalidad, autoconsciente y, en consecuencia, atormentado consigo mismo. Por último, Werewolf Jones, un perro absurdo, pornográfico y trágico, un padre como el que debió de ser la mezcla de los padres de Hanselmann: en permanente estado de autodestrucción.

Este libro es posiblemente el más bizarro y cómico de la colección de Megg y Mogg, donde Hanselmann hace alarde de su imaginación y donde todo es posible dentro de lo weird, lo absurdo y lo bizarro (si es que esas tres palabras no apuntan a lo mismo). Una recopilación de nuevas historias, todas cortas y fragmentarias, como buenas viñetas del género. Ese estilo permite que se retrotraiga a otros de sus libros, incluyendo escenas eliminadas del pasado. Un ejemplo es la viñeta homónima Escena eliminada, un diálogo del absurdo donde el término MeToo hace un juego lingüístico aprovechando la contemporaneidad:
—«Y yo, tío, Me Too»
—«Cómo que MeToo? ¿Quién cayó?»
Hanselmann también muestra una gran facilidad para los flashforward y las metahistorias, algunas tan absurdas que pueden terminar con una eyaculación en el espacio terrestre.
Café Romántica es la versión menos filtrada de los personajes de Simon Hanselmann, y eso ya es decir bastante. Ellos son temerarios, valientes, soñadores, así como ladrones, neuróticos y tóxicos. Viven la vida al borde del hedonismo y, a su vez, son víctimas de sí mismos. Los personajes de todas sus novelas gráficas, se repiten y se eternizan, pensamos que por la cantidad de sustancias que consumen, pero lo que representa una faceta de nuestro eterno retorno ese que no preferimos mirar demasiado de cerca, pero Hanselmann nos obliga a hacerlo, desmontando nuestras ideas de la verdad y lo normal.
En un momento en que el cómic underground parecía destinado a ser una nota al pie en la historia del arte –como lo que pasó en los años 90 con un producto como Beavis and Butt-Head–, Simon Hanselmann ha demostrado que sigue siendo una fuerza vital. Su obra no pretende complacer; pretende hacer todo lo que no sucede en el siglo XXI inquietar, desafiar y, sobre todo, hacer que enfrentemos a nuestras propias sombras, porque en el mundo deeste autor, el abismo no solo te devuelve la mirada, sino que se ríe de ti mientras se prende un cigarro.
¡Larga vida al Café Romántica!
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